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Tras varias semanas sin ver ni una gota, las lluvias de las últimas jornadas le han sentado muy bien al campo. Pero todavía tiene que llover más, mucho más, para garantizar el desarrollo de la campaña de recogida de setas, que se espera con cierta ... ansia en zonas como la comarca de Pinares.
Allí, uno de los grandes núcleos productores de hongos, llevan dos años sin apenas recoger níscalos, boletus o lo que se tercie. Dos años en los que la falta de lluvias redujo la producción a la mínima expresión. «No es que fueran malas campañas, es que ni siquiera hubo campañas», asevera Ramiro Ibáñez, diputado provincial y alcalde de Canicosa de la Sierra, uno de los puntos neurálgico para los amantes de la micología.
Quizá por ello se espera con más ansia que este año sí que llueva. «El monte necesita agua» y de momento ha caído «muy poco», o al menos no lo suficiente como para que se den las condiciones óptimas para el crecimiento micológico, resume Ibáñez.
Y la cuestión no es baladí. No en vano, más allá del componente de ocio que tiene la recogida de setas, éstas cada vez «se aprecian más» en el ámbito gastronómico. Y eso repercute en la economía de la comarca. Así, un año con una buena campaña supone una inyección de dinero para muchas familias del entorno. «Pueden tener unos ingresos extraordinarios» y eso «se nota» luego en el día a día de una comarca «muy azotada por la crisis» como la de Pinares.
De hecho, es tanto el interés que viene despertando la explotación de recursos micológicos en los últimos años que en 2017 se aplicaron cambios normativos tendentes a regular la recogida de setas. «Era necesario», pero ahora, «los ayuntamientos que hemos optado por regularlo tenemos que desarrollar» la normativa y aplicarla en toda su extensión para «proteger el monte de malas prácticas».
Unas malas prácticas que tienen su máxima expresión con los 'seteros ilegales'. Su aparición años atrás generó una multitud de problemas en diferentes ámbitos que supuso un auténtico quebradero de cabeza para vecinos, administraciones y fuerzas de seguridad. «Su único afán es coger todo lo que puedan, sin control. Vienen decenas de ellos y otros años han permanecido hacinados en condiciones insalubres y muy peligrosas», explica Ibáñez.
Por eso, y ante la posibilidad de que se reproduzca el problema en caso de que la campaña sea buena, el diputado insiste en solicitar todo el apoyo posible de administraciones y Guardia CIvil. «Tenemos que impedir esta forma de esclavitud», subraya.
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