No es la primera vez que ganado doméstico, incluso animales salvajes, se quedan prisioneros de la montaña tras una intensa nevada. Juan Carlos Chicote, bombero del parque de Burgos, recuerda imágenes de copiosas nevadas en la Cordillera Cantábrica, en León y Palencia, e incluso en ... la Sierra de la Demanda burgalesa, con animales sepultados por la nieve. Sin embargo, el rescate de una manada de yeguas atrapadas en Castro Valnera ha sido el primero en el que ha participado, una experiencia muy satisfactoria.
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Todo empezó el día de Reyes, cuando Juan Carlos vio el mensaje de auxilio que Pilar, la responsable del Refugio de Castro Valnera, había colgado en las redes sociales. Se necesitaban voluntarios, experimentados montañeros, para subir alimento a una manada de yeguas de un ganadero de Valdeporres. Las yeguas estaban sepultadas bajo la nieve, explica Juan Carlos, y en «condiciones que no garantizaban su supervivencia», así que no tuvo dudas sobre qué era lo que tenía que hacer.
Comenzó a mover la petición por diferentes grupos de redes sociales. «En el parque bastantes compañeros controlan las actividades de montaña», recuerda, son experimentados montañeros, esquiadores o alpinistas. Se solicitaron voluntarios y se formó un equipo de cuatro bomberos, con Borja, Javi (Pérez), Javi (De Abajo) y el propio Chicote, que se puso en contacto con el Refugio de Castro Valnera. Así se sumaron al operativo, en el que han participado montañeros de Burgos y Cantabria y voluntarios de otros colectivos, como la asociación burgalesa PROANBUR.
El rescate de los animales se hizo en dos fases. Un grupo de voluntarios subió el jueves y, aunque no pudo completar la misión pues se les echó la noche encima y las condiciones meteorológicas no eran favorables, «hicieron una labor extraordinaria». Juan Carlos explica que abrieron huella hasta un kilómetro y medio antes del lugar en el que se encontraba el ganado, y subieron algo de comida que dejaron en la zona. Al día siguiente, el viernes, los bomberos se sumaron al operativo.
Se consiguió llegar hasta las yeguas, nueve en total, que se encontraban divididas en dos grupos aislados y sepultadas por la nieve. Los animales se habían quedado perdidos en la montaña, donde habitualmente viven, cuando el ganadero bajó su cabaña al pueblo para protegerla de la nieve. Siguiendo su instinto, se había metido en una vaguada, buscando cobijo, apunta Juan Carlos, pero se acabó convirtiendo en una trampa. «Se acumuló tanta nieve que se quedaron sepultadas», explica, bajo más de tres metros y medio.
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La tarea de liberarlas fue muy dura. Tuvieron que crear un corral de fortuna para que los animales pisaran suelo firme, comunicar ambos grupos y abrir una zanja para liberarlos. Todo ello siguiendo las instrucciones del ganadero, que consiguió con su experiencia y buen hacer tranquilizar a los animales para que aceptasen la presencia de otros humanos. Juan Carlos recuerda que son ganado que vive en la montaña y que solo está acostumbrado a ver a su ganadero, así que recelan de cualquier persona.
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Una vez liberadas, se les creó un murete de nieve para evitar que volvieran a la vaguada y se les dejó el alimento. Se consiguieron portear 130 kilos de comida y, con la ayuda de motos de nieve, heno. Todo ello para que tuvieran suficiente alimento y estuvieran bien. «Fue una actividad muy satisfactoria porque comprendes que, cuando la administración no llega, la gente de a pie, gracias a su solidaridad, resuelve», asevera Juan Carlos.
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Y es que ninguna administración había dado una alternativa de ayuda al ganadero. Juan Carlos recuerda que en el parque de bomberos suelen recibir llamadas sobre situaciones similares. De hecho, esta misma semana habían recibido un par de ellas tras la nevada en la zona norte de Burgos. Sin embargo, «nosotros no somos competentes para resolver este tipo de emergencias» y, normalmente, solo pueden transmitir el aviso a otras administraciones sin saber en qué acaba o si se les presta ayuda.
En esta ocasión, no dudaron en prestar la ayuda de manera particular, aportando su experiencia como bomberos y como montañeros. «De alguna manera hay que ayudar porque no se puede dejar a los animales que mueran en el monte», insiste. Y las administraciones tampoco deberían darle la espalda a este tipo de problemáticas, que si bien no son emergencias vitales, sí son importantes pues está en juego el sustento de un ganadero, además de la vida de los animales.
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De todos modos, Juan Carlos reconoce la problemática no es fácil de abordar. «Cuando la naturaleza se pone brava genera situaciones que no son susceptibles de preveer». Aun así, la administración debería intentar dar soluciones, y no mirar para otro lado, opina Juan Carlos, quien recuerda que entre los bomberos no solo hay profesionalidad sino una sensibilidad especial con respecto a los animales, de ahí que no duden en acudir a su rescate cuando son requeridos (y pueden).
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