Mecerreyes acaba de inaugurar un museo en el que se puede disfrutar de la esencia de uno de sus rasgos más tradicionales, algo que hace a este pueblo derribar barreras y llegar a todos los rincones de España, su Gallo de Carnaval, el nombre ... por el que es conocido el carnaval de este pueblo burgalés del que puedes salir apaleado...
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El 18 de mayo Mecerreyes inauguró el Museo del Carnaval y del Gallo, ubicado en las antiguas escuelas del pueblo, muy cerca de la iglesia. Se trata de un museo que nace con ambición de ser permanente pero, como en los pueblos la convivencia es lo más importante, en algunas ocasiones este edificio del pueblo se empleará para otras actividades, con lo que, algunos días, los menos, no se podrá visitar. El edificio de las antiguas escuelas es municipal y el Ayuntamiento ha cedido una parte a la Asociación Cultural Mecerreyes para instalar este museo.
El carnaval para Mecerreyes es una fiesta única, diferente a la de otros pueblos, celebrada al modo tradicional, por ello se merece un museo. El domingo de Carnaval en Mecerreyes tiene lugar la corrida del gallo, uno de los momentos más populares y que congrega a gente venida de todos los sitios, «cada año nos visita más gente», reconocen desde la asociación.
Esta fiesta pagana se pierde en el tiempo y se ha celebrado en Mecerreyes de forma ininterrumpida. Hay excepciones, claro. Esos años en que se prohibieron en España este tipo de actos, durante la dictadura franquista, y también durante la Guerra Civil. También creen en el pueblo que pudo dejar de celebrarse como consecuencia del exceso de celo y empleo de fuerza que ponían los Zarramacos para defender al Gallo. Algunos Zarramacos, aprovechando que iban con la cara pintada de negro, empleaban mucha fuerza contra sus enemigos o con los que tenían cuentas pendientes.
En el año 1980 se recuperó de nuevo la fiesta y, desde entonces, las calles de Mecerreyes se llenan de colorido y de espectadores atónitos y boquiabiertos por lo que presencian. El trabajo y estudios de Jesús González y Salvador Alonso de Martín y el testimonio de los más mayores ayudaron en la recuperación de este singular carnaval.
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Ahora el Museo del Carnaval y el Gallo recoge una veintena de disfraces que se ponen aquellos que participan en las zarramacadas. Unos disfraces peculiares, totalmente elaborados como los antiguos con telas de saco, plumas, retales o cuerdas. Además, en el museo se puede observar una recreación de la corrida del gallo gracias a una gran fotografía y unos maniquíes que simulan al niño, al zarramaco y a los danzantes. Por último, se completa la exposición con paneles y fotografías del carnaval.
En Mecerreyes todo comienza a las 9 horas de la mañana del domingo de Carnaval con la petición de aguinaldos por todas las casas del pueblo. Alguaciles, mozos, zarramacos, dulzaineros todos ellos ataviados con sus trajes típicos piden los aguinaldos con los que sufragarán la merienda de mozos.
A las 13 horas 'la cosa empieza a calentarse', ya que empiezan a aparecer numerosos personajes. Cuerdas, huesos, pieles, retales de tela, hojas de roble y gallardones son algunos de los materiales usados para confeccionar estos disfraces inspirados en testimonios recogidos a los mayores. Comienzan así las zarramacadas. La gente, vestida con estos disfraces, provoca a otros de forma sana y divertida, les 'amenazan' con alguna víscera fresca generando risa, miedo y provocando carreras. Hasta más de 40 personas participan en las zarramacadas.
A las 17 horas llega el plato fuerte, una vez preparados el gallo vivo y el gallo de trapo, este último se usa en la corrida para que el de verdad no sufra ningún daño. Este se coloca en la rueca y adornado con un mantón, el zarramaco, acompañado de los alguaciles y el mozo mayo y al ritmo de las dulzainas, se dirige hasta la casa del rey para hacerle entrega del gallo. Desde allí se dirigen hasta el Ayuntamiento. Allí se organizan bien las calles, los danzantes se forman marcando los límites de la calle y el coro comienza a catnar las coplas.
Entre copla y copla suena la música de dulzaina y es en ese momento cuando se puede entrar a por el gallo. En el centro de esta calle se encuentra un niño con el gallo de trapo y el público puede entrar para 'robarle' el animal de tela. Si el que entra consigue hacer un recorrido y devolver el gallo al rey, recibirá los aplausos del público. Si por el contrario recibe un garrotazo o tarrañuelazo, deberá devolver el gallo al zarramaco.
Es decir, el zarramaco se encarga de proteger el gallo y recuperarlo. Lo más característico del zarramaco es su atuendo, con la cara pintada de negro y vestido con pieles y cencerros.
Una vez finalizado todo el recorrido, se dirigen todos los participantes hasta la plaza donde se realiza la subasta del gallo y se termina la fiesta con el baile de la rueda y con la degustación de postres típicos como guirlache, naranjas con azúcar, orejas de haba y florones.
Este museo ha surgido desde la Asociación Cultural Mecerreyes pero ha contado con el apoyo del Ayuntamiento del pueblo. Nace con una ayuda de Adecoar que facilita la apertura de museos que no pueden contar con una persona continuamente en el lugar gracias al proyecto Museos Vivos. En su web se puede solicitar la visita al espacio expositivo y esto hace viable el museo.
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Cuando acudan al museo o si se pasan por Mecerreyes recuerden la copla:
'El que entre a por el gallo,
lo que en limpio va a sacar,
es un palo con la estaca,
y no pueda reclamar'.
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