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Antoni Benaiges, en el centro, con sus alumnos de Bañuelos de Bureba. En el círculo, Antoni Benaiges. BC
Homenaje al maestro más querido de Bañuelos, 85 años después de su asesinato

Homenaje al maestro más querido de Bañuelos, 85 años después de su asesinato

La localidad de la Bureba organiza el 18 de julio un emotivo acto al profesor Antoni Benaiges, fusilado en 1936 y cuyos restos aún no se han encontrado

Sábado, 10 de julio 2021, 09:21

El método de enseñanza de Antoni Benaiges no se ha olvidado en Bañuelos de Bureba. Y seguramente eso nunca sucederá. Vivió tan solo dos años en la provincia de Burgos, entre 1934 y 1936, pero fue el tiempo suficiente para sembrar un semilla que ha germinado con el paso de los años y que hoy en día sigue dando frutos, a pesar de que este municipio tan solo sume 30 habitantes en la actualidad.

En 1934, cuando Benaiges llegó a una localidad sin carreteras, agua corriente y electricidad, vivían 250 vecinos. Eran otros tiempos. Desde su Mont-Roig del Camp (Tarragona) viajó hasta la localidad burgalesa con su método pedagógico en el bolsillo. Y lo implementó de tal manera que a día de hoy, 85 años después, sigue muy presente. La vida de Antoni Benaiges, miembro por aquel entonces de UGT, acabó el 19 de julio de 1936, después de ser detenido y encarcelado en Briviesca por su ideología, y en el mismo año que había prometido a sus alumnos que les llevaría a ver el mar de su localidad natal.

Antonio Benaiges.

«Se le golpeó brutalmente. Ensangrentado y medio desnudo, fue paseado por las calles en una furgoneta descubierta para escarnio y advertencia. Y al anochecer de ese mismo día, fue asesinado en un cruce de caminos», apunta Javier González, secretario de la asociación Antoni Benaiges de Bañuelos.

85 años después de aquel día, el pueblo de Bañuelos le rendirá un homenaje en la escuela que hoy lleva su nombre y sobre cuya puerta hay un lema de aquel maestro ejemplar: 'Respetemos al niño. Que sea niño y sienta, luego, la necesidad de ser hombre'. En el acto, además de contar con la presencia de miembros de la familia de Antoni, acudirá Eladio, el último alumno que permanece con vida de la etapa de Antoni en Bañuelos, así como la totalidad del pueblo que conservó su memoria en un silencio forzado a lo largo de ocho décadas.

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Los restos de Antoni no han aparecido aún. El optimismo se disparó en las últimas excavaciones de la Pedraja. «En principio se pensaba que estaba ahí el maestro. Según lo investigado es imposible que se encuentre en esa fosa y seguramente esté en una cuneta en Briviesca. Nos gustaría encontrar los restos por su familia. Hasta que no aparezca, la familia no descansara. Por eso, el día 18 haremos un entierro simbólico. El que no tuvo en ese momento para paliar ese dolor», explica González.

Antoni Benaiges fue asesinado en 1936 a sus 33 años y desde entonces su legado ha pasado de generación en generación. «Era un maestro convencido de su sistema de enseñanza (Freinet) y muy implicado en la renovación pedagógica que había en la República. Era una persona muy activa y socialmente estaba implicado. Entablaba conversaciones con los jóvenes y les informaba de cómo estaba la sociedad. Era algo más que el maestro de escuela. Siempre decimos que si una generación hubiera salido educada con ese método pedagógico, otro gallo nos cantaría», detalla Javier González.

«Era algo más que el maestro de la escuela»

Durante todos estos años, los vecinos de Bañuelos y en concreto los miembros de la asociación (fundada en 2013) han apostado por recuperar las enseñanzas de su maestro. Con la colaboración de la familia de Antoni, se fueron recopilando los cuadernos que editaron durante esos dos años. «Utilizaban una tecnología que se basaba en la utilización de la imprenta, comprada por el maestro. Con esa pequeña imprenta hacían cuadernos para aprender a escribir las palabras, ortografía y especialidades artísticas. Hicieron 13 cuadernos y el primero se salvó gracias a un chaval porque cuando detuvieron al maestro quemaron todos sus papeles», recuerda el secretario de la asociación.

Una entidad que se creó hace menos de diez años y que tiene como sede la propia escuela de Antoni. «El Ayuntamiento apostó porque fuera un centro de cultura y no un bar. Es mucho más beneficioso. Nuestro presupuesto es escaso, solo nos alimentamos de las cuotas de los socios. El Ayuntamiento hizo un esfuerzo salvaje por rehabilitar el edificio y aún no está acabado», detalla González.

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