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Raquel y Gustavo con algunos de los productos que elaboran de forma artesanal y siguiendo las recetas tradicionales. BC
Provincia de Burgos: Los alquimistas de Riocavado que tienen el 'remedio' contra el olvido

Los 'alquimistas' de Riocavado que combaten el olvido

Gustavo y Raquel son dos personas vinculadas con Riocavado de la Sierra que elaboran multitud de bebidas, comidas, cremas y otros productos con elementos naturales y basándose en las recetas que sus antepasados y sus vecinos comparten con ellos

Sábado, 19 de diciembre 2020, 09:08

¿Qué desaparece cuando desaparece un pueblo? No solo sus casas caen presas del abandono. La cultura etnográfica con sus tradiciones, folclore, gastronomía, sus raíces y nuestros antepasados se sumen en el olvido. Al igual que el sector primario, base de la economía. Aumenta el ... desapego con la naturaleza, se pierde la sabiduría fruto de la cercanía con la naturaleza, el intercambio de ideas de unas relaciones sociales más cercanas.

Hay personas conscientes de ello y que se mantienen vinculadas con esas raíces rurales. Personas como Gustavo y Raquel que mantienen vivos los conocimientos que sus antepasados y sus vecinos, en este caso de la zona burgalesa de Riocavado de la Sierra, les han transmitido. No solo los mantienen vivos, si no que esta teoría se convierte en realidad porque Gustavo y su pareja Raquel son unos auténticos artesanos al estilo tradicional.

El padre de Gustavo es de Riocavado y su madre de Pineda. Ellos viven en Bilbao, donde trabajan entre semana, pero los fines de semana y días festivos son para Riocavado. Aunque la pandemia ha reducido sus visitas al pueblo, «ahora solo me desplazó yo para atender a las abejas simplemente. Por respeto y seguridad cuando voy no hago nada más que atenderlas», explica Gustavo.

Raquel también procede del medio rural de Extremadura. Los dos intentan, y lo consiguen, elaborar productos artesanos con los elementos naturales que los rodean, de la forma más tradicional, «como lo hacían nuestros paisanos, como nos enseñaron nuestros antepasados. Hay mucha variedad desde la matanza, hasta la recolección de hierbas, la elaboración de miel o de bebidas», enumera Gustavo.

Todo cabe en las mentes y manos inquietas de Raquel y Gustavo, que recogen estas recetas en un cuaderno que Raquel regaló a Gustavo. Elaboran vino, cerveza, champán de sauco. Fabrican tres tipos de cerveza con los diferentes manantiales que hay en Riocavado, cada una de las diferentes cerveza lleva el nombre del manantial. Aunque estas no se comercializan, son para consumo propio y con amigos.

También elaboran vino de nuez, las uvas no proceden de Riocavado porque no se dan, pero sí las nueces. Se trata de una especie de vermú. «Se mezcla el vino con las nueces verdes que se cogen en San Juan, en el solsticio de verano, y luego cada alquimista tienen su receta. Se le puede echar ajenjo, clavo, té...», explica el alquimista Gustavo. Otra bebida que fabrican es el champán de saúco, «este sí es totalmente autóctono de Riocavado, se hace con flores de saúco y agua de la zona».

Además de estas bebidas, también elaboran productos procedentes de la matanza del cerdo e, incluso, cremas para el cuidado del cuerpo o para calmar dolencias. Pero lo único que comercializan es la miel, el polen, el propóleo y las cremas que elabora Raquel. «Mi mujer acude a ferias para su venta, en el País Vasco sí que se están haciendo en algún punto pese a la pandemia», explica Gustavo.

Esta pareja no ha dejado morir las enseñanzas familiares pero tampoco «la sabiduría de esa señora del pueblo que te dice que a ella le funciona una receta contra la urticaria». Gustavo y Raquel intentan perfeccionar lo que elaboran a base de fallo y error. «Simplemente para nosotros, no queremos lucrarnos, ni venderlo ni montar una empresa. Lo hacemos por puro placer», reconoce.

Es más, la base de sus enseñanzas reside en compartir conocimientos, por eso no dudan en hacer lo mismo. «En Riocavado siempre intentamos hacer cosas para compartir, para que la gente sepa lo que se puede hacer con lo que tienen alrededor, que se puede tomar un refresco sin necesidad de tomar Coca-Cola», reflexiona Gustavo. Ellos comparten y el pueblo comparte con ellos. Sus vecinos de Riocavado les ayudan y les preguntan. «Nos traen flores para identificarlas, recetas que vamos probando y adaptando».

Pasatiempo y reivindicación de lo artesano

En este momento en el que lo artesano está en horas bajas, en el que los trabajos manuales son denigrados y poco valorados, en este momento, hay que reivindicar la artesanía para lograr que sea valorada. En ello están Gustavo y Raquel, por salud, por conciencia con el medio ambiente.

Ambos han hecho algún curso y talleres para aprender sobre la elaboración de productos naturales y sienten pasión por lo que hacen. «Yo siempre he sido bastante inquieto y he tenido curiosidad y actitud para esto. Lo he aprendido en casa. Mis padres son de esta zona y siempre he estado en la matanza o acompañaba a mi madre a recolectar flores como la manzanilla o el té» pero junto a él está Raquel, «casi es peor que yo, le gusta la alquimia, es extremeña viene del mundo rural y también le gusta mucho todo esto de la artesanía».

El conocimiento de las plantas

En esta labor, Gustavo y Raquel están realizando un herbario con plantas de la zona de Riocavado. El herbario surgió a raíz de la elaboración de cremas. Raquel ha hecho varios cursos de cremas naturales. Además, por el simple deseo de querer saber y conocer el tipo de flora que tienen en su zona se lanzaron a ello. «Conocer las planas te permite aprovecharlas mejor. Es importante saber para qué sirve cada tipo de planta y sus propiedades. Hemos ido acumulando nuestras plantas pero la gente del pueblo también nos ha ayudado aportándonos las que ellos conocían y los beneficios o usos que ellos las dan», explica Gustavo. En este herbario aparecen los beneficios y características de cada planta, algo que exige dedicación y consulta pero es que una de las cremas que elabora Raquel, la crema sanjuanera, está compuesta por hasta 18 plantas.

Coto a la apicultura trashumante

Gustavo, como apicultor, explica los problemas que sufre este sector en la provincia de Burgos. Algunos apicultores trashumantes traen sus colmenas a la provincia para aprovechar la floración aquí que es más tardía. Instalan sus grandes colmenas con abejas que proceden de otros lugares en montes de titularidad pública donde no necesitan más que una licencia que les da permiso para usar ese monte durante una serie de años. Aunque, al año, solo usan ese terreno alrededor de un mes y medio.

«No queremos que nos subvencionen a los apicultores locales, solo estamos pidiendo que no se entreguen todas las zonas a al gente que viene de fuera, con colmenas itinerantes, que no repercuten en beneficio para la zona. Pedimos más facilidades para los autóctonos, que colaboramos con la economía local», señala Gustavo.

Esta apicultura afecta negativamente a los apicultores autóctonos. Supone un perjuicio para los productores locales, la mayoría pequeños con menos de 26 colmenas, que tienen que competir por el terreno con colmenares de hasta 150 unidades.

Por ello, Gustavo pide que se ponga en valor a los apicultores de la zona. Y que se tengan en cuenta también el problema del traspaso de enfermedades a las abejas autóctonas, «las abejas itinerantes están más fuertes que las locales y suelen atacarlas y robarles comida». Un problema que él conoce bien porque lo ha sufrido en primera persona.

Abejas

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