Hoces del Alto Ebro y Rudrón: un salto al abismo

El norte de la provincia de Burgos esconde uno de los paisajes más extremos de todo el país. Un escenario donde los cortados, las gargantas y los cañones son los coprotagonistas de un lugar donde el agua es la estrella. El agua de los ríos Ebro y Rudrón que durante miles y miles de años se han encargado de modelar el paisaje como el cincel de un escultor.

En la comarca de las Merindades se encuentran las 45.700 hectáreas del Parque Natural Hoces del Alto Ebro y Rudrón. Pueblos de piedra, desfiladeros, valles encajonados y mucha calma provocada por la erosión del agua de estos dos ríos que dejan a su paso diferentes singularidades.

Como los diferentes microclimas que se crean en sus barrancos y que permite la convivencia del clima mediterráneo y del clima cantábrico. Por eso es posible encontrar bosques de encina en latitudes donde no son normales, el parque presume de una gran biodiversidad. Así es posible encontrar especies de climas cálidos, como la ya mencionada encina, los rebollos y los arces, salpicados con especies atlánticas como son las hayas, los chopos o los sauces.

La fauna también es variada, aunque las aves rapaces son quienes habitan principalmente estos paisajes, que es rico en número de especies y de individuos. En el parque habitan el águila real y el águila perdicera, pero también el buitre leonado, el búho real, el alimoche o el halcón peregrino. Pero no son estas las únicas especies que han hecho del Parque Natural su hogar, con el agua como protagonista, los anfibios también han hecho de este lugar de las Merindades su hogar. Los cangrejos de río, las truchas, las bermejuelas y algunas nutrias también pueblan los ríos.

La presencia de estos dos ríos provocó que se formaran más de 50 núcleos de población en esa zona. Una huella que se mantiene en forma de pueblos y construcciones, algunas pobladas y otras totalmente abandonadas.

Sobre una loma del escondido valle de Manzanedo se encuentra el Monasterio de Santa María de Rioseco. Los monjes abandonaron el lugar hace tres siglos y ahora voluntarios y vecinos tratan de recuperarlo.

Valdelateja es el centro del parque natural, está al norte de Burgos, por la N-623 hacia Santander. En esta localidad se unen los dos cauces de los ríos hacia el mal Mediterráneo y está enclavado en el fondo de un cañón dominado por el río Rudrón.

Pero este no es el único lugar de visita obligatoria. A lo largo de la extensión del Parque Natural hay muchos lugares para disfrutar. El mirador del Cañón del Ebro, que está considerado como uno de los rincones más bellos de España. Este mirador se encuentra a menos de dos kilómetros de Pesquera de Ebro.

Si el objetivo es darse un chapuzón el destino ideal se encuentra a unos 500 metros de Covanera. Allí se encuentra El Pozo azul, un manantial que vierte sus aguas cristalinas al río Rudrón. Allí muchos vecinos van en verano a bañarse, y no pasa desapercibido para los turistas, lo que lo convierte en uno de los rincones más visitados del Valle del Rudrón. En él se puede hacer espeleobuceo, ya que hay una cueva que se sumerge bajo el agua a la que puede acceder buceando.

Además, la ruta del Cañón del Ebro, entre Valdelateja y Orbaneja del Castillo, ofrece un sendero circular de 17 km que ofrece algunas de las mejores vistas del desfiladero. A través de esta ruta se puede disfrutar de la diversidad de este territorio. Arranca en iglesia de Valdelateja para adentrarse en el Cañón. Después, y tras caminar por la garganta, una pasarela cruza el río Ebro. Allí espera la central hidroeléctrica el Porvenir y diferentes bosques antes de llegar a Pesquera de Ebro.

Una vez cruzado el puente medieval de la localidad por encima de nuevo del Ebro el sendero señalizado llega hasta Cortiguera, pueblo abandonado, para continuar en paralelo al borde superior del cañón y llegar de nuevo a Valdelateja. Los amantes de la piragua pueden optar por hacer esta ruta de esta manera.

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