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En la Guardia Civil hay sitio para todo el mundo. El único requisito que se exige, y que es difícil de cumplir sin vocación, es tener espíritu de servicio público. Los agentes que componen el benemérito cuerpo aseguran estar para servir, no para ser ... servidos; para ayudar, resolver problemas y estar cerca de la ciudadanía, sobre todo en el medio rural, donde son la única autoridad policial a la que se puede acudir, y cuya presencia incomoda a algunos pero da seguridad a la mayoría, lo mismo que ocurre en las zonas urbanas con el resto de cuerpos policiales.
Y con ese espíritu de servicio público llegaron los agentes Sara Amado y Óscar López a la Comandancia de Burgos, tras haber estado trabajando en el mundo civil en puestos relacionados con sus estudios. Para ambos, la Guardia Civil siempre había sido una opción profesional, pero el momento de ingresar en sus filas se hizo esperar, si bien ahora afirman que no lo cambiarían por nada. «Yo estoy muy orgulloso de ser Guardia Civil», asegura el agente López, que lleva solo dos meses en prácticas de las cuarenta semanas que le toca pasar antes de conseguir destino.
En su caso, como graduado superior en Automoción, estuvo trabajando en el sector del automóvil durante ocho años. Y, llegó un día, en el que decidió que quería hacerse agente. «La Guardia Civil había sido siempre una salida profesional que había valorado, por su carácter rural, vinculado a los pueblos, ayudando a la gente; era lo que más me llamaba», admite. Y en su familia lo entendieron. «A mis padres les pareció una muy buena idea. Me apoyaron. Mi madre está superorgullosa».
Y es esa la palabra que más repite el agente López. Orgullo. Lo mismo que Sara Amado, guardia civil que trabaja en el laboratorio de criminalística de la Comandancia, y con más de una década de experiencia en el cuerpo. «Lo que más me gusta es el trato humano. Cuando ves que aportas tranquilidad, que tienen confianza en tu trabajo, cuando ayudas... esa gratitud no tiene precio», afirma. Y por eso se siente orgullosa del trabajo que realiza. «Veo que estamos haciendo las cosas bien. Si no fuera así, no tendríamos 177 años», asevera.
La agente Amado es hija y nieta del cuerpo. «Siempre he tenido vocación porque lo he visto en casa», asegura, y también desde siempre había querido convertirse en agente, «querer ser como mi padre y mi abuelo, ayudar». Sin embargo, tuvo que esperar su oportunidad unos añitos y, mientras tanto, se licenció en Biología y trabajó en museo científicos, en empresas, como profesora y en educación ambiental, hasta que finalmente, hace once años, pudo sacarse la oposición. Y desde hace cinco años está en criminalística en Burgos.
«Todos tenemos un hueco porque todos podemos aportar algo. En la Guardia Civil tienes un abanico tremendo de posibilidades», asegura. Y ella se ofrece como ejemplo. En su trayectoria profesional ha pasado por la sección de fiscal del puerto de Coruña, por el puesto principal de San Lorenzo del Escorial y por el Servicio de Criminalística de Madrid, donde estuvo en el laboratorio de biología. Además, al agente Amado destaca la formación continua y especializada. «Te sientes bien porque sabes que vas a poder desarrollar perfectamente tus funciones».
Tanto la agente Sara Amado, como el agente Óscar López, pese a llevar poco en el cuerpo, han pasado por momentos difíciles en su tarea profesional. «Hemos tenido muchas intervenciones muy satisfactorias, pero marcan más las que duelen», admite la agente Amado. Y, de ellas, destaca el crimen machista que acabó con la vida de la joven Monika en julio de 2019 en Salas de los Infantes. Un caso en el que la agente Amado trabajó en la parte de laboratorio, recabando pruebas y conformado el informe de criminalística.
«Te marca mucho. Acaba de suceder todo. Empiezas a realizar una inspección ocular y ves la crueldad de los actos... marca porque te deja ver el infierno en el que vive mucha gente y muchas veces no nos enteramos», comenta. Su labor es una de las más delicadas y complejas. En un crimen como el ocurrido en Salas, los primeros en llegar son los compañeros de Seguridad Ciudadana, que aseguran el lugar y protegen el escenario para que la agente Amado pueda hacer una inspección técnico-ocular perfecta, y nadie altere las pruebas, voluntaria o involuntariamente.
«Es un trabajo duro y un contraste de sentimientos. En el momento que tienes que actuar eres muy profesional, pero esas cosas marcan, y te lo llevas a casa. En el momento sacas energía de donde haga falta porque quieres hacerlo todo perfecto», reconoce. Mientras, el agente López se queda con la ayuda que ha tenido que prestar, en varias ocasiones, a los peregrinos del Camino de Santiago. Y con la parte positiva del trabajo diario en el medio rural, con la gente de los pueblos, «que se alegran de que pases por allí, se acercan y hablan con la patrulla».
La agente Amado insiste en que lo que «impulsa» a la Guardia Civil es el trato humano y la cercanía con la sociedad. «En los pueblos me he sentido muy querida y respetada y veo que a la Guardia Civil se la valora y se la estima. Mi madre y mi marido son de Pradoluegno. Tienen allí el cuartel y siempre que amenazan con que no hay patrullas o tienen que cerrar el cuartel, la gente no quiere. Se sienten protegidos y a veces comprendidos porque, igual, con hablar con la patrulla, se quedan tranquilos. Y la presencia de la Guardia Civil, le tranquiliza».
Y ese es el mensaje que ambos agentes quieren lanzar en este 12 de octubre, día de la Virgen del Pilar patrona de la Guardia Civil. Que el benemérito cuerpo es mucho más que poner multas de tráfico y pedir papeles. Que sus competencias son amplísimas, y algunas exclusivas. Solo ellos se encargan de intervención de armas, disponen de los grupos de rescate de montaña y asumen competencias de fronteras. Además, el SEPRONA es la única policía medio ambiental de la Unión Europea. Así que por opciones de futuro no es.
«La Guardia Civil es muy vocacional y tiene mucha humildad. Presumimos menos de lo que tendríamos que presumir aunque estemos muy orgullosos», reconoce la agente Sara Amado, quien defiende el avance que ha experimentado el Cuerpo, al ritmo de la sociedad. «Yo conozco las historias de mi abuelo, las de mi padre y mi experiencia en la Guardia Civil y ha evolucionado mucho y muy bien, acorde con los tiempos». Y, de nuevo, ella vuelve a ser un ejemplo.
Como mujer, no ha tenido ningún problema en el cuerpo. «He recibido un trato muy bueno de mis compañeros, me han respetado, me he tenido una más. No he notado que me traten distinta por ser mujer», afirma. Entonces, ¿por qué hay tan pocas mujeres en la Guardia Civil? Pues para la agente Amado la explicación es el desconocimiento. «Cuando yo me presenté a las oposiciones, se lo comenté a mis amigas y me preguntaban que si no me daba miedo. Pero, ¿por qué iba a tener miedo? Hay desconocimiento».
En general, la agente Amado habla muy bien de sus compañeros. «En la Guardia Civil el trato es muy cercano, se trabaja a gusto. El compañerismo es muy importante», apunta. Y lo corrobora el agente Óscar López, que como recién llegado ha visto que en seguida «te meten al grupo y te tratan como si llevases años». Además, los veteranos están dispuestos a ayudar, a indicarte, a aconsejarte, pero eso es siempre, tengas la veteranía que tengas, por eso el agente López está muy contento. Y si pudiera quedarse en Burgos, sería genial. Lo verá cuando llegue el momento de pedir destino y, luego, dependiendo de cómo enfoque su futuro profesional.
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