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Hacer las maletas, cambiar de país, empezar una nueva vida en otra ciudad y todo ello con tres hijos adolescentes. Un desafío en toda regla que comenzó para Pablo y Ana hace un año y que hoy califican como una de las mejores decisiones de ... su vida porque les ha permitido «acostumbrarse a vivir bien». Se desplazaron desde Chile hasta Madrid por trabajo y sin saber muy bien cómo, apareció Hola Pueblo para darles una segunda oportunidad en el municipio burgalés. «Nos mudamos a Madrid porque teníamos un proyecto de seis meses, y un día apareció esta iniciativa y nos postulamos sin expectativas de que se pudiera hace realidad», apunta Pablo, profesor que trabaja a distancia en la Universidad de Chile.
Esta plataforma busca conectar a personas interesadas en instalarse en el medio rural e implementar su proyecto de emprendimiento en pueblos que buscan nuevos habitantes. Un concepto a priori, que encajaba perfectamente con el interés de estos chilenos. «Nosotros no conocíamos España y no sabíamos qué lugar podría ser el mejor para iniciar el proyecto que teníamos en mente», comenta Alma, mujer de Pablo, que vio desde el principio esta oportunidad como una ventana al progreso.
pablo, chileno arraigado en belorado
Las condiciones técnicas necesarias para comenzar su proyecto agrario dirigido al desarrollo suponía conocer muy bien las particularidades del terreno. «Incluso hicimos un excel para ver qué municipio podía encajar mejor», bromea la pareja. Así, dos municipios burgaleses se postulaban como candidatos: Villadiego y Belorado. «Nada más llegar a este pueblo tuvimos la sensación de estar en casa», recuerda Pablo. Esa corazonada les guió hasta lo que ahora consideran su hogar y el lugar donde quieren crear un proyecto de vida.
Después de salir de dos ciudades tan grandes como Chile y Madrid, la tranquilidad de una pequeña localidad les arropó hasta sentirse mejor que nunca. Sin embargo, aunque al echar la vista atrás podemos hablar de un 'camino de rosas' por lo fácil que ha sido para ellos integrarse en el municipio, reconocen que sus hijos no lo han tenido tan sencillo. «La diferencia cultural es grande e integrarse para ellos es más complejo», comenta la madre. Las conversaciones y el estilo de vida es sustancialmente distinto y esa añoranza a su tierra natal hace que todavía se pregunten cuándo regresarán a Chile. «Me dicen que cuándo volvemos, para ellos está siendo complicado», asegura.
Con la esperanza de que finalmente ellos también puedan concebir la localidad burgalesa como el principio de una nueva vida porque, tal y como reconocen los chilenos, «es un gran lugar tanto por el paisaje, la gente, las calles, es maravilloso». Expectantes porque esta concepción se traslade también a sus hijos pero con la seguridad de que esta experiencia «les va a dar una base muy rica y la posibilidad de conocer a muchas personas que les ayudará también en el futuro».
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