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A la vista de los acontecimientos, decir que Ebrovisión cuenta con un público muy fiel quiza se quede muy corto. Y es que, el festival mirandés, que se llevará a cabo entre el 1 y el 4 de septiembre, está a un paso de vender ... todos los abonos disponibles a pesar de que la asociación Rafael Izquierdo, organizadora del certamen, sigue sin soltar prenda sobre el cartel de este año. Y no lo hará, según ratifica una vez más el presidente del colectivo, Ramiro Molinero, quien insiste en que «es todo una sorpresa. No se sabrá qué grupos son los que participan hasta que no se suban al escenario».
Se trata, sin duda, de una apuesta arriesgada o, como dice el propio Molinero, de una «bonita locura» que, a la vista de la circunstancias, está saliendo bien. «Estamos encantados» por la respuesta que está teniendo la propuesta entre el público. Máxime «después de dos años» en los que la pandemia de la covid-19 ha obligado a posponer la celebración del vigésimo aniversario del festival. «Queríamos hacer algo especial por estos 20 años, y no lo hemos podido hacer en los dos últimos años». En 2020, recuerda Molinero, se tuvo que suspender el festival; en 2021, con numerosas restricciones aún en vigor, se llevó a cabo una edición muy limitada. De esta forma, añade, «hemos tenido mucho tiempo para preparar el 20 aniversario como se merece».
Pocos son los detalles que puede desgranar el portavoz de la asociación. En esta ocasión serán casi cuarenta las bandas que se subirán a alguno de los siete escenarios repartidos por toda la ciudad. Se trata de las mismas ubicaciones que en la edición de 2019, incluyendo el Multifuncional de Bayas, la Fábrica de Tornillos, el escenario del Ebropeque o el instalado junto a la muestra gastronómica en el centro de la ciudad. Como es tradición en el Ebrovisión, ninguna actuación se solapará, con el objetivo de que todos los asistentes al festival puedan disfrutar de todos y cada uno de los conciertos como si fuera una «maratón».
A este respecto, Molinero insiste en que a lo largo de los cuatro días de festival se sucederán las emociones. «La sorpresa puede surgir en cualquier escenario y en cualquier hora», advierte. De hecho, añade, se está haciendo un trabajo ímprobo para mantener el secretismo, ya que incluso «hay gente de la asociación que no sabe quiénes van a tocar». La expectación, en este caso, es absoluta.
Lo que está claro es que el cartel estará formado por «bandas nacionales e internacionales» de primer nivel, así como algunos grupos del entorno más cercano. Eso sí, en esta ocasión no se llevará a cabo el concurso Ebroemergentes, que tradicionalmente servía para incorporar al cartel una banda novel. En este caso, explica Molinero, ese concepto «chocaba» frontalmente con el espíritu de sorpresa que se pretende mantener hasta el final.
Paralelamente, la edición de este año contará con los servicios habituales, tales como zona de acampada y autobuses hacia el Multifuncional. Ya el domingo 4, el festival cerrará con un concierto de despedida a la hora de comer.
Así, y a la espera de ultimar todos los detalles, lo cierto es que las expectativas este año son tremendamente positivas. Los abonos se están vendiendo como churros y apenas quedan alojamientos libres para esas fechas en Miranda y el entorno, lo que supone un motivo de «orgullo» para la asociación, que a la vista del ritmo de ventas confía en «volver a contar con 20.000 personas entre los cuatro días», tal y como sucediera ya en 2019.
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