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La campaña contra incendios forestales, que ha arrancado oficialmente esta semana en Castilla y León, presenta una situación «más complicada» que en años anteriores en la provincia de Burgos. La ausencia de lluvias en los últimos meses, junto con las olas de calor que ... hemos sufrido, han hecho aumentar el riesgo de incendios, así que se debe de extremar la precaución.
«La campaña no pinta especialmente bien», admite Alfredo Rodríguez, decano del Colegio de Ingeniero de Montes de Castilla y León. «Venimos con menos lluvias de lo normal, estamos en la mitad de precipitaciones», insiste, y tampoco se preven lluvias intensas en próximas jornadas. Afortunadamente, tampoco olas de calor que agraven la sequía en Burgos.
De ahí que el arranque de la campaña pueda ser más complicado que en años anteriores. «Ahora el peligro son los fuegos ligados a la cosecha», explica Rodríguez, pues las cosechadoras y demás maquinaria agrícola pueden prender un campo con alguna chispa. Además, el forraje tiene bastante valor así que si apuran el corte es más probable pillar una piedra y que haya alguna chispa.
También hay riesgo con algunas labores de limpieza de cunetas que se están llevando a cabo a carreteras, apunta Rodríguez. Y, en los ámbitos de los entornos urbanos, con maquinaria en naves y talleres. Todo ello sin olvidar el tráfico, pues «cada vez parecen ser más frecuentes» los fuegos originados por un incendio en un vehículo, como el ocurrido el pasado año en Pancorbo.
Alfredo Rodríguez admite que «todos los años tenemos sustos ligados a las cosechas pero es que se cosechan miles de hectáreas». Y en la mayor parte de los casos el incendio se queda solo en conato. Máxime cuando el operativo está a pleno rendimiento, como ocurre ahora. Eso sí, nadie está libre de que un fuego se pueda descontrolar y acabe siendo un gran incendio.
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Tras lo vivido en la Sierra de la Culebra, en Zamora, Rodríguez reconoce que una situación así podría darse en Burgos. «El problema de la Sierra de la Culebra es que hay una gran superficie con mucha carga de vegetación lista para arder», y eso mismo lo hay en Burgos. «Tenemos sitios potencialmente peligrosos», pero lo que diferencia Burgos de otras provincias es que «las condiciones para arde no son ta favorables» y eso juega a nuestro favor.
Ello no quiere decir que no haya riesgo. Igual que en Ávila, el pasado año, el incendio de un vehículo llevó a calcinar miles de hectáreas, eso mismo podría pasar en La Pedraja y hay suficiente superficie para que corra el fuego, apunta. Por no hablar de la zona de Pinares o de Las Caderechas, donde ya ha habido algún susto importante pero no se ha llegado a más.
«Es cuestión de probabilidad», asegura Rodríguez, pues si se dan malas condiciones, como una fuerte ola de calor o una gran sequía, todo es posible. Es importante de poder disponer de los medios para luchar contra el fuego, y ahora están todos activos, lo que no ocurría hace un par de semanas. Por ejemplo, en el incendio de Villasur de Herreros, el operativo regional estaba «en precario».
No solo había menos medios de los deseables, sino que solo se contaba con los medios de mediados de junio pese al alto riegos de incendios. «No fueron capaces de activar más medios», así que en Burgos la Junta solo tenía dos o tres cuadrillas de tierra operativas y un helicóptero, con medios enviados a Zamora. Y no solo la Junta estaba en cuadro.
Alfredo Rodríguez recuerda que tampoco el Gobierno central tenía todo el operativo activado. Los helicópteros se activan este 1 de julio, y ni en Zamora estaban los de Rosinos de la Requejada ni para Burgos estaban los de Agoncillo (La Rioja). Y son claves para extinguir fuegos como los provocados por un rayo, que requieren de una descarga de agua para dejarlos latentes y, de ahí, permitir el acceso a las cuadrillas de tierra.
Por ese motivo, el decano del Colegio de Ingenieros de Montes insiste en que lo imporante no es adelantar la campaña contra incendios sino tener la capacidad de reaccionar ante una ola de calor. Probablemente, adelantar el inicio a junio tenga un coste elevado y poca rentabilidad, pues la mayor parte de las veces no es necesario. Sin embargo, disponer de operativos flexibles es la clave.
Y, en este caso, es más fácil garantizar una cierta flexibilidad a través de contratos externos que con medios íntegramente públicos, aunque sea también a costa de las condiciones de los trabajadores, admite Rodríguez. El modelo debe apostar por capacidad de reacción ante olas de calor que, como se está viendo, se están adelantando al verano.
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