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El vigilante de la torreta de El Grajo, en Burgos, en su puesto de trabajo.

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El vigilante de la torreta de El Grajo, en Burgos, en su puesto de trabajo. APM

Centinelas de fuegos, los ojos que velan para frenar los incendios forestales en Burgos

Las torres de vigilancia ubicadas en zonas estratégicas de la provincia integran una red que es fundamental en el operativo para la prevención y detección de los fuegos forestales | Además de dar la voz de aviso, la triangulación y la interpretación son claves para una correcta actuación | Así es la vida desde las alturas y así funciona todo un operativo coordinado

Sábado, 1 de agosto 2020, 09:10

«Estamos bien de la cabeza», señala el vigilante de la torreta contra incendios de El Grajo, ubicada en plena capital burgalesa. Lo remarca porque su trabajo parece sencillo, vigilar, pero conlleva más de 10 horas seguidas de tensión y estar alerta en soledad. ... El día que visitamos la torreta sopla un ligero viento y las nubes ayudan a que el sol no sea muy duro, parece un lugar idílico, pero en realidad es el lugar de esos centinelas que velan por detectar los fuegos cuanto antes mientras la provincia sigue su actividad.

El dispositivo contra incendios de la Junta de Castilla y León engloba a mucho personal distinto. Están los vigilantes de las torretas, pero también el personal de operativo como los de los camiones, empresas privadas que trabajan para la Junta haciendo la limpieza de montes y que son movilizadas para el fuego. Los helicópteros también son de una empresa privada y no hay que olvidarse de los técnicos de la Central Provincial de Mando.

El horario de estos vigilantes termina con la puesta del sol, por lo que a medida que avanza la campaña el horario se va adelantando. En cambio, hay otra torreta en la Demanda que está operativa las 24 horas del día. En el caso de esta torreta de El Grajo funciona durante los meses de julio, agosto y septiembre. El personal de la lucha contra incendios de la Junta se contrata entre cuatro, seis o nueve meses en función de la peligrosidad que presente la campaña, explica el agente medioambiental al frente del territorio en el que se encuentra esta torreta.

Cuando el vigilante llega, tras subir un número indeterminado de escaleras que, en este caso, no ha contado, se cerciora de que todo el material está operativo, sobre todo la emisora. Hay que reportar la entrada y la salida del puesto a la Central Provincial de Mando. Igualmente, a las horas en punto se comunican las novedades e incidencias del puesto.

«Básicamente, lo que hacemos todo el día es observar. Nuestra función es dar el chivatazo cuanto antes, en cuanto hay un indicio de fuego, que fundamentalmente vemos por el humo, lo comunicamos a la Central Provincial de Mando», explica este vigilante. Es la Central Provincial de Mando la que decide qué medios y personal se precisa en función de los datos que se van ofreciendo desde la torreta. La torre de vigilancia de la Demanda, los agentes medioambientales y la central son los únicos que están 24 horas disponibles.

Triangulación e interpretación

Además de dar la voz de alarma, el agente medioambiental destaca otras dos funciones claves de los vigilantes de torretas. «Hay veces que es la gente la que llama al 112 dando la voz de alarma porque el humo no ha subido mucho o que el 112 recibe muchas llamadas sobre el mismo incendio, pero con localizaciones confusas. En ese momento el vigilante clarifica el lugar del incendio mediante la triangulación gracias a la alidada de Pínulas», señala el agente forestal.

La alidada de Pínulas es un elemento topográfico a través del cual los vigilantes miran al punto donde está saliendo el humo. Ese punto es marcado con unos grados en la alidada de Pínulas de una torreta, pero en otras torretas también se dan los grados y así, por triangulación, se obtiene un punto preciso. «Lo primero que hago es dar un rumbo y una estimación de la distancia. La central moviliza entonces los medios que estime necesarios», señala este vigilante.

La interpretación también es fundamental. «Desde que nosotros notificamos el incendio a la central y hasta que los agentes se encuentran en el lugar, los vigilantes hacen la valoración técnica. Los agentes nos van preguntando cómo vemos la columna, el color, la dirección», señala este vigilante. «Esa información para nosotros es muy valiosa porque no sabemos lo que nos vamos a encontrar», señala el agente medioambiental.

Este vigilante lleva trabajando en esta torreta seis veranos y ha estado otros dos en Quintanar de la Sierra. Hay diferencias entre torretas forestales y urbanas. «La diferencia fundamental es la actividad humana, aquí hay mucha más actividad, industrial, agrícola, de todo tipo de ocio que genera potencialmente muchos riesgos. Esta torre exige más atención, aunque tenemos localizadas las zonas donde hay emisiones de humo industriales que son importantes y controlamos cómo el viento puede desplazar esas columnas. Suele haber muchas alertas que nosotros clarificamos», señala el vigilante de El Grajo.

Aunque las torretas tratan de controlar los incendios forestales, en el caso de esta, ubicada en la ciudad de Burgos, también da avisos de incendios urbanos. Recuerda este vigilante el surgido el año pasado en la campana extractora de un restaurante, por ejemplo.

En alerta constante

Los descuidos aquí no se toleran. «Por dignidad, compromiso y responsabilidad tienes que estar atento. Estás deambulando y alerta. No te puedes tirar dos minutos seguidos despistado», reconoce. «Son más de 10 horas con una cosa sencilla que es vigilar, pero muy importante. Están velando porque no pase nada, en tensión y alerta, por lo que no se puede compaginar con otras actividades», señala el agente medioambiental.

Una red de torretas repartidas por toda la provincia de Burgos se integra dentro de un operativo coordinado en el que participan múltiples agentes. Este es el equipo que todos los veranos vela porque los incendios estén controlados en la provincia burgalesa. Un trabajo silencioso. Un trabajo que, en muchos casos, no se ve ni se puede apreciar en su completa magnitud. Un trabajo que protege la naturaleza y salva vidas.

La Central Provincial de Mando prepara un dispositivo para salir a un incendio. APM

La importancia de la investigación de las causas en un incendio

Este agente medioambiental señala que este verano, de momento, no ha habido muchos incendios reseñables. Recuerda que hace unos 10 años sufrieron un verano «especialmente malo». No saben exactamente qué pasaba pero «debía haber una bacteria que convertía en polvo la mayoría de los rastrojos. Me acuerdo de salir un día hasta seis veces por incendios provocados por cosechadoras», recuerda.

Tampoco olvida los incendios de la Sierra de Tesla en el norte de Burgos. En agosto de 2003 esta zona estuvo ardiendo desde el día 3 de agosto al 16 del mismo mes.

«Desde hace 60 años hay constancia de los incendios que ha habido en España. El ministerio nos pide constantemente datos. Se sabía que era importante conocer la causa de los incendios y ahora ya se trabaja mucho en ese aspecto. Por eso los agentes medioambientales, una vez que se da por extinguido el fuego, somos los últimos en replegar. En ese momento comenzamos a trabajar para esclarecer qué ha ocurrido y a perimetrar el terreno afectado. Con todos estos datos hacemos las fichas de investigación y el parte del incendio», explica este agente medioambiental.

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