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Los acusados de encubrir el delito de la muerte del escayolista, C. S. A. y J. G. C., han reconocido este martes que recibieron «1.500 euros cada uno y cocaína» por deshacerse del cadáver de F. J. M. G., asesinado presuntamente por D. D. ... J. el 26 de abril de 2019 en Miranda de Ebro. Tanto C. S. A. como J. G. C. han apuntado a los familiares de D. D. J., que en la jornada del lunes reconoció haber disparado a la víctima de forma accidental, como implicados en la eliminación del cuerpo. «C. S. A. y yo nos llevamos el cuerpo a Montañana y las mujeres (en referencia a familiares del acusado de asesinato) se quedaron limpiando el piso donde estaba el fallecido», ha destacado J. G. C.
Según ha relatado el propio J. G. C., este recibió una llamada el mismo día de la muerte a la hora de comer de D. D. J. para que fuera a su casa. «No me detalló nada. En su casa él me preparaba grandes tiros de cocaína y él se los metía muy pequeños. Después de varias horas me dijo que bajara a casa del fallecido a por droga que había en un cajón del baño. Al abrir, me encontré el cuerpo tirado. Estaba congelado, tieso como un palo y con los ojos abiertos. Del susto me dejé la llave dentro. Subí al piso de D. D. J. y le dije que por qué me quería hacer esto. Que ahora estaban mis huellas allí», ha afirmado uno de los dos acusados de encubrimiento, a quienes piden dos años de prisión la Fiscalía y tres la acusación particular.
Ya en casa del autor de la muerte de F. J. M. G., «D. D. J. se estuvo riendo del fallecido y decidimos llamar a C. S. A. porque necesitábamos abrir la puerta», ha descrito J. G. C..
C. S. A., quien reconoce que no le dijeron nada de la muerte, se personó con un Peugeot 206, el mismo que se emplearía para trasladar el cadáver. Con una radiografía del hermano de D. D. J. consiguieron volver a abrir la puerta. «Ahí fue la primera vez que vi el muerto», ha manifestado C. S. A..
Según el testimonio de los dos acusados de deshacerse del cadáver, ese día, en la casa de D. D. J. había mucha gente. Se desconoce a qué hora llegaron los padres del autor de la muerte, pero según C. S. A. y J. G. C. estuvieron y «tomaron decisiones». «Pensé que me habían enmarronado. Cuando estaba el padre de D. D. J. había tensión. No sabíamos si nos iban a matar a nosotros también», ha relatado J. G. C..
«Nosotros no queríamos hacer nada. Primero nos pidieron un favor de amistad y luego dinero y droga. D. D. J. nos fijó la cantidad y su padre nos pagó», ha explicado C. S. A., que ha afirmado que un día después les ofrecieron otros 400 euros por sacar el cuerpo del río Ebro y enterrarlo. «Querían que nos pillarán con el muerto. Dijimos que lo íbamos a hacer, y no lo hicimos. Cobramos el dinero», ha añadido.
Asimismo, C. S. A. y J. G. C. han afirmado que fueron solos a deshacerse del cadáver. «Su padre no vino con nosotros, pero le dimos toda la información», han agregado los dos acusados, que también han afirmado que nunca vieron la pistola (aunque en otras ocasiones sí que vieron a D. D. J. con armas) y que el propio acusado de asesinato reconoció que no fue un accidente porque «presumía de que le había metido una bala y le había dado puñetazos», han concluido.
Esta jornada también estaban citados los familiares de D. D. J.. Su padre, madre y mujer se han acogido al derecho de no declarar, mientras que la cuñada, a quien no le ampara ese derecho, ha afirmado que solo estuvo «diez minutos en casa de D. D. J.». «Luego es lo que me han contado», ha señalado.
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