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Quedada, según la RAE, «acción de quedar o concertar una cita un grupo de personas». Pero si el grupo es multitudinario, tal vez sería más oportuno hablar de una «gran quedada», como la que este sábado, 14 de octubre, aconteció en el casco histórico de ... Miranda de Ebro.
Un año más la Parte Vieja se vistió del siglo pasado para celebrar la novena edición de este encuentro masivo, en su origen, surgido para rememorar los años álgidos del casco antiguo mirandés, al menos, en cuanto a la fiesta. Aquellos años en los que los baby boomers, o más bien sus sucesores, renovaron el ocio en pubs que proliferaron hasta la sesentena, siempre en pro de la fiesta, pero en detrimento de un barrio del que migraron sus residentes habituales.
La Parte Vieja ya no es lo que era, no, pero al menos una vez al año, desde hace ya unos cuantos, recupera el esplendor de antaño junto a sus esporádicos moradores. Así, los bares que a lo largo de las últimas décadas -más o menos- fueron echando el cierre, levantan de nuevo sus persianas para recibir a quienes aspiran a revivir fiestas como las de antes, aquellas en las que los machacaos eran el elixir protagonista de noches que concluían con la salida del sol y voces cada vez más sabineras.
La faceta más festiva de la Parte Vieja nació en torno a los 80, pero se prolongó hasta la era millennial, por lo que muchas han sido las generaciones que han madurado entre sus calles y, por ende, numerosas fueron las personas que este sábado no renunciaron a rememorar su juventud en «La Gran Quedada». Aunque el evento no se circunscribió a ninguna franja etaria concreta; los nacidos en el siglo XXI también tuvieron cabida en una Parte Vieja que no llegaron a conocer, de tal manera que los ochenta e incluso los noventa fueron diluyéndose entre la marabunta de visitantes que se acercaron para disfrutar del ambiente.
Y es que no cabe duda de que la esencia de este gran encuentro, pese a subsistir en el fondo, ha ido mutando a lo largo de todas las ediciones celebradas y, quizá, la presente edición, ha sido la más miscelánea de todas. Hombres G o Alaska confluían con Myke Towers en pubs que, si bien al inicio no parecían estar demasiado atestados —«Hay menos gente que otros años», señalaba Pablo—, poco a poco, fueron abarrotándose hasta hacer intransitable el paso en el interior de los establecimientos abiertos.
Desde que a las 20:00 horas la batucada Batuskirla emprendió en el ensanche de la ciudad una rítmica procesión en dirección a la Parte Vieja, hasta que a las 00:00 horas, como ya es tradición, centenares de personas se reunieron en la plaza de España para cantar el Himno de Miranda, el goteo de personas fue incesante. Entre los que «echaban de menos la Parte Vieja» y rememoraban sus batallitas de juventud y quienes conocían «un tipo de fiesta que ahora no hay en Miranda», los hosteleros celebraban la buena acogida de una nueva cita que transcurrió sin incidentes reseñables, más allá del inesperado cierre de algún que otro local.
Música, conciertos en vivo, pegatinas e incluso algún que otro walkman aderezaron una Parte Vieja que, pese a la fiebre del sábado noche, continúa en sus horas bajas. En la noche del sábado muchas fueron las personas que acapararon la fiesta en las calles de Los Hornos, San Juan y La Fuente. El espíritu joven fue protagonista de una jornada festiva en la que muchos mirandeses rememoraron las juergas de su juventud o encontraron la excusa perfecta para celebrar.
Superado el domingo —tal vez de resaca— y llegado el lunes, toca hacer un balance real y valorar si, definitivamente, volverá a haber alguna nueva «Quedada» tras la acontecida este 2023. Mientras tanto, el Casco Histórico de Miranda continuará sobreponiéndose a su, durante años, dilatada resaca.
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