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Fuera del Radar | T5

Mi nombre es Fabiola

Fabiola es camarera en un local de Murcia, pero pocos de sus clientes conocen la devastadora historia de su vida anterior en El Salvador

Transcripción

Fuera del Radar | Mi nombre es Fabiola

SONIDO AMBIENTE URBANO

CARLOS GARCÍA FERNÁNDEZ: ¿Qué tal?, bienvenidos y bienvenidas a nuestras historias.

CGF: Hace un sol radiante en Murcia, como casi todos los días del año en una ciudad que apenas sabe lo que es el invierno. Las temperaturas cálidas son buenas para las terrazas y barras, que se abarrotan con un mosaico de clientes que charlan mientras apuran sus cafés o tapas tradicionales. Estamos en uno de esos bares.

CGF: Una de las camareras es Fabiola Ticas. Tiene 38 años y nació en El Salvador. A simple vista parece una de tantas inmigrantes que han encontrado en la hostelería murciana una buena manera de ganarse la vida. Ella no imaginaba que acabaría aquí. Tampoco ningún cliente tiene ni idea de la terrible historia que esconde su amable sonrisa.

FABIOLA TICAS: Yo jamás en mi vida pensé que iba a estar aquí en España. Jamás. Yo me proyectaba en mi país y a raíz de circunstancias que me han pasado decidí emigrar aquí a España.

CGF: A pesar de que tiene un graduado en trabajo social, por el momento no puede ejercer en España por problemas de homologación de su título. Aun así, en Murcia ha descubierto, para su sorpresa, que le gusta el oficio de camarera.

FT: Es un trabajo bonito, que interactúa con personas. Es una entrega que tú haces con amor y porque te gusta.

CGF: El local donde trabaja está ubicado en el barrio de Santa Eulalia, donde el colectivo LGTBI goza de mucha presencia, y eso es otro aliciente para ella.

FT: He ido conociendo a través del tiempo muchas personas que son de la comunidad y me han acogido de muy buena manera.

CGF: A pesar de que España le gusta, carga con una pesada mochila.

FT: Allá me dedicaba al activismo en derechos LGBTI y prevención de VIH con mujeres transgénero en situación de calle. Estaba con mis compañeras que tenían muchas dificultades. Y si en mis manos estaba poderlas ayudar, yo lo hacía.

CGF: Su trabajo empezó a llamar la atención y eso fue lo que, al final, la obligó a abandonar su país.

FT: Ese año, el año 2015, fue el año más negro y más oscuro y más gris que tuvimos en la ONG. Y casi en toda la población.

CGF: Ese año El Salvador se posicionó como uno de los países más violentos del mundo, con más de 6.600 asesinatos. Ser mujer en medio de esa barbarie no es nada fácil, pero ser una mujer transgénero es como llevar una diana en la espalda.

FT: Fue un año malo, malo. Porque a mí me pasaron tantas cosas…

CGF: Llega la hora de cerrar y Fabiola se prepara para volver a casa. La espera su pareja y las alegrías que ha encontrado en su nueva vida en Murcia. Pero también deberá enfrentarse, como cada noche, a los fantasmas del peor año de toda su vida.

FT: Fue horrible, yo lloré mucho.

CGF: Esta es una historia de lucha, sobre defender la propia identidad ante la violencia y el odio. También es una historia sobre la familia elegida y la importancia de contar con una red de apoyo para mantenerse a flote cuando todo el mundo te da la espalda.

FT: Vine a este país el 31 de diciembre del 2018, en fiestas. Me dijo el de inmigración: «Feliz fiesta». «¡Ay, hijo!, si supieras de lo que yo vengo, si supieras lo que yo traigo…».

CABECERA: FUERA DEL RADAR. EN ESTE EPISODIO: MI NOMBRE ES FABIOLA

CGF: Fabiola nace en la ciudad de San Miguel, en el este de El Salvador, más cerca de la frontera con Honduras que de la capital del país.

FT: Mi niñez no fue una niñez que yo la recuerde muy bonita.

CGF: Ella no tiene la misma libertad que otros niños.

FT: Cuando era muy pequeña, yo decía a veces: «¿Por qué soy así?» Porque yo no encajaba como, por ejemplo, la ropa. Yo quería cosas de niña pero no tenía la fuerza de decirles a ellos: «Mira, yo soy así, me siento diferente».

CGF: Con apenas cinco años, ya se identifica como chica.

FT: Y si no, agarraba una toalla, me la ponía en mi cabeza y decía que ese era mi cabello. En mi inocencia, yo ya hacía esas cosas.

CGF: Fabiola empieza a tener clara su identidad, pero para su familia no es fácil. Especialmente para su madre.

FT: Ella decía que no tenía una mujer sino un hombre que había nacido. Yo tenía que andar como un chico. Me cortaban el cabello pequeñito. Yo me quería maquillar pero no me dejaban.

CGF: Sus momentos de felicidad son pocos y breves. Ni siquiera puede permitirse que la vean llorar.

FT: Y en la noche a veces lloraba de tristeza de cosas que me daban una angustia, me entraba como una ansiedad, y eso lo hacía sola sin decirle a mi mamá. Si me miraba llorando me iba a castigar.

CGF: El miedo, la frustración y la soledad son sus compañeros de juego. Sigue contando la historia el periodista Iván Rosique.

IVÁN ROSIQUE: En el colegio, la situación no es muy diferente para Fabiola.

FT: Me llevaba más bien con las niñas y con los niños sufría mucho bullying. Me ponían la zancadilla. Me golpeaban, me jalaban del pelo, me ponían chicle, me escondían la mochila, me rompían los cuadernos.

IR: Aunque el acoso es constante, ese tiempo en la escuela le sirve para aprender. No solo a leer y a escribir, sino también a dejar de poner la otra mejilla.

FT: Según fui creciendo, llegó un momento en que dije: «Ya no». Entonces yo me defendía como podía. Me fui haciendo, no más dura, sino más fuerte.

IR: Los días son difíciles tanto en casa como en clase. Hasta que llega el momento en el que reúne el valor para defender su nombre.

FT: Tenía como 8 años, estaba bien pequeñita, y ya me presentaba yo como Fabiola. Y yo le decía a mis compañeras: «Me vas a decir Fabiola», pero no delante del profesor ni de mis compañeros varones.

IR: La muerte de su madre supone una liberación. Con ella se van los reproches y los comentarios hirientes, pero Fabiola no le guarda rencor. Se queda con los valores positivos que le inculcó, como la honestidad y la disciplina del trabajo duro.

FT: Cuando mi mamá murió tenía como 18 años. Dije yo: «Ya no puedo más, ya no puedo más». Ya cuando estaba en la universidad tenía más libertad, tenía como más fuerza. Entonces yo me maquillaba, me arreglaba mis cejas.

IR: A partir de ese momento ya no se pone límites. Sigue sufriendo la discriminación de profesores y compañeros, pero su personalidad se ha fortalecido y está dispuesta a defender su identidad con uñas y dientes.

FT: Me decían: «Quítate el cabello», que me quitara el maquillaje… Entonces yo era muy rebelde en ese aspecto y yo les decía: «No me lo voy a quitar». Todas esas palabras a mí me resentían y me hacían como más fuerte.

IR: Fabiola ha cambiado por dentro y llega el momento de cambiar también por fuera. A raíz de una convivencia organizada por una asociación LGTBI, entra en contacto con un grupo de mujeres transgénero. En ellas encuentra un espejo en el que ve a la futura Fabiola.

FT: Cuando las miré, bien bonitas, bien arregladitas, yo decía: «Así quiero estar yo, así quiero ser como ellas».

IR: Ese encuentro cambia su vida. Conoce al Colectivo Alejandría, una ONG dedicada a luchar por los derechos de la comunidad LGTBI de El Salvador. Además, empieza a hormonarse.

FT: Una de ellas me dijo: «Tita, usted póngase esta inyección. Usted venga como usted quiera». Ya empecé a hormonarme… Entonces dije: «Desde este día cambiaré mi forma de ser». Ya no me importaba nada. Fabiola va a ser así, y así va a ser hasta el día que yo me muera.

IR: Su transición física es el paso definitivo. Un camino de no retorno. Un cambio que supone la ruptura definitiva con su familia.

FT: Un hermano me sacó de mi casa. Me echó a la calle. Me quemaron la ropa y bueno, dije: «La ropa la recupero. La compro y ya está pero yo no voy a cambiar. Yo no voy a cambiar». Ya después dije: «Me voy de la casa». Ya no aguanté más.

IR: Tras abandonar su casa, Fabiola se traslada a la capital, San Salvador, donde comienza a trabajar para el Colectivo Alejandría. Allí descubre que tiene que hacer frente a un nuevo enemigo: la desinformación.

FT: Las mujeres trans en El Salvador, muchas no son estudiadas. A veces se les cierran las puertas, les ponen tantas barreras. Me hormonaba porque mis compañeras me decían: «Usted póngase esto...». Pero tenía miedo porque decían: «Compañeras que se morían, que les podía dar alguna enfermedad o algo».

IR: La casi clandestinidad que vive el colectivo y la dificultad para acceder a la educación y a la sanidad hacen mella. La información circula por la calle por medio del boca-oreja, sin ningún filtro ni garantías médicas.

FT: Yo me ponía 2 inyecciones al mes. Hay otras compañeras que se ponían 4, una cada semana. Unas se ponían hasta 8… por la falta de información.

IR: Los efectos secundarios por un tratamiento inadecuado están a la orden del día. La propia Fabiola empieza a sufrirlos hasta que una doctora revisa su caso.

FT: Ella me cambió el medicamento. Mis compañeras me habían dicho uno y ella me puso otro. El que me habían dicho mis compañeras me ponía mal y ya después ella me decía: «Las demás chicas me vienen preguntando, quieren hormonarse».

IR: Lo tiene claro. Su primera batalla como activista es luchar contra la desinformación para empoderar al colectivo. Poco a poco, la labor de Fabiola dentro del Colectivo Alejandría empieza a dar sus frutos. No solo por la ayuda que brinda a sus usuarias, también se convierte para ellas en una amiga, una confidente. Forman una nueva familia en sustitución de la que, a muchas de ellas, les dio la espalda.

FT: Cuando me miraban, decían: «Ahí viene Fabiola, algo nos trae», y es cierto, siempre les llevaba algo porque yo decía: «Qué fuerte ha de ser estar en la calle y que tu familia no te apoye».

IR: Pero el crecimiento del colectivo también atrae la atención no deseada de las pandillas armadas.

FT: Y me la encuentro en el autobús, me dice: «Tita, tita, tita, ya la veo» y entonces...

IR: Estas bandas imponen su voluntad con sangre y plomo.

FT: Yo cuando la vi, la abracé y nunca me imaginé que ese fuera el último abrazo que le iba a dar. Jamás.

IR: Es cuestión de tiempo que la espiral de violencia acabe llegando hasta la puerta de Fabiola y el resto del Colectivo Alejandría.

SONIDO JALEO DE PANDILLAS / DISPAROS

IR: Las maras se han hecho con el control de algunas calles de El Salvador. Más que simples pandillas, son prácticamente unos ejércitos juveniles que someten algunas zonas del país bajo la ley del más fuerte.

FT: Ese día yo andaba trabajando en una colonia que estaba como... como que ellos eran los dueños de la colonia. Se apoderaron de la colonia y decían: «Aquí nadie va a entrar».

IR: En esta guerra callejera, el colectivo transgénero se encuentra especialmente desprotegido. Cuanto más trabajo y visibilidad gana en las calles, más rápido se convierte en un objetivo claro. Los barrios se llenan de violencia y el 2015 fue un año especialmente difícil.

FT: Fue el año más negro y más oscuro que tuvimos en la ONG, y casi toda la población. Es que han matado a tantas compañeras mías y tantas personas que estaban en el proyecto... Duele porque era con las que yo convivía, con las que yo andaba, las que me ayudaban…

IR: Los pandilleros se ensañan con ellas de la forma más salvaje.

FT: A una compañera de nosotras fue una muerte muy fea la que le dieron. Le quitaron la piel del rostro. Una muerte horrible. Y a una usuaria mía de San Vicente le hicieron cosas feas. Muy feas.

IR: Fabiola se empieza a ver envuelta en situaciones límite.

FT: Y me habló una compañera y me dice: «Fabiola, ¿dónde estás?», y me dice: «Sálgase ahorita mismo». Y yo salgo y me encuentro a los hombres afuera, Me quedé así y dije: «¿Qué me van a hacer?»

IR: Salvar la vida es cuestión de puro azar.

FT: Yo no había pedido el permiso para entrar a la colonia. Y me dijo mi amiga: «Vamos a parar un taxi». Pararon un taxi, me monté en el taxi y me salí de ahí. Y ellos quedaron discutiendo ahí. Eso fue un día jueves. El día domingo estaba muerta mi compañera. La ahorcaron y le quitaron cosas de su cuerpo y no sé si la violaron, no lo sé, porque yo no estuve ahí. El día domingo que yo me di cuenta fue por las redes sociales. Que... que ella estaba muerta, mi compañera.

CGF: La presión es tal que cualquier intento de ofrecer resistencia puede costarles la vida.

FT: Yo creo que si ella no me hubiera defendido, también estaría muerta.

CGF: Cuando parece que las cosas no pueden ir a peor, le llega el turno a Francela, su gran apoyo dentro del colectivo, y también una gran amiga.

FT: Nos impactó tanto porque era muy querida. Era una activista muy reconocida en El Salvador y a mi me impactó muchísimo. Eso fue una muerte muy fuerte para nosotras.

CGF: Las continuas pérdidas de compañeras son un peso insoportable que se le va acumulando dentro. Enseguida retomamos la historia.

PAUSA

CGF: La Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos de El Salvador ofreció una rueda de prensa para denunciar internacionalmente el asesinato de Francela y exigir justicia. La pérdida de Francela lo cambia todo para Fabiola.

FT: Convivíamos juntas, comíamos juntas… Nos apoyábamos en las buenas y en las malas. Me dio de llorar porque yo estaba conviviendo con ella y de verla un día y el siguiente día ya no…

CGF: Entonces le toca a ella. Es la siguiente en la lista.

FT: Yo ya me había escapado dos veces de la muerte y dije: «Esta es la última, ahora sí me van a matar»» como yo nunca me quedé callada, ellos decían: «Esta persona no se queda callada, entonces hay que matarla». Prácticamente, ellos ya como que me tacharon y dijeron: «Hay que ir a por ella».

CGF: Sufre una agresión tan terrible que se niega a recordar los detalles.

FT: Me pasaron cosas muy horribles que yo no se las deseo a nadie. A nadie. Yo no podía ni caminar. No podía ni caminar. Y ellos, en su mente, dijeron: «Está muerta, la matamos ya».

CGF: Los pandilleros dan a Fabiola por muerta. Irónicamente, eso le salva la vida, pero sabe que pueden volver en cualquier momento para acabar el trabajo.

FT: Fui a la policía pero ellos como que se burlaban. Entonces yo decía: «Para ellos es un juego. Para nosotras no es un juego».

CGF: Sigue contando la historia el periodista Iván Rosique.

IVÁN ROSIQUE: Su vida estaba en peligro pero entonces la Justicia de El Salvador hacía oídos sordos ante los delitos cometidos por transfobia.

KARLA GUEVARA: «Hasta ahora el caso no ha sido judicializado, no vemos que haya una debida diligencia en la investigación. Nunca se tomó como una investigación por odio».

IR: Tal y como recuerda la presidenta del Colectivo Alejandría, Karla Guevara, los asesinatos de Francela y otras compañeras siguen impunes.

KG: «Se asesina por la transfobia que existe».

IR: Fabiola no quiere acabar como ellas.

FT: Yo no me quería morir. No quería morir de esa forma. Yo digo: «Si me muero, que me muera por viejita ya, porque se me pegó algo, pero por viejita. Pero que me venga a matar alguien no quiero».

IR: Así que la única salida que tiene es dejar El Salvador y buscar refugio en otro país. Aunque eso no supone el fin de sus problemas.

SONIDO AEROPUERTO

FT: Ese año emigré a México, que en México me fue fatal. Los de inmigración me pedían dinero. Estuve detenida mucho tiempo en México. De ahí me mandaron a Guatemala.

IR: Finalmente embarca para España el 31 de diciembre de 2018. Es Nochevieja, pero ella no siente que tenga nada que celebrar.

FT: Lloré mucho. Muchísimo. Cuando salí del aeropuerto, decía: «Dios mío, que despegue este avión ya».

IR: Pero España no recibió a Fabiola con los brazos abiertos.

FT: Me llevaron a un sótano. Me estuvieron poniendo todas las huellas, llamaron al Ministerio del Interior para ver si era yo.

IR: Había escapado del infierno de las maras para caer en un infierno burocrático.

FT: En El Salvador no me puedo cambiar el nombre. Entonces yo le decía que yo me llamaba Fabiola, y yo le decía: «Pero en el documento dice así», le decía yo. Pero el hombre era necio. El señor policía se ponía en un plan que... Y no solo en eso, también en el área de la salud. Me rompieron la tarjeta sanitaria.

IR: Poco a poco consigue solucionar sus problemas administrativos y asentarse en Murcia, su nuevo hogar.

FT: He encontrado personas muy buenas aquí. Muy, muy buenas. Encontré una abogada linda que me ayudó muchísimo y encontré un médico que es el que me lleva ahorita el tema hormonal, que es un médico muy bueno.

IR: Tras atravesar un laberinto de formularios y documentos oficiales, en 2019 consigue el estatus de refugiada, se aprueba su asilo y también la nacionalidad española.

FT: Mira cómo son las cosas. En agosto, el día de mi cumpleaños, me cambian el nombre. Cómo son las cosas, solo para el día de mi cumpleaños, como un regalo.

IR: Por fin está registrada oficialmente como Fabiola. Pero en realidad no es un regalo, sino el resultado de su esfuerzo constante.

FT: No quise molestar a la abogada, le dije: «Lo voy a intentar hacer yo sola». Me iba al registro civil, me decían: «Trae tal cosa, tal cosa. Y yo ahí iba, yo iba a todo. Yo ahí estaba al pie del cañón porque yo quería cambiar mi nombre. Y lo he cambiado. Ya en cuestión de documentos: todo en regla.

IR: Todavía le quedan algunos retos pendientes. Aún no ha podido convalidar su título en España para ejercer como trabajadora social, aunque eso no le impide ponerse a disposición de quien lo necesite.

FT: Yo intento ayudar con lo que yo puedo y lo que yo sé. Entonces he ayudado a personas de la comunidad LGTBI inmigrantes, que son los que me han pedido que por favor les ayude. Y yo lo hago de corazón porque me gusta.

IR: También ha descubierto otras maneras de hacer activismo.

FT: Yo lo hago a veces virtual por medio de redes sociales.

IR: Aunque España no está libre de delitos de odio, el corazón se le encoge cuando la compara con la realidad de El Salvador.

FT: En cuestión a derechos estamos muy atrasadas. Aunque luchan y luchan mis compañeras. Hace poco vi algo en el Facebook: «Que seguimos luchando por la ley de identidad de género en El Salvador. ¿Hasta cuándo vamos a seguir en esto?»

IR: Las noticias que le llegan a través de las redes sociales son desalentadoras.

FT: Les pregunto a mis amigas que están allá cómo está. «Sigue casi igual», me dicen. «Lo único que vas a ver es más seguridad en la calle. Pero si ya te vas afuera, a los lugares más lejos, pues ahí corres el peligro».

IR: Aunque su estatus de refugiada no se lo permite, conocer la situación de las chicas es como un llamamiento para volver a la primera línea.

FT: Quisiera volver a lo mismo, al activismo allá, para ayudar a mis compañeras. Hay muchas usuarias que me escriben y me dicen: «La extrañamos».

IR: Convive con el impulso de volver a su país para seguir luchando para que las personas transgénero puedan vivir libres, sin máscara.

FT: Pero mi compañera Karla me dice: «No, tita, tú quédate ahí, no hay que arriesgarnos, no quiero que pase lo mismo que pasó con Francela». Y todas mis compañeras que estaban en aquel entonces en la ONG ya no están. Unas están muertas, otras se han ido emigrando a otro país.

IR: Todo lo sufrido en El Salvador sigue ahí. Pero ya no mira tanto al pasado sino al futuro.

FT: Hay una herida que está, no ha cerrado, pero ya no lo veo como al principio. Será porque ya tengo un trabajo, será porque ya convivo con más personas y platico con ellos. Veo la vida de diferente manera.

IR: A pesar de la nostalgia, el recuerdo de las que ya no están la devuelve a la realidad.

FT: Y a veces digo: «Si me hubiera quedado en El Salvador o no estuviera platicando con estas personas o estuviera muerta, no lo sé». Pero sí le doy gracias a la vida porque estoy aquí.

CGF: Desde que en 2022 se aprobó el estado de emergencia contra las bandas armadas en El Salvador, se ha detenido a más de 72.000 presuntos pandilleros y colaboradores. Incluso se ha construido una cárcel destinada exclusivamente a estos reclusos. Según la Policía, al menos otros 43.000 siguen libres.

SONIDO TRASLADO DE PRESOS, DETENCIONES

CGF: Aunque en los últimos años la criminalidad ha descendido drásticamente en El Salvador, la comunidad LGTBI sigue sufriendo delitos de odio cada día y numerosos asesinatos siguen impunes.

FT: De todas las muertes que yo conozca, no te puedo decir si a alguna se le ha hecho justicia. Como que no valen nada. Las tiene el Estado como que no valen nada.

Audio PDDH: …se producen een forma de homicidios que particularmente golpean a las personas trans y la característica habitual es que estos homicidios quedan en la impunidad, que no hay un interés ni hay un ejercicio de las obligaciones de investigación por parte del Estado…

CGF: A finales de 2023 el Colectivo Alejandría inauguró en San Salvador el Centro Comunitario Francela Méndez. Fundado en memoria de su compañera asesinada, es un refugio y espacio seguro para un colectivo que sigue desamparado en un país marcado por la violencia y el machismo.

CGF: Hasta aquí Esta ha sido una más de nuestras historias de Fuera del Radar, el podcast de periodismo narrativo que va más allá de la noticia. Soy Carlos García Fernández. Gracias Fabiola y también, por supuesto, gracias a Iván Rosique por haber contado esta historia. Gracias por escuchar.

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Jueves, 16 de mayo 2024, 00:19

La infancia en El Salvador de Fabiola fue complicada desde el principio. Desde muy pronto sabía que quería ser una chica, pero se topó con el fuerte rechazo de su familia, que la expulsó de casa y quemó toda su ropa. Buscó algo de luz ... en la capital y comenzó a trabajar en Colectivo Alejandría, apoyando a otras personas LGTB, un trabajo que le encantaba, pero pronto acabó convirtiéndose en objetivo prioritario de las maras juveniles de El Salvador. En 2015, el año más sangriento en la historia de ese país, hubo más de 6.000 personas asesinadas. Fabiola estuvo a punto de ser una de ellas.

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Créditos

  • Una historia de Iván Rosique y María García Clemente

  • Producida por Iván Rosique

  • Coordinación y edición Luigi Gómez y Carlos G. Fernández

  • Producción técnica Íñigo Martín Ciordia

  • Diseño sonoro y mezcla Rodrigo Ortiz de Zárate

  • Ilustraciones Raúl Canales

  • Dirección y producción ejecutiva José Ángel Esteban