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Era la crónica de una dimisión anunciada, pero la abarrotada asamblea convocada de manera extraordinaria por la que fuera la directiva de la Cofradía de San Juan del Monte tardó en encontrar sucesión en el mando. Decenas de cofrades respondieron a una llamada que, previsiblemente, abocaría en la dimisión del vigente presidente de la entidad sanjuanera, Roberto López de Davalillo, así como del resto de su equipo; y aunque la asistencia desbordó toda expectativa, lo cierto es que fueron escasas las voces que, desde un inicio, se animaron a asumir el control de la Junta Gestora que se encargará de convocar las elecciones para un nuevo mandato cofrade.
De las ocho personas requeridas para la constitución del organismo, tan solo tres voluntarios tuvieron la iniciativa de dar un paso al frente: el otrora presidente Pablo Vergara, José Luis Alonso, quien además presidirá la Junta, y Enrique Villegas. A los otros tres voluntarios propuestos por la directiva saliente —Noelia Losada, Álvaro Pérez y Ruth Ruiz— nadie más se sumaba, dejando a la Cofradía de San Juan del Monte «en una situación de desgobierno», tal y como señaló en diversas ocasiones el predecesor de Davalillo, Álvaro de Gracia.
A su juicio, la directiva debería haber pospuesto su renuncia a un momento en que las elecciones ya estuvieran convocadas, pero «la decisión estaba tomada» porque, como ya anunciaron en abril y reiteraron este jueves, 28 de noviembre, les «sobraban motivos». Así las cosas, la necesidad de instituir la Junta Gestora se volvía imperativa, pese a que durante más de media hora dominó la ausencia de candidaturas.
Después de que Davalillo anunciara la continuidad de tres de sus barones y de que tres voluntarios se postularan para asumir las riendas, las dos vacantes de la gestora no hallaban propietarios, de modo que la incertidumbre comenzó a arreciar en la reunión. Murmullos, propuestas e incluso pequeñas disputas sobrevolaban la Sala de Vídeo de la Casa de Cultura donde los cofrades se dieron cita.
En este contexto, hubo quien propuso que los antiguos presidentes asumieran los cargos restantes en la nueva junta, mientras que otros apelaban a un sorteo entre los cofrades presentes, tal y como en algún tiempo debió de recogerse en los estatutos. Sin embargo, intervenía de nuevo de Gracia para desmentir lo que parecía un falso rumor, pues «el Artículo 38 de los estatutos suprimió ese sorteo».
La Junta Gestora debía «salir de la propia asamblea», insistía Vergara, pero el tiempo corría sembrando más dudas que certezas. La directiva saliente rogaba la ayuda del pronunciado Álvaro de Gracia que, pese a rechazar retornar a la Cofradía a través de una gestora, arrojaba cierta luz a la incertidumbre generalizada.
A este respecto, también planteó la posibilidad de que la directiva de Davalillo se autoconstituyera en Junta Gestora, pero desde sus filas se reprochaba la ausencia de voluntarios. «Lo que no puede ser es que vengáis para que nos vayamos, pero que nos tengamos que quedar porque no se presenta nadie», recriminaba Ruiz.
Transcurrida media hora, Noelia Losada abandonaba su posición en la mesa desde la cual se había anunciado la dimisión del equipo de Davalillo, aunque minutos después, regresaba con una lista completa de nombres. Así pues, a las 20:13 horas se realizaba el anuncio: Marta Domínguez Díez y José María Villegas se incorporarían a la Junta Gestora que, a la mayor brevedad habrá de convocar la asamblea para emplazar a nuevos comicios. Y es que el proceder de la junta saliente en su dimisión habría demorado al menos quince días más el posible nombramiento de una nueva presidencia de la histórica entidad sanjuanera.
Finalizaba una nueva asamblea cofrade en la que el ya expresidente hizo balance de su gestión, agradeciendo la colaboración de determinados sectores e incidiendo en el acierto de una serie de propuestas que, en términos generales, «repetiría». Quedaban aún dudas relativas al avance económico.
La Cofradía anunció un superávit de 15.336 euros, pero asimismo especificaba una deuda vinculada al reparto de las subvenciones entre las cuadrillas que era superior al excedente, de tal manera que el saldo neto podría ser negativo. Afloraba el murmullo en la sala, pero rápidamente se apresuraron a emplazar a quienes precisasen más explicaciones a la sede de la Cofradía. Allí aclararían cualquier duda relativa a unas cuentas cuya explicación quedó pendiente.
Roberto López de Davalillo ponía, así, punto final a su mandato. Este viernes entregaría las llaves de la sede en el Ayuntamiento, de tal manera que, a partir de ahora, citando al expresidente, «salga el sol por Antequera o por donde quiera». Davalillo se despedía de la entidad y recibía el aplauso del público.
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