Los trabajadores y usuarios de la residencia de San Agustín dan negativo en covid-19 tras el positivo de una trabajadora

La diputada de Bienestar Social, Inmaculada Sierra, ha explicado que la trabajadora en cuestión se sometió a la prueba PCR cuando volvió de vacaciones, como marca la normativa. Y dio negativo. Sin embargo, en el cribado que ha iniciado la Junta de Castilla y León, se le hizo de nuevo la prueba y ahí sí dio positivo, así que se estableció aislamiento domiciliario y se rastrearon los contactos dentro de la residencia.

Ahora la primera prueba ha dado negativo y habrá que esperar a una segunda que confirme que no hay contagios, con vigilancia del estado de los usuarios, como es habitual. Y, mientras, el centro permanecerá cerrado a las visitas, hasta que se considere que no hay riesgo y se pueden recuperar. Se seguirá en todo caso criterios sanitarios, insiste Sierra, como en las otras cuatro residencias dependientes de la Diputación.

En ninguna de ellas se ha detectado positivos, ni entre usuarios ni entre trabajadores, sin embargo están sin visitas San Juan del Monte en Miranda de Ebro y San Salvador de Oña. La decisión se tomó al analizar las características de las visitas, que procedían muchas de ellas de comunidades muy afectadas por los rebrotes. También analizando la situación de las zonas básicas de salud en las que se ubican.

De este modo, la Diputación solo mantiene abiertos los centros de Fuentes Blancas, eso sí, con todas las medidas de precaución. Una única persona por visita, cita previa, duración máxima y todos los protocolos sanitarios para evitar la entrada del virus. Del mismo modo, a los trabajadores de las cinco residencias se les hacen las correspondientes pruebas cuando vuelven de vacaciones. Y a los contratados, también.

Hasta ahora lo ha estado gestionando la Diputación pero en agosto lo ha asumido la Junta a través de Atención Primaria. Inmaculada Sierra reconoce que hay que ir «día a día», pues la situación cambia constantemente. El deseo de la Diputación es poder facilitar las visitas a familiares siempre que se consideren seguras, pues temen llegar al otoño, cuando se espera una segunda ola, y que se cierren a cal y canto como en los peores momentos de la crisis sanitaria.