Álvaro Romero
Madrid
Jueves, 13 de junio 2019, 10:41
Francia es, según la Organización Mundial del Turismo (OMT), el país más visitado del mundo, el que más turistas recibe a lo largo del año. Con más de 82 millones de viajeros se sitúa por delante de potencias como Estados Unidos y España. Se acerca ... el verano y con él la temporada alta y el mayor movimiento turístico, el país galo espera de nuevo una llegada masiva de viajeros que buscan disfrutar de todos los encantos de la bella Francia.
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Sobran razones para conocer el país vecino, desde la elegante capital parisina hasta los mágicos pueblecitos alpinos que se esconden entre las impresionantes cumbres, pasando por sus bellas ciudades costeras repartidas a lo largo de más de 5.500 kilómetros de litoral. Tesoros de tradición marinera convertidos en importantes focos turísticos durante la temporada estival, capaces de equilibrar a la perfección el interés histórico y cultural con el sol y la playa. Estas son algunas de las más bonitas:
De estilo provenzano, Marsella es la ciudad más antigua de Francia y la segunda más poblada del país. El barrio con más solera se agolpa en torno al viejo puerto, junto a las azules aguas del Mediterráneo, un rincón que bien merece ser visitado. Su histórica tradición comercial convirtió a la ciudad en general y a su puerto en particular en uno de las más importantes del viejo continente.
La urbe marsellesa se muestra repleta de luz y esencia marinera, además ofrece multitud de opciones de ocio y elementos arquitectónicos de importante carga histórica, entre ellos la exuberante Basílica de Notre- Dame de la Garde, situada en lo más alto de la ciudad. Las sinuosas calles, plazoletas del centro histórico y el bulevar costero se postulan como lugares ideales para pasear, visitar alguna de las múltiples galerías de arte o degustar su exquisita gastronomía local.
La coqueta Bastia, situada en el territorio insular de Córcega, presenta el encanto de las antiguas ciudades marineras del Mediterráneo, llena de arte e historia. No faltan las callejuelas estrechas y serpenteantes escoltadas por viejos edificios llenos de color, tanto en sus fachadas como en sus contraventanas que suelen aportar tonos variados y fuertes contrastes. Delicada y elegante, continúa manteniendo tradiciones y costumbres de antaño, una virtud poco frecuente a día de hoy.
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Se podría definir como una urbe alegre y llena de actividad, perfecta para pasear tranquilamente y disfrutar de sus plazas, lugares donde los vecinos se reúnen y tanto bares como restaurantes extienden sus terrazas ofreciendo la exquisita gastronomía local, muy vinculada al mar. La plaza de Saint Nicolás y la de Marché son los dos centros neurálgicos más importantes, cerca de la última se hace hueco el puerto y la bella calle de la Marina.
La costa oeste francesa acapara el mayor número de kilómetros de litoral de todo el país, pues se extiende desde la frontera con España hasta el límite con Bélgica. A medio camino entre el País Vasco francés y la Bretaña se hace hueco la peculiar ciudad de La Rochelle, cuyo puerto viejo se erige como la verdadera joya de la localidad, acaparando todas las miradas y dejando una de las estampas más bellas del occidente galo.
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A lo largo del casco antiguo se reparten delicadas calles y plazas con característicos soportales. Caminando entre ellas se respira el ambiente marinero y se revela una historia vinculada al mar. El antiguo barrio de pescadores de San Nicolás es claro ejemplo de ello, lugar muy popular entre los vecinos, transformado en un barrio artístico y bohemio. Además, degustar su exquisita gastronomía basada en la calidad de los productos obtenidos del mar es todo un placer para el paladar.
Situada en la espectacular región de la Bretaña francesa, Saint- Malo es conocida por su histórica e intensa relación con el mar. Se consolida como una de las urbes más visitadas de la comarca, entre otros factores por su precioso centro histórico amurallado, levantado en el siglo XIII y que actualmente se muestra en perfectas condiciones de conservación.
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Además de su espectacular arquitectura medieval alberga extensas y cuidadas playas donde poder disfrutar del sol y el mar. Todo ello sin olvidar hacer una visita a su puerto, importante centro comercial, pesquero y de ocio de la costa oeste francesa. El Castillo y la Catedral de San Vicente son sus dos reclamos arquitectónicos más relevantes y de obligada visita para todo turista que hasta allí se acerque.
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