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Vista de Bárcena de Bureba, en Burgos. Aythami Pérez Miguel
Así es Bárcena de Bureba, un pueblo abandonado de Burgos

Así es Bárcena de Bureba, un pueblo abandonado de Burgos

Hasta 2024, este pueblo de La Bureba no tenía habitantes. En un futuro acogerá, al menos, a cinco vecinos

Sábado, 2 de noviembre 2024, 09:37

Viajar a Bárcena de Bureba es como viajar al pasado. A un pueblo que ha quedado congelado en el tiempo y que, sin la mano del hombre, ha seguido su propio camino. Un camino que ha hecho que las casas se hayan derrumbado, que los árboles hayan crecido dentro de las antiguas viviendas y que la iglesia ya no parezca el templo un día fue.

Aunque puede que su suerte cambie ahora, ya que una pareja de neerlandeses han comprado la mayoría de las casas. Así, el pueblo burgalés va recuperando poco a poco la vida, junto con aspectos como el cartero o el transporte público.

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Este pueblo burgalés no está asfaltado, no tiene luz ni agua corriente. Probablemente sus últimos pobladores, allá por los años 70, abandonaron Bárcena a su suerte por esta razón. Desde entonces, la naturaleza y los vándalos han hecho de las casas su hogar, que albergan escombros, restos de la vida que un día fue y grafitis que perduran en el tiempo y las paredes.

El 6 de julio de 1068, en el Cartulario del Monasterio de San Millán de la Cogolla, aparece por primera vez el nombre de Bárcena de Bureba, según recoge Emiliano Nebreda. Después, en el siglo XVI, comenzaron a documentarse sus libros parroquiales y hasta 1974 conservó algún habitante en sus calles.

Tras ese año, el silencio se hizo permanente en este paraje de La Bureba. Sus antiguos habitantes se fueron, y este pueblo, junto a sus casas y sus historias, cayeron en el olvido. Allí sólo quedaron otros seres vivos, como los insectos, aves o mamíferos que, junto a las plantas, hicieron de Bárcena su casa.

Al abrigo de las Torcas, en un valle formado por el río Castil, silencioso, escondido. A 40 kilómetros de Burgos, a este pueblo se accede por una carretera que une Abajas con Castil de Lences, y se entra por un camino estrecho que atraviesa un puente de piedra.

La calle del Puente, la de la Iglesia y la calle Real, esas son las tres vías que tiene Bárcena de Bureba. Bárcena cuenta con unas 80 casas, la mayoría en estado de ruina. Algunas conservan los tabiques, otras las escaleras. En otras sólo se entreven maderas caídas y piedras.

Llegados a este punto, cabe preguntarse: ¿Qué pasó aquí? ¿Por qué los vecinos abandonaron este paraje? ¿Esconderá algún secreto?

Los marcos de las ventanas y de las puertas han desaparecido. No hay letreros para indicar los nombres de las calles. No quedan resquicios de vida ni enseres personales. Además, algunas fachadas han sido vandalizadas con grafitis que perduran con los años.

La banda sonora de Bárcena de Bureba es el silencio. Un silencio quieto, que demuestra que nadie vive allí. Sus únicos habitantes han sido, durante años, los insectos, pájaros y otros animales silvestres. Ni las campanas siguen en la iglesia de San Julián y Santa Basilisa, ahora descansan en Abajas.

Además de estos seres vivos, hasta ahora Bárcena de Bureba sólo había tenido dos compañeras. Durante los días, la mina de cal que se escucha a las afueras del pueblo. Durante las noches, la Luna y las estrellas que se ven desde el pueblo al mirar al cielo.

Ahora, Bárcena ya tiene un vecino y, para 2025, una familia neerlandesa se instalará en el pueblo. Este paraje de La Bureba ya no se denominará abandonado, será un pueblo revivido en el que la presencia de buzones ya muestra que alguien estará esperando allí.

Maaike Geurts y Tibor Strausz, junto a sus hijas, trabajan para construir en Bárcena de Bureba y su comarca su futuro hogar.

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