La provincia de Burgos puede presumir de muchas cosas, incluido un rico patrimonio histórico y artístico, con elementos tan singulares como la Catedral de Burgos, la Cartuja de Miraflores, el Monastero de las Huelgas, los Yacimientos de la sierra de Atapuerca o el Camino de ... Santiago. Pero quizá, de lo que más puede presumir la provincia es de su legado medieval, que ha llegado hasta nuestros días en forma de pueblos y, sobre todo, castillos, torres y fortalezas, que se cuentan por cientos a lo largo y ancho del territorio burgalés.
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Pero, ¿cuáles son los castillos más bonitos de la provincia de Burgos? La respuesta a esa pregunta es, sin duda, subjetiva, pero aquí va una lista de diez de las fortalezas más espectaculares de las tierras del Cid.
No se puede empezar una lista de los castillos de la provincia de Burgos sin comenzar con el de la capital provincial, una fortaleza que Alfonso III le ordenó construir en el 884 a Diego Porcelos para defender el valle del Arlanzón en su avance hacia el sur y que supuso el origen de la ciudad.
De aquella fortaleza inicial quedan pocos vestigios, pues a lo largo de los siglos fue objeto de innumerables modificaciones y ampliaciones. Quizá, las más significativas sean las obras realizadas para transformar el castillo en palacio real.
Su historia cambió radicalmente el 13 de julio 1813, cuando las tropas de Napoleón, que tiempo atrás habían tomado la ciudad, decidieron volar el polvorín que custodiaban en el interior en su huida hacia Vitoria. El castillo quedó casi reducido a escombros. Hoy, tras un proceso de recuperación, es uno de los grandes atractivos turísticos de la capital provincial.
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Situado en el extremo sur del antiguo recinto amurallado de Medina de Pomar, el Alcázar de los Condestables se alza aún orgulloso como prueba de un pasado glorioso. Mandado construir por Pedro Fernández de Velasco, Camarero Mayor de Enrique II, data de finales del siglo XIV y actualmente es propiedad del Ayuntamiento de Medina, que lo ha convertido en un museo y centro cultural.
Quizá, lo más significativo del castillo sea su propia estructura, formada por dos enormes torres cuadradas unidas entre sí por una sección central más baja.
El Castillo de Frías es, sin duda, uno de los más espectaculares de la provincia de Burgos, no tanto por su interior sino como por la imagen que proyecta desde el exterior. Situado sobre un saliente rocoso que domina el paso del Ebro por el Valle de Tobalina, su primera mención se remonta al año 867. Desde entonces ha sufrido numerosas reformas, que han ido dotando al castillo de una imagen espectacular, en la que se mezcla el entorno, la torre del homenaje, el foso o las murallas.
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Hoy, la fortaleza es propiedad del Ayuntamiento y supone un importante atractivo turístico y cultural, ya que en su espectacular patio de armas se desarrollan numerosas actividades.
Su origen se remonta al siglo X y se trata de una de las primeras construcciones eminentemente defensivas construidas en el antiguo reino de Castilla. Cuenta la leyenda que en su interior estuvo encerrada Doña Urraca, hija del conde Fernán González y aún hoy conserva ese halo medieval. Sus gruesos muros, su estructura irregular y su imponente perfil destacan dentro del núcleo urbano de Covarrubias, declarado uno de los Pueblos Más Bonitos de España.
Situado sobre un estrecho montículo rocoso que domina el pueblo y todo el valle del Duero que se abre a sus pies se alza el Castillo de Peñaranda, uno de los grandes reclamos patrimoniales de la Ribera del Duero.
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Sus orígenes son inciertos, pero la mayor parte de los espectaculares restos que aún se conservan datan del siglo XV, cuando el conde de Miranda lo hizo suyo. De ese siglo es, precisamente, la torre del homenaje, que actualmente alberga un Centro de Interpretación de los Castillos.
El Castillo de Castrojeriz es sin duda uno de los más antiguos de la provincia de Burgos. Los orígenes de la fortaleza, ubicada sobre un imponente promontorio, se remontan a la época romana. Tras el paso de los visigodos, fueron los árabes quienes levantaron el castillo como tal en el siglo IX. Luego, durante la reconquista, los cristianos lo reformaron hasta darle la estructura definitiva.
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Con el paso de los siglos, tanto Castrojeriz como su castillo se alzaron como paso obligado de los peregrinos de camino a Santiago de Compostela. Sin embargo, el gran terremoto de Lisboa de 1755 causó numerosos daños materiales en la fortaleza, que fue siendo progresivamente abandonada. Hoy, recuperados sus restos, supone un gran reclamo turístico para la comarca.
Se trata de uno de los castillos que mejor estado de conservación presenta actualmente en la provincia. Ordenado construir en 1446 por Pedro de Cartagena, entonces regidor de Burgos, el edificio ha superado innumerables avatares durante sus casi seis siglos de historia, pasando de mano en mano y cayendo en el olvido tras un incendio que en 1812 arrasó con buena parte de los enseres que guardaba en su interior.
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Ese suceso motivó su abandono y progresivo deterioro hasta que a finales de la década de los 80' del siglo pasado comenzó su restauración. Una restauración que culminó con la apertura ya en este siglo de un negocio hotelero que ha devuelto la vida a la fortaleza.
También conocido como el Palacio del Cid, el Castillo de Sotopalacios se alza en mitad de la llanura castellana, a las afueras de la localidad, y a priori no tiene nada que ver con el Campeador más allá de situarse junto a Vivar.
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A pesar de que existen indicios de una construcción defensiva anterior, el actual castillo data del siglo XV, y como sucede en la mayoría de los casos ha sufrido múltiples reformas que han ido definiendo su estructura actual, más cercana a la de un palacio que a la de un baluarte defensivo. Se trata de uno de los castillos más grandes y mejor conservados de toda la provincia gracias a la progresiva restauración llevada a cabo por sus propietarios en las últimas décadas.
El castillo de Poza de la Sal es, quizá, el de más difícil acceso y a la vez más inexpugnable de toda la provincia. Erigido sobre un saliente rocoso que domina, no solo la villa y las salinas, sino buena parte de La Bureba, el castillo de los Rojas se alza como testigo mudo de la historia del entorno desde finales del siglo IX, cuando Diego Porcelos se encargó de repoblar la zona.
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Desde entonces, la fortaleza, propiedad de la familia Rojas durante varios siglos, ha sido un elemento defensivo clave en diferentes escenarios, incluida la Guerra de la Independencia, cuando los franceses hicieron uso del castillo. Hoy, sus ruinas siguen dominando el balcón de La Bureba y atrayendo la atención de visitantes y lugareños.
Aunque no es un castillo como tal ni sus orígenes se remontan a la Edad Media, las ruinas del fuerte de Santa Engracia de Pancorbo bien merecen un espacio en cualquier lista sobre los castillos de la provincia de Burgos. En plenos Montes Obarenes, controlando el desfiladero de Pancorbo desde su sector occidental, se alzan los restos de una enorme fortificación mandada construir por el ministro de la Guerra en 1793 ante el temor de que la Francia revolucionaria osase entrar en España. Pronto se convirtió en uno de los grandes bastiones defensivos del norte peninsular, aunque finalmente acabara en manos de las tropas de Napoleón y posteriormente fuera abandonado. Hoy, el lugar ofrece un bonito paseo con unas vistas únicas.
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