Los políticos se llevan las manos a la cabeza cuando se cierra una empresa, cada vez que crece el número de desempleados, pero nunca se «alarman» cuando los que desaparecen de los registros son los activos del sector agrario. Y eso que el abandono y ... las jubilaciones sin remplazo están a la orden del día, pero nadie parece querer enterarse de que el campo se va a pique, «de la muerte agonizante del medio rural, de la agricultura y la ganadería».
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Es la queja de las organizaciones agrarias UPA-COAG y UCCL, quienes ven que la especulación y la desprofesionalización del sector campan a sus anchas sin que las administraciones hagan nada par evitarlo, más bien al contrario. Gabriel Delgado, representante de la Alianza por la Unidad del Campo UPA-COAG, insiste en que «cada día es más complicado rentabilizar las explotaciones».
Los costes de producción se han disparado, tanto en agricultura como en ganadería, mientras que los precios no acaban de actualizarse, así que en muchos casos el profesional ni siquiera cubre gastos, mucho menos obtiene beneficios de sus explotaciones. Luego está la especulación, en el precio de los terrenos, en la producción animal, en la venta del cereal, la patata o la remolacha e, incluso, en la PAC (política agraria común).
Regular e irregular. Así ha sido el 2018 para la agricultura y la ganadería de Burgos; un año con muchas cosas que mejorar, explica Susana Pardo. La cosecha ha sido decente, buena si se compara con la de 2017, pero aquella fue catastrófica por la sequía, así que se queda en una cosecha «regular».
El sistema no funciona, explica Delgado. Los costes de producción son cada vez más elavados, y este año se han sumado los gastos «adicionales» por el tratamiento de plagas derivadas del exceso de agua. Las cuentas, con una precios cada vez más ajustados, no acaban de salir.
Además, Delgado explica que cada zona de Burgos es un mundo, y mientres en La Bureba o el Arlanzón ha habido una buena cosecha, los resultados no han sido tan positivos en la zona del Pisuerga, por ejemplo.
Para la remolacha el año ha sido «muy malo», con 60.000 toneladas por hectárea, y con las remolacheras bajando de manera unilateral los precios. «El futuro será complicado», opina Pardo, quien insiste en que se debe apostar por la cadena de valor: pagar por lo que cuesta realmente producir.
Los precios no deben venir impuestos por las empresas, el beneficio no se puede quedar en los intermediarios, mientras el agricultor y el ganadero no cubre gastos. Los lechazos se han pagado este año al mismo precio que en la década de los '80 y poco han subido los precios del cereal, afirma Delgado, para quien el 2018 ha sido un año «negativo».
Delgado está especialmente preocupado por la proliferación de macroexplotaciones de ovino y bovino, que arrasan con las pequeñas explotaciones, que son menos competitivas. En las macroexplotaciones se consiguen máximos beneficios con mínimos costes y, a la hora de vender el animal, es más fácil tirar los precios. Así, el número de explotaciones se está reduciendo, pero sobre todo se está detectando una merma imporante en el censo animal.
El ovino de leche sufre «una crisis muy fuerte», apunta por su parte Susana Pardo, la presidenta de UCCL Burgos, quien lamenta la bajada de precios «por la inactividad de la administración». También critica duramente la falta de protección al ganadero frente a la fauna salvaje, comenzando por el lobo, cuya conservación se hace a costa de la ganadería de la provincia.
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Hay problemas igualmente con los corzos o los jabalíes, cuya población no está regulada ni controlada, y que suponen un riesgo sanitario para la cabaña ganadera burgalesa. Mientras, el exceso de conejos en algunas zonas de la provincia está acabando con cosechas enteras sin que nadie haga nada para evitarlo, lamenta Pardo, quien existe un «cambio real» pues el campo, y con ello el medio rural, «cada vez van a menos».
Estamos asistiendo a la «muerte agonizante del medio rural», afirma Gabriel Delgado, pues mucha gente se ve forzada a abandonar los pueblos y marcharse a la ciudad, donde tienen todos los servicios a su alcanza, apunta también Susana Pardo. Y a esta situación se une la desprofesionalización del sector, pues las ayudas no siempre discriminan entre los agricultores a título principal y los profesionales que cultivan tierras como complemento.
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Por ese motivo, UCCL y UPA-COAG confían en que la nueva Política Agraria Común apueste por la profesionalización; de lo contrario, el medio rural se seguirá vaciando y quedará solo para las macroexplotaciones y para agricultores 'de traje'. Así, el 2019 se presenta como un año complicado, a juicio de Delgado, y con muchas tareas pendientes para la administración, a la que se las recordará ahora que hay elecciones, ha apuntado Pardo.
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