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Muchos creerían que este momento no llegaría nunca, pero lo cierto es que hoy, 8 de agosto, se cumple un año del último y trágico accidente mortal registrado en la N-1. Hace un año, una joven pareja gallega (22 y 26 años) fue arrollada ... por un tráiler con matrícula portuguesa, conducido por un camionero que dio positivo en el posterior control de alcoholemia. Desde entonces, nadie más ha muerto en una de las vías con mayor siniestralidad de toda la provincia burgalesa.
Un hecho histórico en un Burgos que siempre ha temido a la primera nacional, foco de atención por la alta afluencia de tráfico, sobre todo pesado, y la gravedad de los siniestros, que se han cobrado más de 250 vidas en las últimas décadas.
Y buena culpa del hecho histórico ha tenido la liberalización de la AP-1. Tras años reclamando que no se prorrogara más la concesión de esta autopista, el 30 de noviembre del año pasado se liberalizó esta vía de alta capacidad y buena parte del tráfico pesado se decantó por ella, descongestionando la nacional. El fin de la concesión se consiguió, gracias entre otros colectivos, a la Plataforma de Afectados por la N-1, que ha esta durante años denunciando la peligrosa situación de la carretera.
Rafael Solaguren, portavoz de la plataforma
El portavoz de la Plataforma, Rafael Solaguren, reconoce que la vida de quienes utilizan la nacional «ha cambiado radicalmente» porque antes se percibía que en cualquier momento podía tener lugar un accidente y ahora «estamos casi seguros de que no va a haber víctimas mortales». Para Solaguren, que llevaba mucho defendiendo que los vehículos pesados debían de circular por la AP-1, «la solución era evidente».
En Tráfico son muy cautos a la hora de valorar la situación que se vive, actualmente, en la N-I y la AP-1 tras la liberalización de la autopista. Los datos son positivos. Un año sin víctimas mortales en la nacional es una referencia histórica, sin embargo, nunca se debe de bajar la guardia y el jefe provincial de Tráfico, Raúl Galán, insiste en la importancia de respetar las normas de seguridad y no exceder las velocidades máximas.
La liberalización de la AP-1 ha supuesto, como estaba previsto, una bajada de la intensidad del tráfico en la N-I por derivación a la antigua autopista, que ha ido acompañada por una reducción en los accidentes viales. Menos accidentes y, sobre todo, menos graves, pues una colisión en la N-I podía tornarse fácilmente en accidente mortal, más si se veía implicado un camión.
Y es que, como el colectivo vecinal ha venido clamando durante los últimos años, una distracción se pagaba con la muerte en la N-I, vía de un único carril por sentido, con alto tráfico y cargada de vehículos pesados.
Mientras, el incremento del tráfico en la AP-1 ha traído consigo un aumentado también de los siniestros en esta vía de alta capacidad, pero son menos graves, apunta Galán. La velocidad media se ha reducido, insiste, y el exceso de velocidad si bien no es la causa principal en la mayor parte de los accidentes sí marca la diferencia en la gravedad de los mismos.
El mayor problema que presenta ahora la AP-1 es la limitación de entradas y salidas, uno de los 'debe' a solucionar por el Gobierno central, lo que ocasiona retenciones en cuanto hay un accidente, si bien la Guardia Civil presta especial atención a la zona para minimizar los atascos, insiste Raúl Galán.
Hacer valoraciones es complicado, reitera el jefe provincial, a la espera de que se complete el ciclo. La AP-1 levantó las barreras el 1 de diciembre de 2018 así que el próximo 1 de diciembre será el momento de hacer balance. Además, en estos momento el corredor AP-1 soporta el intenso tráfico de la operación Paso del Estrecho, que también condiciona la circulación y las valoraciones, que siempre que supongan contar con menos fallecidos serán positivas.
Además, la gratuidad de la vía de alta capacidad no ha tenido los efectos negativos que se venían anunciando, a juicio del defensor de la liberalización. No se ha colapsado la AP-1, y más allá de momentos puntuales en los que se registra una mayor densidad de tráfico, la fluidez ha sido la correcta, señala. Asimismo, el tráfico de la N-1, por la que siguen circulando algunos camiones, es el suficiente para que la mayor parte de los negocios dependientes de los conductores sigan funcionando.
Si bien aún hay tareas pendientes porque en todo este año no se han dado pasos significativos para generar más accesos a las localidades próximas. Tampoco se han corregido algunos cruces que obligan a detenerse en mitad de la N-1 para tomar una salida y que son peligrosos. Sin embargo, Solaguren cede el testigo de estas demandas a las administraciones y los colectivos que deben de defender una mejor accesibilidad.
En definitiva, el portavoz de la Plataforma recuerda que antes de la liberalización de la AP-1 registraba una media anual que rondaba los seis fallecidos (el último año fueron tres) y tras ella la N-1 no ha visto perecer a ningún conductor más. De ahí que Solaguren sea muy severo con quienes critican la situación de la AP-1 por haberla conocido antes y después de la retirada de las barreras: «Ahora, quienes iban a Bilbao a 150 km/h no pueden hacerlo».
El último accidente mortal de la N-1 tuvo lugar en el kilómetro 254 de la N-1, a su paso por la localidad de Quintanapalla. Pasaban las 15:45 horas cuando un camionero invadía el carril contrario en una curva y se llevaba por delante el vehículo de la pareja gallega. Los jóvenes no tuvieron oportunidad de evitar al tráiler, que les encajonó con el remolque y los sacó de la carretera cuando el vehículo era un amasijo de hierros.
Además, varios vehículos que circulaban detrás del coche de los gallegos se vieron afectados por el accidente. Un padre y su hijo colisionaron y un motorista sufrió una caída. En total, cuatro personas de entre 18 y 58 años, incluyendo el propio camionero (que dio positivo en la prueba de alcoholemia), resultaron heridas en ese accidente en el que la peor parte se la llevaron los dos fallecidos.
Por otro lado, el experto en la N-1 lamenta que la muerte de la pareja gallega se podía haber evitado de haberse liberalizado la AP-1 mucho antes. Sin embargo, Solaguren reconoce que no tiene un especial recuerdo del accidente del 8 de agosto de 2018.
«Lamentablemente fue uno más. Muy grave y muy violento, pero como ese había montones», porque en el 90% de los siniestros estaba implicado un camión y eso era sinónimo de muerte. Pasado un año del accidente cobra mucho más significado para él y la Plataforma por haber sido el último antes de la liberalización y cumplirse un año sin víctimas mortales.
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