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El 11-S ha dejado un reguero de dolor por todo el mundo. Las víctimas se contaron por miles y una de ellas, el ejecutivo del sector bursátil Edelmiro Abad Elvira, nació en la localidad burgalesa de Moncalvillo de la Sierra. Pronto habrán pasado ... 20 años de aquel día en el que 2.996 personas perdieron la vida en el atentado y la hija mediana de Edelmiro, Jennifer, tiene grabado en la memoria aquel instante en el que la barbarie le arrebató a su padre.
Pasar página ante un hecho de estas características es casi imposible, tal y como explica el director del Sistema de Salud de Nueva York, Luis Rojas Marcos, en su libro 'Más allá del 11 de septiembre. La superación del trauma'. No obstante, Jennifer ha querido colorear la horrible herida que le dejó quedarse huérfana y hace unos años se tatuó bajo un manto de estrellas la siguiente frase: 'Él me mira mientras bailo'.
Edelmiro falleció sin poder ver cumplido el sueño de su hija de abrir su propia academia de baile. Ahora, a sus 46 años, Jennifer lleva quince años siendo directora, coreógrafa y dueña de la escuela de baile 'Beyond Dance' en Brooklyn pero, pese a lograr su meta, siempre tendrá clavada la espinita de que su padre no pudo ver cómo logró las metas que se había marcado en la vida. Por esa razón, Jennifer se hizo ese tatuaje en el cuello, por su convicción de que Edelmiro la ve bailar desde las estrellas, aunque no pueda hacerlo de forma presencial.
20 años sin Edelmiro
Canalizar el dolor de una pérdida tan brutal como la que sufrió la familia Abad no es fácil y prueba de ello es el sentimiento que dejó la muerte de Bin Laden en la hermana de Edelmiro, Victoria. «Me puse muy contenta de que lo pillaran y de saber que al final estaba muerto. Toda mi familia igual. Mi madre estaba muy feliz. Para mí, Bin Laden era como un demonio. Ese hombre era un peligro, no solo para Estados Unidos, sino para todos», explica Victoria, que asegura repudiar la corriente de xenofobia que afloró tras los atentados. «Cuando pasó todo esto había mucho odio hacia los musulmanes, de todo lo que era árabe, pero yo no pensaba así. Yo sabía que había mucha gente musulmana que iba a sufrir mucho por lo que hizo este hombre y que podría saltar mucho racismo por lo que pasó», explica Victoria.
Las víctimas del 11-S tienen muy presente el dolor de los atentados y muchas de ellas encontraron un pequeño consuelo con la muerte de Bin Laden. Casi 20 años después de aquel horrible día, los familiares y amigos de los fallecidos tratan, como Jennifer, de «seguir bailando» a pesar de que la banda sonora de sus vidas suena a réquiem desde el 11 de septiembre de 2001.
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