Ebrovisión hace su magia frente a los elementos

Tal vez fuera su anhelo de acercarse a las aguas del Ebro lo que propició un «día grande» o, más bien, una mañana pasada por agua; o tal vez fuera razón de la propia meteorología que, cual ciencia exacta, tuvo la precisión de arrojar en la jornada principal del Ebrovisión algunos chubascos sobre una Miranda, paradójicamente, escasa en su nivel freático. Fuera cual fuera el motivo -místico o no- de las precipitaciones, el festival mirandés de música indie hubo de afrontar una edición con más retos de los esperados.

Al gran desafío que ya suponía el acercamiento físico del festival a la ciudad del Ebro, pues el Pabellón Multifuncional de Bayas que solía acoger el evento quedaba un poco alejado de las calles donde la ciudadanía suele hacer su vida, había que añadir un nuevo hándicap: las inclemencias meteorológicas.

La llegada de una DANA en la jornada del sábado, 2 de septiembre, hizo que la mañana amaneciese lluviosa, razón por la cual la Asociación de Amigos de Rafael Izquierdo, organizadora del evento, hubo de recurrir al «Plan B» que rezaban no aplicar. «Hemos esperado hasta el último momento, pero finalmente, por motivos de incertidumbre meteorológica y con previsión de que se puedan celebrar todos los conciertos programados durante el día, cambiamos las ubicaciones del Castillo y el Anfiteatro a la Fábrica de Tornillos», anunciaban el mismo viernes en un comunicado.

Así las cosas, Las Petunias y Anni B Sweet no pudieron disfrutar del mirador del Castillo, del mismo modo que Mujeres tampoco del Anfiteatro, pero este cambio de última hora no modificó el impulso de los ebrovisivos que, como cabía esperar, respondieron en masa a la llamada y con más energía si cabe. También lo hicieron los más pequeños en su particular 'Ebropeque' que, pese a ser trasladado al interior del bar La Rayuela, obtuvo tanta acogida como se esperaba.

«Hemos estado haciendo pulseras y ha sido muy divertido», celebraba Mía, una de las niñas que no quiso perderse ninguno de los talleres organizados en el contexto del Ebropeque. Paralelamente, se celebraba la Muestra Gastronómica en la contigua plaza de España que, pese a la lluvia, congregaba a centenares de personas en torno a las casetas habilitadas a tal efecto.

Distintos locales hosteleros -Bocca, Acero, Bornachea, Tómbola, La Vasca, Kresta, La Corrala, Casa Mima, Continental y Sabando- ofrecían pintxos selectos que ebrovisivos y demás vecinos degustaban plácidamente, casi ajenos a la incesante caída de agua. «Llueve, pero no nos importa; nos lo estamos pasando muy bien», reconocía Jesús, uno de los asistentes a la muestra que, además, también era abonado del Ebrovisión. «Después de la fiesta de ayer, viene bien reponer fuerzas con una buena degustación», agregaba, pícaro, tras señalar que su «actuación preferida» fue la de «Karavana o, si no, la de Carlangas».

Pasadas las horas centrales del día la lluvia dio un respiro a la XXI edición del Ebrovisión que, expectante, aguardaba los conciertos de la tarde noche: aquellos protagonizados por cabezas de cartel como Natalia Lacunza, Shame o Sidecars. Y ahí fue cuando Ebrovisión hizo su magia.

Todo estaba dispuesto en torno al Polideportivo Municipal de Anduva donde, hasta el viernes, todos los conciertos transcurrieron con normalidad. Había cierto temor, consecuencia del anuncio de precipitaciones a lo largo de toda la jornada del sábado, pero los «huevos a las Clarisas» -a los que apelaba Ramiro Molinero, el presidente de la asociación promotora del festival, durante el acto de presentación de la vigente edición de Ebrovisión- debieron de surtir su efecto.

Y es que, tal vez fuera la fe ciega de los ebrovisivos en un festival que inauguraba, con éxito, nuevos espacios de los que el público quería disfrutar; o tal vez fuera razón de la propia meteorología que, cual ciencia exacta, tuvo la precisión de cesar en sus precipitaciones en la tarde del «día grande» de Ebrovisión. Fuera cual fuera el motivo -místico o no- de los claros vespertinos, el festival mirandés pudo coronar su cúspide con absoluta normalidad.

La Costa Brava inauguraba las actuaciones del recinto principal a las 19:10 horas ante un publico, como siempre, entregado. Natalia Lacunza hacía disfrutar a los asistentes de su indie pop desde el Escenario Principal, inaugurado en esta jornada por la propia cantante navarra. Precuela perfecta para lo que estaba por venir: a las diez menos cuarto irrumpía Shame en escena con su de post-punk londinense y elevando la motivación del público hasta el nivel perfecto para, a las once y cuarto de la noche, recibir a Sidecars, la banda madrileña de rock and roll que vino a poner el broche de oro al sábado más festivalero del año en Miranda.

«Llevaba todo el festival esperando el concierto de Sidecars y ha superado mis expectativas: tocan genial, suenan genial en directo y encima parecían muy majos», elogiaba, entusiasmada, Patricia. No era para menos, el hermano de Leiva aterrizaba por primera vez en Miranda de Ebro para ofrecer un concierto de grandes éxitos y clásicos, conocidos y coreados por todos.

Así las cosas, había quien ya sin voz hacía frente al último concierto del sábado: el de Sexy Zebras, el trío de rock madrileño que, ya en la madrugada del domingo, ofrecía su mejor versión desde el Polideportivo de Anduva. La energía que se respiraba era tan intensa como para continuar con la fiesta hasta el amanecer de un nuevo día que, aunque también amanecía lluvioso, proponía un ritmo más pausado -al menos en lo que al ambiente del público respecta, para, de la mano de Tiburona y Reme cerrar un Ebrovisión, «más Ebro que nunca» y, tal y como anticipaba Molinero, «distinto al que todos conocíamos».

Por el momento, la Asociación de Amigos de Rafael Izquierdo no se demora en anticipar los preparativos de la que será la XXII edición del festival y que ya cuenta con la confirmación de Arde Bogotá.

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