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Hacinas ha cerrado la segunda edición del Alpaka Fest, un festival centrado en la cultura rural y que abarca mucho más que la música. Desde este pueblo de Burgos, de unos 150 vecinos, se ha logrado crear un evento único, un festival que consigue demostrar que el medio rural está vivo y genera más vida.
En la España vaciada hay eventos que consiguen llenarla. El Alpaka Fest es un ejemplo de ello, de trabajo, de tesón, de apuesta en lo que se cree. Lo organiza la Asociación Jóvenes de Hacinas, unos cien que, aunque no vivan siempre en el pueblo, no dejan de estar vinculados a Hacinas.
La primera edición se desarrolló durante un día, este año se ha subido la apuesta, dos días y miles de asistentes han llenado la campa de Santa Lucía con grupos locales y también nacionales. Pero no solo de música vive el Alpaka, visitas guiadas al pueblo, danzas, un evento de talento rural, espacio para todos los públicos con área de descanso, comida y bebida.
El propio recinto y entorno del Alpaka dejan claro el trabajo que hay detrás, todo está cuidado, las diferentes zonas han sido creadas por los propios organizadores. Con alpacas y maderas y un trabajo conjunto se han logrado unos espacios únicos. Más allá de los jóvenes, los vecinos han colaborado y apoyado en todo lo que han podido, así se ha logrado crear este evento.
Sin olvidar el trabajo de divulgación y la presencia en redes sociales, lo que ha logrado llevar este festival mucho más allá de la provincia. El característico astronauta Neil Rástron que protagonizaba muchos vídeos del Alpaka en redes no faltó a la cita y se paseó por el recinto.
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El viernes comenzó el festival con el grupo de danzas de Santa Lucía y un pregón en honor a las tardes de verano, a los jóvenes que apuestan por el folclore y al trabajo de todos los vecinos para que estas iniciativas salgan adelante.
El Niño de la Hipoteca, Valira, La Regadera, Teree, Grotèsque, Discodelia, Skaifas, Delpalo, Barbacana, Perseida, DEB y Marcos Gallo han completado el cartel de esta segunda edición.
La entrada ha seguido siendo gratuita y contaba con zona de acampada e, incluso, autobuses desde Burgos, Aranda y continuos desde Salas de los Infantes.
Los festivales no tienen por qué ser multitudinarios, el enlace con el lugar donde se celebran es importante y eso es lo que hace único al Alpaka. Son las personas de las localidades las que toman las riendas con el objetivo de atraer gente a sus pueblo. Solo así se genera una base única, una cultura y un ocio identitarios e inigualables.
La apuesta de esta segunda edición ha subido, ha crecido el nivel de los artistas y parece tomar el ritmo de un festival que busca consolidarse como una cita imprescindible. Larga vida al Alpaka.
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