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La familia Montoya se reencontró en la madrugada del sábado al domingo. BC
«No hemos esperado ni a que amanezca el domingo. Hemos pasado la frontera con Burgos en cuanto se ha podido»
'Nueva normalidad'

«No hemos esperado ni a que amanezca el domingo. Hemos pasado la frontera con Burgos en cuanto se ha podido»

Mari Luz Montoya ha vuelto a Espinosa de los Monteros, su pueblo, tras pasar todo el estado de alarma en Barakaldo, donde reside | Ha pesado estar lejos de su familia, a los que está muy unida y con los que celebra todo lo posible | El reencuentro llegó en la madrugada del domingo para recomponer el ánimo de todos

Lunes, 22 de junio 2020, 08:08

La tierra de uno tira mucho. La tierra, la familia, los recuerdos. A Mari Luz Montoya le tira Espinosa de los Monteros, allí nació, allí pasó su infancia y juventud y allí regresa siempre que puede desde Barakaldo. Pero lleva más de 99 días ... sin poder regresar. La noche del sábado 20 de junio, a las 23.25 horas, cargó las maletas en el coche, colocó a sus dos hijos y partió hacia la frontera entre Burgos y Vizcaya.

A la medianoche del sábado al domingo se levantaba el estado de alarma instaurado para frenar la pandemia de la covid-19 y Mari Luz había hecho cálculos. «Si tardo 35 minutos en llegar a la frontera con Burgos, a las 23.25 horas estoy saliendo de casa», afirmaba segura días antes de poder viajar. El sábado por la tarde, con emoción, ilusión y nervios, ya tenía preparadas las maletas para iniciar uno de los viajes más inolvidables. Sensaciones nuevas en un trayecto de sobra conocido por esta familia. Los días previos al viaje las ganas se contenían. pero Mari Luz reconocía que no se le estaban haciendo largas las jornadas porque al poder salir y regresar a la rutina se hacía más llevadera la espera.

Ella, su marido y sus dos hijos residen en Barakaldo. Allí han estado confinados. Mari Luz tiene dos trabajos, uno en un bingo que ha estado cerrado. Pero, al menos, ha podido seguir ejerciendo de comercial de Thermomix. «He teletrabajado un montón porque la gente estaba en casa, quería cocinar y se han animado a comprar. Agradezco mucho el haber podido trabajar y no estar parada. Se lleva de otra forma el confinamiento», reconoce.

Aún así la distancia ha pesado mucho, se ha hecho duro estar lejos de la familia, de ese núcleo de apoyo. Se han mantenido en contacto, como la gran mayoría, por videollamadas pero nada sustituye un abrazo, una sonrisa en directo. Su madre vive en Espinosa al igual que otros tres hermanos. Además, la familia Montoya es «muy familiar, celebramos todo», reconoce Mari Luz. Dos cumpleaños han tenido que celebrar en la distancia pero el tercero, aun con el estado de alarma vigente pero con más libertad de circulación por la provincia, no lo permitieron. Quedaron en la frontera entre Burgos y Vizcaya y ahí montaron la fiesta con lo que pudieron porque lo más importante ya estaba y eran ellos, la familia.

Sobre las once y media de la noche Mari Luz y sus hijos salieron de Barakaldo camino a Espinosa. BC

«Hemos hablado por videollamadas pero mi madre está sola en casa, no tiene WhatsApp y sabes que se le está haciendo largo. Era duro pensar en ello», añade. Además de la familia, la vida en el pueblo también se añoraba, «habríamos estado mejor en Espinosa porque aquí tenemos otro tipo de casa. Mi piso en Bilbao es más pequeño, no tiene balcón. Yo habría hecho lo mismo aquí en Espinosa, habría respetado el confinamiento y las normas. Añoraba esto. Aunque sabía que podía pasar, no hemos intentado regresar», explica.

Las ganas contenidas, los abrazos aplazados, los besos que se deben en la familia Montoya han llegado en cuanto se ha podido. «No hemos esperado ni a que amanezca el domingo. Mi marido trabajaba pero los niños y yo hemos pasado la frontera con Burgos en cuanto se ha podido», apunta. El reencuentro entre los nietos y la abuela también era uno de los más esperados. Y también uno de los que más sorpresa ha causado, «a mi madre no le hemos dicho que veníamos hasta la noche de antes para que no se preocupara».

Ahora se quedarán unos días en el pueblo, disfrutando de lo que tanto han extrañado. Parece que la nueva normalidad trae los regresos ansiados a los pueblos. «A lo largo del año intentamos subir a Espinosa todo lo que podemos. Los fines de semana que libramos venimos. Al igual que en verano. A veces los niños se quedan aquí con la familia porque nosotros trabajamos», apunta Mari Luz.

Espinosa y su familia, los Montoya, forman parte de Mari Luz. Los largos más 100 días sin verlos han pesado pero el reencuentro ha llegado para recomponer el ánimo, para arrojar esperanza, para caminar hacia algo mejor.

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