El acusado de asesinar al escayolista de Miranda el 26 de abril de 2019, D. D. J., ha reconocido este lunes que fue una muerte accidental. «La víctima F. J. M. G. se tropezó y se cayó encima de mí. La presión de los cuerpos ... propició que se disparara la pistola», ha afirmado esta mañana el propio D. D. J., en prisión preventiva desde mayo de ese mismo año.
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Este lunes ha sido la primera sesión en la Audiencia Provincial de Burgos por la muerte de F. J. M. G., uno de los «mejores amigos» del único acusado de asesinato, que se enfrenta a veinte años de cárcel, más otros dos por tenencia ilícita de armas. Asimismo, en el mismo juicio se juzga también a C. S. A. y J. G. C. por un delito de encubrimiento (se pide tres años a cada uno) «al ser partícipes de deshacerse del cuerpo» en las aguas del río Ebro, en el municipio de Montañana.
El acusado de la muerte del escayolista ha afirmado esta mañana que acudió al piso de F. J. M. G. (vivían en el mismo bloque de pisos) con el ánimo de consumir drogas. «Me drogaba con él y en ese momento lo necesitaba. Fui a buscar una papelina de tres gramos de cocaína y 200 gramos de hachís», ha apuntado D. D. J..
Pero en el interior de la vivienda no se encontraba en ese momento la víctima, por lo que el acusado buscó en los cajones donde solían estar las sustancias. «Ahí no estaba la droga, pero había una pistola que cogí. Estaba tranquilo, pero necesitaba consumir», ha incidido D. D. J., que ha reconocido haber consumido antes del suceso alcohol, metadona y hachís. «Necesitaba consumir más», ha añadido.
Más tarde accedió a su vivienda la víctima y el acusado le preguntó «por la droga». «F. J. M. G. llegó enfadado, yo quería saber dónde estaban los tres gramos de cocaína y los 200 gramos de hachís, además de por qué tenía la pistola en un cajón», ha detallado D. D. J..
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«F. J. M. G. estaba alterado porque había discutido con otra persona. Quería la pistola porque quería matarle. Es verdad que él había sacado una cantidad de dinero del bolsillo y yo se la quería coger, pero no hubo ninguna discusión», ha asegurado entre sollozos el acusado.
Tras el disparo, D. D. J. entró en «shock», pero se cercioró de que «F. J. M. G. estaba muerto. «Tenía los ojos cerrados y no respiraba. Hay que ser mala persona para dejar a alguien agonizando. Tardé 15 segundos en abandonar la casa. Dejé la pistola en el pasillo de su casa», ha explicado el acusado.
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Álvaro Muñoz
Asimismo, D. D. J. ha asegurado que prácticamente ya no recuerda más de los hechos ni cómo se deshicieron del cuerpo, delito por el que también están acusados C. S. A. y J. G. C.. «J. G. C. llegó a casa sin avisar. Le dije que tenía un problema y me dijo que me ayudaba a cambio de dinero. Luego avisamos a C. S. A.. Volvimos al piso donde estaba el cadáver. La llave estaba dentro y la abrimos con una radiografía. La limpieza de la sangre la realizaron C. S. A. y J. G. C.», ha afirmado D. D. J., que ha reconocido que consume drogas desde los 16 años (ahora tiene 34) y que tiene una discapacidad mental del 65%, hechos que presentó su defensa como atenuantes.
Por su parte, el acusado ha asegurado que no guardaba ninguna pistola en su hogar, a pesar de que días después de la muerte de F. J. M. G. hallaran un doble fondo con munición (7 mm y «la misma que se habría empleado en la muerte») en su casa. «Colecciono munición. Ese doble fondo lo utilizaba para ocultar la droga a mi mujer», ha manifestado D. D. J., que ha concluido reconociendo que «tuve miedo y pena por su amigo».
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La desarticulación en julio de 2019 de una organización criminal dedicada al tráfico de drogas, que operaba en Miranda, Segovia y Leganés, permitía esclarecer el asesinato del escayolista mirandés.
Así se supo que el hombre se encargaba de custodiar la droga de la banda y, en una «discusión» por la gestión de la misma, el acusado «le pegó un tiro». Un delito, el de tráfico de drogas, del que ha quedado absuelto al no admitirse las grabaciones telefónicas en ese juicio celebrado en Segovia. Unas conversaciones que sí que se han incluido como pruebas en la muerte de F. J. M. G..
El caso se esclareció gracias a una operación policial conjunta, liderada por la Guardia Civil de Segovia, que permitió detener a 23 personas acusadas de pertenecer a una organización dedicada al tráfico de drogas. Entre ellos se encontraban las siete implicadas en el asesinato de Miranda de Ebro. Además del presunto autor del disparo y de los dos hombres que le ayudaron a ocultar el cadáver, sus padres, su esposa y su hermanos, también fueron detenidos al inicio de la instrucción.
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