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En 1994 corrían otros tiempos y se escuchaban otras canciones. Sin embargo, el amor por la música llevó a un grupo de amigos de la peña La Ribera a formar una charanga en Aranda de Duero que pudiera tocar en otras fiestas y eventos. 30 años más tarde, Los Chones siguen dando espectáculo y buenos momentos y no tienen previsto parar de animar calles, plazas, fiestas y lo que surja en la provincia de Burgos y más allá.
De hecho, ahora son 37 miembros, y es el momento de su historia en el que más músicos componen esta charanga. Además, dos de ellos son fundadores que siguen en activo y otro par de integrantes llevarán en torno a los 28 años tocando, explica Javier Salas, uno de sus integrantes que suele estar al mando del megáfono o tocando el saxofón.
El nombre de esta charanga proviene de «Borrachones», pero desde la misma decidieron que se acortaría en «chones», «para disimular nuestro afán por el vino», como también han hecho otras agrupaciones como La M.O.D.A. (La Maravillosa Orquesta del Alcohol). Además, de «chones» también salió su seña de identidad, el cerdo, que llena sus camisetas, calcetines y redes sociales.
En 30 años, Los Chones han visitado multitud de municipios de toda la provincia y de más allá de Burgos. Sin embargo, todo este viaje de música y amigos no hubiera sido posible si no hubiera existido el «buen rollo» entre los músicos, reconoce Salas. Asimismo, creen que su éxito no consiste en «llegar, tocar y marcharte; sino que la interacción con la gente es fundamental antes, durante y después de la actuación».
Además, el saxofonista de Los Chones afirma que a nivel musical intentan progresar cada año y así llegar a más público. Esta tarea la realizan entre todos sus integrantes, quienes se organizan para ensayar en una nave del polígono industrial que han alquilado. Allí, cada semana se juntan los músicos provenientes de Burgos para «ir cogiendo rodaje e ir trabajando los temas».
Los Chones ahora
Los Chones hace años
Después también realizan de forma conjunta, con otros músicos, un ensayo cada dos o tres semanas. Porque en Los Chones hay integrantes de la capital, pero también de Aranda de Duero, Miranda de Ebro, Pradoluengo y Medina de Pomar.
La charanga Los Chones está conformada por 37 músicos de cinco localidades burgalesas y de edades muy distintas. Los más jóvenes tienen 18 ó 19 años; mientras que los más veteranos tendrán «unos 50», aunque Salas estima que la media de edad ronda los 33 años.
En la actualidad cuentan con una integrante femenina, y anteriormente también ha habido más, aunque están en clara minoría. Sin embargo, desde la charanga afirman que «cualquiera que encaje humanamente en el grupo es bienvenida».
Las charangas están muy solicitadas en la provincia de Burgos, tanto para fiestas de pueblos como para otros eventos, como bodas, vermús toreros o los Sampedros. Pero Los Chones siempre tratan de organizarse con anterioridad para cubrir las actuaciones y ofrecer «un espectáculo de calidad».
Su temporada alta es el verano, claro, pero cada vez tienen más actuaciones en otras épocas. «Cada año hay más afición por la charanga», señala Salas orgulloso, aunque, al menos de momento, ellos no viven de la música. «No deja de ser un hobbie».
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Sin embargo, Los Chones causan sensación allá donde van, e incluso han llegado a vender camisetas y calcetines como las que llevan los músicos a sus seguidores más fieles. Además, la agrupación sigue trabajando por «dar el callo» con su música e «intentar montar buena fiesta». «Intentamos aprovechar al máximo las actuaciones y poder tocar todo lo que nos permita el reloj, la cabeza y el morro».
Para celebrar su aniversario, Los Chones han preparado para el 9 de marzo una jornada repleta de música en Burgos. El sábado comenzará con un vermú con música, por la tarde habrá otro pasabares junto a la charanga Coda, de Medina de Pomar, y después, por la noche, la charanga Wesyké de Arnedo dará un concierto para el que las invitaciones ya están agotadas. Todo el programa aquí.
Pero formar parte de una charanga en ocasiones no es fácil. La agrupación reconoce que las instituciones no les están dando mucho apoyo. «Tocar en la calle está complicado y la situación no evoluciona», comentan, aunque por su parte han tomado la iniciativa de intentar solucionarlo.
En el punto opuesto se encuentra la ciudadanía, con la que Los Chones «siempre» están a gusto. Aunque, como comenta Salas, «en los últimos años se está perdiendo un poco el respeto hacia el músico». Se refiere a situaciones en las que las personas cruzan por el medio de la formación para pasar al otro lado, les tiran bebida o les exigen de malas maneras unos u otros temas a pesar de «estar tocando para ellos».
Desde Los Chones recuerdan que la actuación es «de servicio mutuo: la charanga anima a la gente y la gente anima a la charanga». Además, reiteran que ellos son «los más aptos» para elegir los temas que se tocan en cada momento y situación, ya que saben «leer el ambiente» gracias a sus años de experiencia en calles, plazas y demás escenarios.
El éxito indiscutible de toda charanga en los últimos años ha sido 'La Sandía'. Esa popular canción ha hecho bailar, saltar y reír a miles de personas; sin embargo, tanto va el cántaro a la fuente que se acaba rompiendo. «Estamos un poco hasta las narices», reconoce Salas entre risas respecto al famoso tema.
Sin embargo, para esta nueva temporada de verano Los Chones están preparando bastantes canciones nuevas, entre las que habrá «míticas del pop», porque gustan a todos. También tocarán rock y punk, ya que es su «estilo preferido», e incluirán versiones de grupos como Marea, Desakato o Extremoduro. «Hay que tener variedad para poder adaptarte», reconoce.
Salas lleva años en Los Chones, cantando y animando a través del megáfono y tocando el saxofón. Para él, sin duda, lo más importante de la charanga son las personas: «Yo sigo en Los Chones por los Chones», admite. «Me encanta el grupo que formamos, me lo paso pipa con ellos». Además, afirma que cada día le motiva más ir a ensayar y trabajar en proyectos nuevos.
En 30 años, Los Chones han vivido muchas aventuras, algunas más divertidas que otras. Por ejemplo, confundirse de pueblo e ir a tocar al que no era. Les pasó hace siete años, cuando confundieron Belbimbre, en Burgos, con el municipio leonés de Bembibre. Como ya habían visitado Bembibre, no les extrañó el viaje.
Algo parecido les ocurrió en otro pueblo de la provincia de Burgos. Los Chones se prepararon para ir y llegaron a una plaza «absolutamente vacía en plenas fiestas». «Nos confundimos de fecha y aparecimos allí una semana antes», relata Salas entre risas. Bolos, viajes y momentos que perduran en la memoria de todos los integrantes de la familia «chon», una que no se quiere separar y va a por otros 30 años más de música, fiesta y diversión en Burgos y allá donde les llamen.
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