Diferentes autores en varias épocas han coincidido escribir sobre rincones y poblaciones de la provincia de Burgos cuya mística merecía quedar plasmada o formar parte de las historias que sus plumas tuvieran que narrar.
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De diversa temática, con un ligero cameo o un protagonismo sustancial, ... las tierras burgalesas se han visto reflejadas negro sobre blanco en multitud de ocasiones de la mano de literatos que han abierto una ventana al mundo para aquellos que no conociesen Burgos.
El más claro ejemplo lo expone una obra tan universal y relevante como 'El Cantar del Mío Cid', de autoría anónima, pero conocida por millones de personas y que ha dejado constancia para la posteridad una historia a caballo entre la realidad y la leyenda que ha dejado un icono internacionalmente reconocido para la provincia burgalesa.
Su camino del destierro ha propiciado la conexión con otros territorios nacionales a través del 'El Camino del Cid', un itinerario turístico cultural de unos 1.400 kilómetros de senderos y 2.000 kilómetros de carreteras que atraviesa España de noroeste a sudeste y sigue el recorrido literario e histórico del caballero medieval.
Versionado en cuantiosas oportuniadades, una de las más recientes resultó la adaptación publicada en 2019 por el escritor y académico, Arturo Pérez Reverte, quién se lanzó a describir la historia de Rodrigo Díaz de Vivar en su obra 'Sidi'.
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Uno de los escritores más conocidos de la literatura española también dejó huella escrita sobre Burgos. Fue el poeta y dramaturgo vallisoletano José Zorrilla, autor, entre otras obras, del Don Juan Tenorio, quién le cantó al Arlanza y a algunas de las localidades que baña en su paso por la comarca homónima en 'Un recuerdo del Arlanza'.
La familia materna burgalesa y la convulsa época en la que vivió llevó a una de las plumas más célebres de la literatura española a moverse por diversos puntos de la provincia burgalesa, entre los que destaca su paso por Lerma.
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Entre las calles de la villa ducal, un joven José Zorrilla se llenó de vivencias que ahora se recuerdan a través de una ruta turística por la localidad que recorre varios enclaves destacados en el que se exponen algunas de las referencias que Zorrilla realizó en sus escritos, confusiones fluviales incluidas.
Tal fue la huella que este rincón de Burgos dejó en el literato que dedicó a su gran amigo Francisco Luis Vallejo, corregidor de Lerma -uno de los últimos en ostentar este cargo en España-, su obra más conocida, el Don Juan Tenorio.
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Ahora, el escritor vallisoletano contempla como estatua de bronce la plaza de San Pedro, enfrente de la Colegiata del mismo nombre que un día le vio transitar durante sus años de juventud por la localidad burgalesa.
Otro ilustre como el portuense Rafael Alberti también caminó literaria y literalmente las tierras castellanas de Burgos en 1925. Miembro notable de la conocida como Generación del 27, Alberti trabajaba por aquel entonces como representante de los vinos y licores junto a su hermano tras la absorción de la empresa familiar por Osborne.
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Camino de Santander, su paso por Castilla la Vieja estuvo plagado de paradas en las principales localidades de Burgos. Prueba de su estancia en tierras burgalesas, Alberti hace alusión a este viaje en algunos versos de su obra poética. «¡A las altas torres altas de Medina de Pomar! ¡Al aire azul de la almena, a ver si ya se ve el mar! ¡A las torres, mi morena!», escribió en 'Poemas de Amor'.
En 'La arboleda perdida', que consta de varios libros y narra los viajes del autor, Alberti asevera que, al llegar a la capital ribereña de Aranda de Duero proclamó: «¡Castellanos de Castilla, nunca habéis visto la mar!¡Alerta, que en estos ojos del sur y en este cantar yo os traigo toda la mar!¡Miradme, que pasa el mar!».
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Más adelante, en el mismo libro, el gaditano expone, además de su paso por las viñas de la Ribera del Duero, sus impresiones del monasterio de Santo Domingo de Silos y sus frailes, y su tránsito por la Sierra de la Demanda y la capital. En su regreso a Madrid, los hermanos Alberti también visitaron Miranda y su entorno, así como varias plazas de Las Merindades.
Pero en el libro de poemas 'La amante' es donde más espacio dedica el del Puerto de Santa María a su periplo por la provincia burgalesa, dedicando numerosos poemas a diversas localidades como Clunia, Salas de los Infantes, Quintanar de la Sierra, Covarrubias, Villarcayo, Valdivieso, Pancorbo, etc.
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Pero si se habla de Castilla, se habla, por ende, de Miguel Delibes. El novelista y académico español centró gran parte de su producción literaria en describir distintos momentos de su tierra con su pluma. Y Burgos no iba a ser una excepción.
Delibes desarrolló un gran afecto por el norte de la provincia burgalesa, y más concretamente por el Valle de Sedano y la localidad que le da nombre, aquella que recorría con su antigua bicicleta y a la que se refirió en su libro 'Vivir la vida'.
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«Sedano es mi pueblo y no por la casualidad de haber nacido en él, sino por decisión deliberada de haberlo adoptado entre mil», expresó sobre su estima hacia esta pequeña población.
Otra irrefutable muestra del cariño que Delibes guardaba por este territorio burgalés fue la ambientación en esta zona de una de sus novelas más afamadas 'El disputado voto del señor Cayo', que transcurre en el Norte de Castilla -referencia también al periódico del que fue director-.
Fue el cineasta burgalés Antonio Giménez-Rico se lanzase a realizar la adaptación del libro en un film del año 86 con un elenco plagado de caras conocidas del cine patrio como Paco Rabal, Juan Luis Galiardo, Iñaki Miramón y Lydia Bosh y que se rodó en Cortiguera y distintas localizaciones del entorno.
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Todo un premio Nobel de Literatura como Camilo José Cela también 'vagabundeó' por tierras burgalesas, donde publicó 'La Familia de Pascual Duarte' por primera vez, y donde, al abrigo del Duero, se dejó fascinar por los pueblos que se cruzaban en su caminar por la vega del río.
En su libro de viajes 'Judíos, Moros y Cristianos', el escritor coruñés retrata en prosa castiza los paisajes y paisanajes de buena parte de la Ribera del Duero, incluida la burgalesa, en un paseo que relata al lector cómo era la zona a mediados del siglo pasado.
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Zuzones, la Vid con su monasterio, Peñaranda de Duero, Zazuar, Quemada, Aranda de Duero, Berlangas de Roa, la Cueva de Roa y Roa de Duero, villa que dibuja a través de los restos de su pasado, son algunos de los destinos que Cela cita en su libro de viajes.
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