«Se legisla desde un lugar muy lejano a la realidad en la que se convive con el lobo»

Desde esa votación y su anuncio, el tema ha desbocado a la pandemia de la covid-19 como monotema. Los ganaderos burgaleses reconocen estar cabreados y preocupados. El Ministerio de Transición Ecológica convocó el 10 de febrero a las comunidades autónomas al grupo de trabajo para abordar la estrategia de conservación y gestión del lobo ibérico. Pero Castilla y León, junto a Asturias, Galicia y Cantabria, ha solicitado aplazar esta reunión hasta que se aclaren las circunstancias e «irregularidades» que a su juicio se produjeron en la última reunión de la comisión.

Por el momento, los ganaderos burgaleses están expectantes, preocupados y molestos. Vuelven a sentir que se legisla para el mundo rural, para el sector primario, desde muy lejos a la realidad. Alejandro es ganadero de ovino en Huerta de Abajo, lleva 11 años con su explotación ganadera en extensivo y ha visto como, en los últimos años, han aumentado los ataques del lobo. «Sentimos que esto se ha aprobado desde un lugar lejano a la realidad en la que se convive con el lobo. Es como que yo voto sobre problemas que hay en las zonas costeras. Las condiciones actuales ya nos estaban haciendo daños, si esto llega a ser realidad, será mucho peor», reconoce este ganadero burgalés.

Considerar al lobo como especie protegida supone no hacer un control poblacional de la especie mediante una gestión cinegética eficaz. Desde UCCL se considera esto una «auténtica irresponsabilidad» y un «ataque frontal a la ganadería extensiva, cuya presión será insoportable para muchas explotaciones».

Desde UCCL se apunta a que en 2020 se produjeron en Castilla y León unos 4.500 ataques de lobos con un resultado de más de 6.000 cabezas de ganado muertas, sin contar a los animales heridos y desaparecidos. Unas perdidas de unos cinco millones de euros en un año de los que solo un 20 por ciento fueron indemnizados.

Detrás de cada ganadería en extensivo hay un ganadero, una familia que depende de esos ingresos. Alejandro lleva 11 años dedicándose en esta zona de Burgos al ganado ovino en extensivo. Reconoce que siempre han existido los ataques del lobo pero al comienzo ocurrían una vez al año, una vez cada dos años y acaba con una quincena de ovejas. «Últimamente han aumentado los ataques, de octubre de 2019 a marzo de 2020 hice dos recuentos con unas 25 o 30 ovejas muertas a causa del lobo con parte emitido por los guardas forestales. A estas hay que sumar 30 desaparecidas. La mitad de estas calculo que son por ataque del lobo también», explica Alejandro. El ganadero recibe una indemnización por las ovejas muertas con certificación de ataque de lobo pero si no se puede certificar por estar desaparecidas, no se cobra nada. «Aun sí, yo no vivo de tener la oveja, vivo de vender corderos», explica Alejandro.

La población del lobo en Castilla y León, según el último censo, es de 2.000 ejemplares, es decir, 180 manadas de las 300 que hay en toda España. Hay comunidades autónomas donde no sufren esta problemática que han participado en la toma de decisiones frente a una gestión que les queda lejos de sus territorios, por lo que desde UCCL se ve «injusto» que participen. Opinión que comparte este ganadero burgalés.

En el caso de este ganadero de Huerta de Abajo, al estar en una reserva de caza puede recibir indemnización por los ataques, «con un precio malo pero indemnización», pero no quiere obviar la situación de otros ganaderos de pueblos vecinos pero que no se incluyen en la reserva de caza. «El pueblo colindante no está dentro de la reserva y los ganaderos no cobran nada por los ataques. El lobo está por todos lados, no entiende de mojones. Aquí en Huerta de Abajo, al ser especie cinegética, se estaba indemnizando por los daños ocasionados, ahora que no lo será, no sé qué va a pasar», reconoce preocupado.

«Hay que tener en cuenta que las explotaciones ganaderas no son exageradamente rentables, que vendemos a pérdidas en muchas ocasiones. Huerta de Abajo no tiene más sistema productivo. Se habla de despoblación pero se ningunea constantemente al sector primario», lamenta Alejandro. En el caso de Huerta de Abajo, según apunta esta ganadero, hasta ahora solo se permitía cazar al lobo si este ocasionaba daños, «ahora ni eso. El censo poblacional era antiguo y estaba estipulado que no se podía cazar ninguno a menos que hubiese daños», explica. Con este cambio legislativo esto también quedaría anulado. El lobo no se podría cazar.

Además de los perjuicios monetarios, de las ovejas muertas o desaparecidas, las heridas, «están las noches sin dormir, la preocupación de saber que tienes al lobo ahí encima. Es que ahora cada 15 días se da un ataque de lobo por la zona», apunta Alejandro.

«La gente, cuando se imagina un rebaño de ovejas, lo hace en un prado abierto con ovejas y sol, todo muy idílico. Aquí es complicado, estamos en monte, con elevaciones del terreno», explica. El día que hablamos con Alejandro la meteorología, además, era adversa, «he guardado un gran grupo de ovejas pero siempre, con este tiempo, se queda alguna fuera porque en el monte es más difícil reunirlas». Tiene tres mastines e intenta recogerlas por las noches pero, como él mismo señala, «¿la policía evita todos los robos?». «Tengo tres mastines, además de la responsabilidad que acarrea tener perros de tanta envergadura, he tenido 25 bajas y otras tantas desaparecidas. Si no los hubiese tenido, habrían sido el doble. No son infalibles. El lobo es muy listo», añade. Además, algunos de los últimos ataques que ha sufrido se han dado por el mediodía, «el lobo no tiene depredador, pierde el miedo a acercarse con la luz del día y para saber eso hay que estar aquí».