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La cascada de Las Pisas es un espectáculo natural.

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La cascada de Las Pisas es un espectáculo natural. Vicente de la Iglesia

Persiguiendo el rumor del agua por Las Merindades

Hay mil formas de descubrir la comarca norte de la provincia de Burgos, uno de los grandes paraísos naturales de Castilla y León. Hoy, apostamos por recorrerla guiados por sus cascadas menos conocidas

Domingo, 22 de diciembre 2019

Adentrarse en Las Merindades es adentrarse en una suerte de paraíso en el que el patrimonio, la historia y la naturaleza se dan la mano para brindar al oriundo y al visitante una retahíla de sensaciones difíciles de describir. No hay una sola forma ... de vivir Las Merindades, sino tantas como personas las pisan; cada uno desde una perspectiva diferente, única. Hay quien descubre sus tesoros siguiendo el hilo conductor de los orígenes de Castilla, quien deja que el rumbo lo marquen los sentidos del gusto y el olfato y quien se adentra en sus rincones buscando el rumor del agua. Y es que, la caprichosa orografía, la omnipresencia del karst y la acción de ríos como el Ebro, el Nela o el Trueba han ido dibujando durante un paisaje espectacular, en el que las cascadas y los saltos de agua se erigen como protagonistas.

Pocos son los que no conocen, al menos de oídas, el salto del Nervión, la cascada de Orbaneja del Castillo, la de Pedrosa de Tobalina o las de Tobera. Pero más allá de esas cuatro grandes referencias, hay todo un mundo por descubrir.

Eso sí, ahí va un aviso para navegantes: el camino es largo, así que habrá que planificarlo bien y buscar dónde avituallarse en condiciones. No será difícil, dado el abanico gastronómico que se abre en una comarca caracterizada por la calidad de sus carnes -buena parte del vacuno se alimenta de los pastos en libertad- y sus pescados -las truchas rebosan de los ríos de la zona-.

No te pierdas

  • Ojo Guareña: Ubicado entre Valdeporres y Espinosa aparece Ojo Guareña, el mayor complejo kárstico de Europa. Con más 100 kilómetros de galerías subterráneas, este Monumento Nacional es parada obligada en Las Merindades. Se puede visitar tanto la Cueva Palomera como la ermita de San Bernabé.

  • Los puertos: Saliendo del recorrido más turístico de la comarca, los tres grandes puertos que conectan Las Merindades con Cantabria (Lunada, La Sía y Estacas de Trueba) merecen una parada.

  • Santa María de Rioseco: Este antiguo monasterio cisterciense se ubica en un paraje paradisíaco e impregnado de una energía especial. Los vecinos del entorno lo están recuperando a partir de sus ruinas.

La calidad en las materias primas ha fraguado una gastronomía tradicional, elaborada sin florituras, pero respetuosa con los sabores de la tierra y siempre interesante.De hecho, varios son los productos que llaman la atención en el mercado, como la lechuga de Medina, la miel de brezo, el chorizo de Villarcayo o la patata.

Pero para comer, primero hay que hacer hambre. Y para ello, nada mejor que darse un paseo por la naturaleza en busca de algunas de las cascadas menos conocidas de Las Merindades. Quizá, la más espectacular de todas ellas sea la cascada de San Miguel, enclavada en las estribaciones de la Peña Angulo, en el límite fronterizo entre Burgos y el País Vasco. Allí, el río San Miguel, que nace apenas unos metros antes en tierras vascas en una espectacular surgencia localizada en el interior de la Cueva de San Miguel, se precipita sobre el valle en una caída de 100 metros, recordando en muchos aspectos al cercano Salto del Nervión.

Siguiendo el cauce del propio río San Miguel, llegamos a otra de las cascadas más interesantes de la comarca: la de Peñaladros. Situado junto a la localidad de Cozuelo, este salto de agua, de poco más de 10 metros de altura, destaca por lo agreste de su entorno. De hecho, es una de las cascadas de más difícil acceso de las presentes en Las Merindades.

Muy cerca de allí, en territorio del Valle de Mena, otras dos cascadas compiten en belleza y espectacularidad. La primera se sitúa junto a la localidad de Irús, al pie del alto del Cabrio, donde el río Hijuela se va precipitando poco a poco a través de un paraje articulado por la presencia de una antigua calzada que algunos historiadores califican de romana. La segunda, conocida como Aguasal, se alza a apenas un par de kilómetros al norte, donde los límites entre Burgos y Cantabria comienzan a desdibujarse. En este caso, es el río Ordunte el que, nada más nacer en el manantial del Puente de los Llanos, se precipita formando varios saltos de agua encadenados que forman un conjunto digno de apreciar a pesar de la dificultad del acceso.

Si aún tenemos tiempo para continuar la ruta, objetivo complicado si hemos cometido el garrafal error de reservar un solo día para el cumplir con el obligado menester de conocer el paraíso de Las Merindades, toca girar la vista hacia el sector occidental. Allí se alzan una retahíla de saltos de agua entre bosques, formaciones rocosas y buena gastronomía.

Nuestra recomendación

Si durante siglos, los habitantes de un territorio se han dedicado a la ganadería, será por algo. La calidad de los pastos de Las Merindades, la presencia de razas de vacuno autóctonas y el buen hacer de generaciones completas han convertido la carne de vacuno de la zona en una referencia. No se vayan de allí sin comer una buena chuleta de vaca, cocinada a la parrilla, como mejor sabe. Y si la acompañamos con patatas y chacolí de la comarca, mejor aún.

Quizá, la cascada más conocida de este sector sea la de Las Pisas, situada entre las localidades de San Cibrián y Villabáscones de Bezana. Allí, el río Gándara atraviesa de camino a su desembocadura en el Nela un frondoso bosque impregnado de un halo de misterio protagonizando varios saltos de agua, incluyendo una cascada de unos 20 metros de altura que asombra por su belleza.

Muy conocida también por los oriundos de la zona es la cascada de La Mea, a la que se accede desde la carretera que une Quintanilla de Valdebodres y la espectacular localidad de Puentedey, parada obligada para cualquiera que esté por la zona. Por allí, el arroyo de La Mea va serpenteando por una hoz hasta precipitarse por una cornisa de 30 metros de altura. Una cornisa que, por cierto, permite al visitante adentrarse en el interior de la propia cascada.

Y para rematar la ruta, nuestros pasos nos deberían guiar hacia el norte, donde nos esperan otros dos interesantes saltos de agua. El primero se ubica cerca de Quisicedo, pero su acceso no es fácil. Se trata de la cascada de la Salceda, un salto de 30 metros de altura en el que se respira tranquilidad. Algo más sencillo de localizar es el último de nuestros destinos: la cascada del Guarguero. En este caso, es el río Trueba el que, apenas unos metros después de su nacimiento en el puerto de Estacas, salva un desnivel de 10 metros formando una curiosa estampa. Por cierto, ya que subimos hasta allí desde Espinosa, no deberíamos desaprovechar para probar alguno de los dulces lácteos de la zona.

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