En Burgos nadie quiere hablar de plaga de topillos porque, además, no existe tal problema. Nadie quiere ser alarmista pero tampoco demasiado optimista. El observatorio de plagas de la Junta de Castilla y León ha detectado incrementos demográficos estacionales asociados al entorno de Tierra de ... Campos, en la vecina provincia de Palencia.
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Ante tal noticia cabe preguntarse si la provincia de Burgos también sufre este problema. La respuesta es no. Sí es cierto que hay comarcas en las que la población de topillos ha aumentado pero no para hablar de plaga, así lo confirma Susana Pardo, presidenta del sindicato agrario UCCL. Pardo explica que en la zona del Pisuerga y en los cultivos de alfalfa sí que se ha visto más población que otros años anteriores pero no es nada alarmante.
Tanto Pardo como Carlos Cuéllar, responsable del proyecto de control biológico del topillo de GREFA, alaban la rápida actuación de la Junta en este caso, porque la situación no es alarmante pero es mejor empezar a prevenir. «Las señales de que se puede avecinar una plaga se ven mucho antes y es entonces cuando hay que actuar. Las personas que más se quejan ahora no suelen tomar medidas de prevención», expluca Cuéllar.
Este biólogo se refiere a la Estrategia de gestión integrada de riesgos derivados de la presencia de topillo campesino en Castilla y León, una campaña especial de vigilancia y recomendaciones para los agricultores. La Junta ya ha adoptado una resolución que permite el laboreo con volteo sin que dicha actuación suponga un incumplimiento de la condicionalidad de la PAC, esta medida es excepcional y solo será de aplicación en las comarcas más afectadas como la del Pisuerga en Burgos. Con el laboreo se destruyen las galerías del topillo y así se dificulta su reproducción.
«Hay agricultores que reclaman quema de cunetas o que se permita emplear veneno pero es que las medidas de la Junta se basan en estudios científicos. De nada sirve quemar cunetas si los topillos tienen sus túneles excavados debajo de la tierra, además se eliminan otros animales y esto no es positivo», apunta Cuéllar.
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Pardo y un agricultor de Villafruela confirman que hay preocupación por si aumenta la población y se convierte en una plaga pero no están alarmados. En Villafruela, donde tradicionalmente había muchos de estos roedores, un agricultor confirma que sí ha visto algún topillo pero no para alarmarse.
Cuéllar asegura que en la zonas que se monitorean desde GREFA, en Villafruela, la situación no es alarmante, sí hay más topillos que en otras épocas pero no están causando daños. La abundancia de estos roedores también se mide por el aumento de la tasa de ocupación de las cajas nido instaladas para las rapaces, depredadoras del topillo, y que estas ya emplean para reproducirse.
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Desde 2016 el municipio burgalés de Villafruela es beneficiario del Proyecto de conservación ambiental y restauración integral de acosistemas agrarios intensificados desarrollado por GREFA. Se eligió este pueblo por el apoyo recibido, porque en ese momento se pudo contar con ayudas del Ministerio de Agricultura y por la buena voluntad de los agricultores y vecinos del pueblo.
Cuéllar, al frente del proyecto, valora la actitud del pueblo, que aprecia el control biológico del topillo que consiste en la instalación de cajas nido para aves depredadoras de estos pequeños roedores. De esta forma, se produce un control biológico en este ecosistema. Cuéllar explica que la ocupación de cajas nido ha aumentado mucho desde que se instalaron las primeras. «Lo que se ha conseguido con este proyecto es mantener una población de topillo estable», explica Cuéllar.
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Ahora mismo, un indicador de que sí ha aumentado la población de topillos es que la ocupación de las cajas nido es muy alta, lo que significa que los depredadores tienen mucho alimento gracias a la proliferación de estos pequeños roedores y se reproducen más. Y el proyecto funciona, como asegura uno de los agricultores del municipio. Este confirma que sí ha visto «más corrillos de topillos que otras veces pero la situación está controlada gracias al proyecto de GREFA».
Cuéllar lamenta que algunos agricultores, «voces mínimas pero que se hacen escuchar», todavía quieran optar por la quema de cunetas o el uso de venenos, «cuando de ha demostrado que la naturaleza sabe más y el control biológico es la forma más natural y menos invasiva que existe», explica.
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Tanto es así que desde otros puntos de la provincia, y fuera de Burgos también, se ha solicitado este proyecto para mantener controlada la población del topillo en sus cultivos. Ahora mismo, extenderlo a otros puntos es inviable por la falta de subvenciones y apoyo económico por parte de las administraciones.
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