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En junio de 2020 una de las vigas de acceso a la iglesia de San Martín, del pueblo burgalés de Céspedes, se rompió. «De manera sorpresiva, no hubo temporal y menos mal que no hubo que lamentar daños», apunta la alcaldesa, Inmaculada Gonzalo. En ese momento, el párroco y la alcaldesa valoraron la situación y, dada la evidente peligrosidad, decidieron precintar la iglesia y no celebrar misa. Buscaron otro lugar y, desde hace más de un año, celebran las eucaristías en el centro social.
Más allá del bien tangible y patrimonial que supone el templo para este pueblo, la alcaldesa señala que «hay otro bien intangible para el que se construyeron las iglesias y es el culto. En este pueblo hay culto, teníamos misa tres veces al mes y con una afluencia de entre 15 o 20 personas. Aquí la iglesia tiene afluencia. Queremos hacer fuerza en este sentido. Acudir a misa o a la iglesia es también un acto social que da vida a los pueblos», añade Inmaculada Gonzalo.
Céspedes es una entidad perteneciente al municipio de Villarcayo, tiene una veintena de habitantes censados. Ante la adversidad, imaginación. El pueblo se vio obligada a buscar otro lugar si querían celebrar misa. Cuentan con un teleclub o centro social, un edificio que anteriormente eran las escuelas. Es el lugar en el que hacer vida social, jugar a las cartas, tomar un café, porque es también el único bar del pueblo. El principal y único lugar de reunión. Pues allí, ahora, también se celebran las misas. Desde hace más de un año.
La imagen es pintoresca, pero es la mejor solución que se ha encontrado para no dejar sin eucaristía a los vecinos. Pero no es el lugar adecuado para ello. Cuando hace frío, las misas se celebran dentro. No es un local excesivamente amplío. Además, los aforos establecidos para frenar la covid-19 y el miedo de los vecinos a la pandemia ha llevado a que muchos no puedan acudir a las celebraciones religiosas.
Cuando hace calor, las misas se celebran en el exterior, en un pequeño porche que hay a la entrada al teleclub. «Pero está al lado de la carretera. Si acude mucha gente algunos se tienen que poner en la vía y apartarse. Pasan tractores y coches y no se escucha. O pasa gente en bici y se queden observando porque la imagen es pintoresca con la gente sentada en sillas de terraza de bar escuchando al párroco», relata la regidora.
La titularidad del edificio es del Arzobispado, pero el párroco y la alcaldesa se están movilizando para lograr el arreglo. Fueron ellos dos los que, en cuanto se precintó la iglesia, se movilizaron para consultar la idoneidad de celebrar la misa en el centro social. «El párroco consultó con sus superiores y yo con los vecinos. Recibimos el visto bueno y aquí estamos», recuerda la alcaldesa.
El Ayuntamiento ha presentado el arreglo de la iglesia a la subvención de la Diputación de Burgos conocida como Convenio de las goteras, en el que participan la Diputación y el Arzobispado. «Confiamos en que nos tengan en cuenta. Ahora es el momento para esta iglesia», explica la regidora.
El Consistorio ha encargado una memoria a un aparejador. En esta se señala que «el arreglo ahora no sería excesivamente caro, 28.192 euros sería el importe total de la contrata. El momento es ahora porque en la memoria el aparejador señala que o se arregla en corto plazo o el edificio colapsa. La situación de ruina sería comprometida e irreparable. Se puede arreglar, ahora es factible, cuando no lo sería es si acaba en ruinas».
La Iglesia de San Martín de Céspedes alberga en su interior un retablo prechurrigueresco en buen estado, así como un lienzo de finales del siglo XVIII, ambos de valor histórico-artístico que es necesario proteger y que actualmente peligran debido al estado general del edificio.
Aurora Pedrero Olano cuenta sobre el templo que «se trata de una iglesia dedicada a San Martín, obispo, siendo de tipología renacentista, de una sola nave, con bóvedas estrelladas y una pequeña capilla de aproximadamente 150 metros cuadrados y unos 10 metros de altura, podemos definirla realmente como una arquitectura popular. Dicha capilla y la sacristía están añadidas a ambos lados de la nave junto con un porche en un lateral, sobre el que descansa la espadaña, rematada en pináculos, que posee dos huecos para las campanas. La portada es sencilla, de medio punto. Importante señalar, que el cementerio está adosado a los pies de la nave. Su construcción, en lo que a materiales se refiere es básicamente sillería y mampostería parcialmente revocada a día de hoy, enfoscada y encalada en algunas de sus partes. Dicho esto, se puede afirmar que data del siglo XVIII».
«Lo más reseñable en lo que se refiere al interior de este templo, dejando a un lado su construcción, datación y el innegable valor emocional para las gentes que aquí habitamos, lo encontramos en su interior en dos piezas principales, por un lado, su pila, circular, con cruz y rosetas en relieve, y el retablo mayor de la iglesia, barroco salomónico y de enormes proporciones».
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