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Álvaro Romero
Jueves, 24 de octubre 2019, 07:06
La imponente ciudad de Nápoles encuentra su sitio en la zona suroeste de Italia, a poco más de 200 kilómetros de Roma. Desde su privilegiada situación se enfrenta cara a cara con las azules aguas del Mediterráneo, mar que baña su costa y que, desde ... hace siglos, ha sido pieza fundamental en el desarrollo económico y social del lugar.
Se consolida como la tercera urbe más grande del país y la más poblada de la zona sur, además de ser capital de la hermosa región de Campania. Cuenta con una enorme riqueza cultural, artística, histórica y gastronómica, factores que hacen de Nápoles una ciudad con alma. Espíritu palpable entre sus calles, en cada uno de sus rincones, sus locales de hostelería y, por supuesto, entre sus gentes.
La metrópoli napolitana domina el golfo homónimo, factor geográfico que se extiende desde la Península Sorrentina hasta los Campos Flegreos, zona volcánica con espectaculares vistas desde donde se puede divisar en el horizonte el famoso volcán Vesubio. Mirando al Mediterráneo, se contemplan Capri, Isquia y Procida, tres hermosas islas que parecen flotar sobre las aguas. Paisajes de ensueño que complementan a la perfección con su exquisito casco histórico, calificado por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad.
Nápoles es el resultado de todos aquellos pueblos que allí dejaron su huella, tales como griegos, romanos, bizantinos, normandos, franceses y españoles, entre otros. Estratos históricos y arqueológicos que, junto a la arquitectura moderna crean itinerarios sumamente peculiares y atractivos.
La ciudad griega de Partenope fue el germen de la actual y próspera metrópoli napolitana, de ella aún se conservan ligeros vestigios. Más numerosas son las ruinas romanas entre las cuales destacan las excavaciones de San Lorenzo el Mayor.
Las calles y los barrios permanecen siempre llenos de vida. Los turistas que tienen la suerte de llegar hasta allí pueden comprobar el transcurrir del paso del tiempo y la vida cotidiana de sus vecinos. Pasear por el Barrio Español es uno de los placeres que regala Nápoles, repleto de calles estrechas y coloridas que años atrás permanecieron bajo dominio de la mafia. Dos castillos escoltan esta zona: Castel Nuovo, de origen medieval e imponente estampa, situado muy cerca de la orilla del mar; y Castel Sant´Elmo, fortaleza del siglo XIV levantada sobre un cerro, desde donde se contemplan unas espectaculares vistas del núcleo urbano y todo el entorno que le rodea.
Completan el repertorio de castillos, Castel dell´Ovo y el de Capuano. El primero de ellos situado en un privilegiado islote unido a tierra firme por un puente. El segundo, de origen normando, exhibe una magnífica fachada.
Además de estas fortalezas destacan palacios, museos, plazas y edificios religiosos. Paseando cerca del puerto es fácil toparse con la elegante Plaza del Plebiscito, un espacio flanqueado por importantes obras arquitectónicas, el Palacio Real de Nápoles y la Basílica de San Francisco de Paula, dos edificios que parecen competir por captar todas las miradas.
A pocos metros de allí se encuentra la Galería Umberto I y la Plaza del Municipio, abierta al mar y donde convergen turistas y locales. Continuando por la calle Marina es posible disfrutar del impresionante puerto de Nápoles, uno de los más importantes de Italia. Junto a ella aparece la Plaza del Mercado. Desde este magnífico enclave, caminando en dirección al interior, se llega hasta el principal edificio de culto de la ciudad, la grandilocuente Catedral de Nápoles. Obra levantada a principios del siglo XIV que combina estilos gótico y barroco.
Junto a todos estos puntos de interés, merece la pena visitar también enclaves como la Basílica de Santa Clara, el Palacio de Capodimonte y su museo, además de las catacumbas y galerías que atraviesan el subsuelo de Nápoles. Todo ello sin olvidar sus calles más famosas y concurridas, entre las que sobresalen la de Spaccanapoli y vía Toledo.
Son muchos los turistas que se desplazan hasta Nápoles con el objetivo de conocer la ciudad y también su entorno, realizando desde allí alguna escapada. En los alrededores aparecen destinos de ensueño, donde la naturaleza se mezcla con ciudades y pueblecitos singulares, capaces de enamorar a todo el que hasta allí se acerca.
Los destinos más destacados se encuentran en dirección sur. La famosa Pompeya es el primero de ellos. Asolada en el año 79 d. C. por la erupción del Vesubio, su estado de conservación es espectacular. Parece estar parada en el tiempo y ese, junto a su historia, son los factores que hacen de ella una de las ciudades más visitadas de Italia. Allí es recomendable visitar los baños, la Basílica, el Templo de Apolo, las termas y el foro.
Continuando en la misma dirección el turista se topa con la hermosa Costa Amalfitana, uno de los destinos más románticos del continente europeo. Allí, pueblos con encanto y alguna que otra ciudad, no menos bella, desafían la ley de la gravedad y se encaraman al inmenso acantilado que separa el litoral del mar Mediterráneo. La vegetación del entorno, las calles repletas de flores y las plantaciones de limoneros generan un aroma natural difícil de igualar. Destacan núcleos urbanos tales como Capri, Sorrento, Amalfi o Positano, entre otros. Desde cualquiera de ellos se puede disfrutar de unas vistas de ensueño y atardeceres para el recuerdo.
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