El Monte Santiago, una visita obligada

Y es que, el Monte Santiago, enclavado en las estribaciones de la Sierra Salvada, en el límite entre Burgos, Álava y Vizcaya, ofrece al viajero un sinfin de posibilidades para pasear, relajarse, respirar aire limpio y sobrecogerse con la fuerza de la naturaleza. Unas cualidades que justifican, sin ningún género de duda, su consideración como Monumento Natural por parte de la Junta de Castilla y León, un sello que garantiza su conservación y ensalza aún más su figura.

Quizá, el mayor reclamo del entorno sea el Salto del Nervión, una de las cascadas más impresionantes que se pueden ver en España. De hecho, con sus 222 metros de caída libre, está considerado el salto de agua más alto de la Península Ibérica, aunque a menudo se muestra esquivo. No en vano, el flujo de agua, que proviene de la confluencia de tres pequeños arroyos y atraviesa roca kárstica, depende fundamentalmente de los caprichos meteorológicos. Es en época de lluvias y, sobre todo, de deshielo, cuando el torrente surge con fuerza y se precipita hacia el valle vasco de Orduña.

Sin embargo, aún sin agua, el entorno mantiene intactas su espectacularidad y magia. Echar un simple vistazo dese el mirador situado en la zona burgalesa es motivo más que suficiente para acercarse hasta allí en cualquier época del año.

Pero además, el Salto del Nervión no es el único reclamo del Monte Santiago. Ni mucho menos. Por eso es uno de los destinos favoritos de burgaleses, vascos y cántabros, que no dudan en coger el coche el fin de semana y acercarse hasta el Monumento Natural, cuyo acceso principal se ubica en la localidad de Berberana. Una vez superado el pueblo, la carretera enfila hacia el puerto de Orduña, pero antes de atravesar el límite provincial, aparece la entrada al parque, cuyo acceso se realiza a través de una pista forestal bien cuidada, jalonada por un par de aparcamientos. Una vez dentro, la primera imagen que se lleva el visitante es la de un precioso hayedo milenario, arraigado con fuerza sobre la roca, en el que las estaciones son las encargadas de marcar el ritmo de la vida.

Allí, en mitad del bosque, se alzan las ruinas del antiguo monasterio de Santiago de Langreniz, fundado en el año 1075, así como la Casa del Parque. Y entre ambos edificios, aparece la Fuente de Santiago, una surgencia de agua de indescriptible belleza, rodeada por varios senderos de fácil acceso.

Es en ese punto donde comienzan buena parte de las numerosas rutas que recorren el Monte Santiago. La más utilizada por los senderistas es la ruta circular, una senda de unos 6 kilómetros cuyo primer paso obligado son las antiguas loberas, usadas durante siglos para dar caza a dichos animales y hoy recuperadas y puestas en valor.

A escasos metros de las loberas, el sendero se acerca al propio mirador del Salto del Nervión y, desde allí, avanza por la cresta del Monte Santiago, dejando el cortado a mano derecha y asomándose al valle de Orduña en varios puntos. Mención especial se merecen, en este apartado, el mirador del Castillete y el mirador de Rubén, desde donde se puede disfrutar de unas vistas inmejorables.

Una vez de regreso, la senda muestra varias opciones que convergen de nuevo en la Casa del Parque. No obstante, esa no es sino una de las rutas que ofrece el espacio natural, en el que también se puede admirar la cueva de Las Paúles, así como una rica flora y fauna.

En definitiva, un espectáculo de innegable grandiosidad y fácil acceso cuya visita es algo casi obligado para cualquier amante de la naturaleza y en cualquier época del año.