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El Pleno del Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) ha dado hoy su visto bueno al cambio de titularidad de la central nuclear de Santa María de Garoña en favor de la Empresa Nacional de Residuos Radioactivos (Enresa) y a la primera fase del proyecto de ... desmantelamiento de la planta del Valle de Tobalina.
Ahora, la decisión, fundamentada en cuestiones técnicas, ha de ser avalada por parte del Ministerio para la Transición Ecológica y Reto Demográfico, encargado de emitir la orden definitiva de cambio de titularidad de la central. En principio, todo apunta a que dicha orden se emitirá en los próximos días, una vez que los técnicos del CSN han dado luz verde al proyecto.
Eso sí, como es habitual en este tipo de procesos, el propio CSN ha puesto condiciones al desmantelamiento, con el objetivo de garantizar la seguridad de un proceso que se prolongará durante varios años y que supondrá el adiós definitivo a la central, desconectada de la red eléctrica desde diciembre de 2012.
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Gabriel de la Iglesia
De hecho, a lo largo de los últimos meses se han ido llevando a cabo diferentes actuaciones previas al desmantelamiento. Así, se han ido cargando los primeros contenedores con combustible gastado, que de momento descansan en el almacén adaptado en el complejo de Garoña.
Asimismo, Nuclenor y Enresa han venido trabajando mano a mano para preparar el terreno de cara al desmantelamiento definitivo, que se desarrollará en varias fases. La primera, que es la que ha recibido autorización específica por parte del CSN, incluye el traslado del combustible gastado de la piscina al Almacén Temporal Individualizado de combustible gastado (ATI) en contenedores metálicos de doble propósito (almacenamiento y transporte) así como el desmantelamiento de equipos y componentes del edificio de turbinas.
Dicho edificio será utilizado para actividades auxiliares durante la segunda fase del desmantelamiento, durante la cual se meterá mano directamente a los equipos y componentes críticos de la central nuclear.
En todo caso, el CSN mantendrá una vigilancia exhaustiva y permanente de todos los procesos incluidos en el proyecto de desmantelamiento. De hecho, el organismo estatal, que también ha dado luz verde al plan de protección física, se reserva la potestad de remitir directamente a Enresa instrucciones técnicas complementarias para garantizar el mantenimiento de las condiciones y requisitos de seguridad de la instalación y para el mejor cumplimiento de los requisitos establecidos en la autorización.
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A la espera de la publicación de la orden ministerial, el acuerdo del CSN supone el impulso definitivo al desmantelamiento de una instalación que ha sido parte esencial de la historia reciente de Las Merindades.
Tras años de planificación, la planta entraba en funcionamiento en marzo de 1971, operando de manera ininterrumpida hasta diciembre de 2012. En aquel momento, y con la orden de cierre en el horizonte, Nuclenor, empresa propietaria de la central, decidía desconectarla de la red eléctrica motu proprio.
A pesar de los dimes y diretes que suscitó el futuro de Garoña durante los años posteriores, lo cierto es que aquel apagón acabó siendo definitivo. Así, en agosto de 2017, el Ministerio de Energía certificaba el cese de operación. A partir de entonces comenzó a diseñarse un proyecto de desmantelamiento que se prolongará durante al menos una década.
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