«Todos llevamos un niño dentro y es una desgracia que se nos olvide», asegura Antonio Martín. Y él, desde Lerma, quiere ayudar a evitar esa pérdida de memoria, ese alejamiento de la infancia. Romper el corsé que nos imponemos a medida que crecemos. «Con ... un juguete en la mano nos olvidamos de muchas cosas y volvemos a nuestra parte más auténtica, nuestro niño», asegura Antonio. Con esta filosofía de base el sábado 30 de abril Antonio Martín inaugurará el Museo del Juguete de Lerma.
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Un atractivo más para este pueblo burgalés. La Villa Ducal se llena de juguetes. La colección de Antonio alcanza las 1.200 piezas, pero en Lerma estarán expuestas unas 800. No será una colección fija, irá variando.
No solo se trata de dejar salir el niño que llevamos dentro. En museo del juguete nos habla de la historia de un país. Se aprecia el pasado en los materiales que se usaban o en los juguetes que eran más populares en cada época, lo que dependía, en gran medida, de la actualidad del momento. También es un nexo entre generaciones, una conexión entre los mayores con los pequeños.
En la colección de juguetes de Antonio hay de todo. Encontramos muñecas antiguas como la Mariquita Pérez (tiene una de 1943) o la Pepona (alguna de 1930), también coches, barcos, juegos, camiones de bomberos...
Comenzó a coleccionar juguetes 'oficialmente' hace unos 33 años, «empecé con los barcos cuando iba de vacaciones y después pasó a los coches de colección, los Madelman y así seguí, te lías, te lías...», reconoce. Pertenece a una familia de cinco hermanos, por lo que «no había muchos juguetes y me salió ese niño que todos llevamos dentro y, a partir de los 24 años, comencé a coleccionarlos».
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Llegar a los 1.200 juguetes, llegar a almacenar el recuerdo de la infancia de un país no es sencillo. Muchas piezas las ha sacado de subastas, otras yendo a mercadillos, ferias, ahora se han sumado herramientas como las páginas y plataformas web. Eso cambia también el modo de acercarse a lo juguetes. «Cuando iba a un mercado o feria no iba a por algo específico, era cuestión de buscar algo interesante. Pero ahora eso ha cambiado, en las plataformas web puedes ir a buscar algo más especifico», explica.
Su última adquisición ha sido el muñeco de un coche y la parte de un autobús que tampoco tenía. «Hace poco fui específicamente a por un coche Tiburón, pero ahora mismo no tengo nada en mente. Bueno, miento, hay un coche, un modelo familiar, que quiero pero eso vale mucho. Es una pasada. Así que, ahora, hasta que me enamore de otro», reconoce este coleccionista y apasionado de los juguetes.
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Antonio ha optado por instalar el museo en Lerma por cercanía, por tener amigos y familia en la zona. Él es de Madrid pero su mujer tiene una bodega en Villalmanzo. «Creemos que Lerma tiene un público y un tránsito de personas único», explica.
El museo va a estar abierto 365 días al año. Presencialmente Antonio estará allí los viernes, sábados y domingos. El resto del año se podrá visitar mediante la plataforma Museos Vivos.
De una frutería y un supermercado, el local ha pasado gracias a las manos de Antonio y su suegro, José Luis, a un museo lleno de vitrinas cargadas de juguetes. La parte final también lleva trabajo y es la catalogación. Estará especificado cómo se llama el juguete, cuál es la empresa fabricante, su procedencia (aunque la mayoría es de España), el año de fabricación y el número de catalogación.
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El juguete es importante para un niño porque es el primer contacto con algo que manejar, con algo que le divierte, pero es que, a la vez, sirve para aprender texturas, colores, aromas, nos ayuda a socializarnos. También es la evasión, la posibilidad de huir de un mundo de adultos y residir en la imaginación.
Por ello, Antonio quiere visitar colegios, acompañado de pedagogos, para organizar excursiones para niños, «también para residencias de ancianos y centros de día. Una persona mayor con apoyo pedagogo creo que volvería a recuerdos olvidados», explica.
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Antonio Martín recuerda que en España hay un pueblo referente en el sector de los juguetes, Ibi (Alicante), pero señala que España llegó a ser referente mundial en este sector. «España llegó a ser potencia mundial de fabricación de juguetes sobre los años 1910/1920 y hasta los años 60», explica. «En Ibi estaba la antigua fábrica de juguetes Rico, ahí se encuentra el Museo del Videojuego Arcade Vintage. Allí estaban las fábricas de Paya y Rico, emblemas de los fabricantes de juguetes. Fueron dos propulsores del mundo del juguete. A partir de 1905 dejaron de fabricar tazas, navajas, cubiertos y pasaron a otros juguetes».
Antonio cuenta con un árbol genealógico con todas las marcas de juguetes que han existido en España, «muestra la grandeza del país en esta materia».
El niño Antonio reconoce que la moto es uno de sus juguetes preferidos, es el que le transporta a la infancia, aunque también está ese coche jefe de bomberos. Hay variedad para elegir. Los juguetes más antiguos datan de 1890 y son unos soldaditos de plomo pintados a mano. La colección paró entre 1972 y 1974, aunque hay algunos de los años 80. Antonio reconoce que no podía dejar fuera el universo 'Star Wars' y tiene toda la colección en plomo. También destaca unas maquetas de elementos de guerra hechas por un amigo.
Eso sí, todos los juguetes que hay en este museo funcionan y han sido probados por dos estrictos jueces, los hijos de Antonio.
Uno de los objetivos de Antonio con este museo es demostrar que hay mucho arte y artesanía en los juguetes, además de remarcar que «dicen mucho del momento en que surgieron». «Partimos de la base de que ahora los juguetes son accesibles para todo el mundo, pero quien en 1920 tuviera una muñeca era un afortunado. Una Mariquita Pérez, en 1943, cuando salió costaba como tres meses de sueldo de un padre de familia. En los 60 ya se recibían juguetes en Navidad, pero seguían sin ser tan habituales como ahora», explica.
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Los primeros juguetes fueron de hojalata, fue en los años 50 y 60 cuando pasaron al plástico. «Como curiosidad, los padres del niño que tuviera sobre los año 40 un juguete de hojalata tenían que pagar un impuesto por utilizar materiales caros y útiles. Así que, la hojalata se reciclaba de latas, como las de anchoa. En muchos juguetes se pueden ver las letras de los embalajes», cuenta Antonio que no solo colecciona juguetes, también es un apasionado de lo que estos nos pueden contar. Antes la fabricación era más artesanal. Había juguetes también de cartón, que se endurecían y el resultado es parecido al plástico.
También había mucha ingeniería. Cuando estalla la Guerra Civil las fábricas que se dedicaban a hacer felices a los niños pasaron de construir juguetes a fabricar munición, utensilios para la tropa, pero sobre todo muchas balas y casquillos para tanques. Al finalizar el conflicto volvieron a sus funciones originales. Todas las anécdotas que Antonio suelta mientras habla de los juguetes son fruto de su pasión, de haber investigado y haber aprendido de esos otros que llevan más tiempo, «tengo la suerte de haberme hecho íntimo amigo de personas a las que he comprado juguetes. Son más mayores que yo y son enciclopedias».
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