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Nagore Aranburu y Alauda Ruiz de Azúa, actriz protagonista y directora de la serie 'Querer'.
La serie del año transcurre en Bilbao: ¿por qué ama ha denunciado a aita por violación?

La serie del año transcurre en Bilbao: ¿por qué ama ha denunciado a aita por violación?

Alauda Ruiz de Azúa confirma su inmenso talento como narradora nata en 'Querer', una apasionante serie de Movistar Plus que explora el consentimiento, la masculinidad tóxica y la herencia familiar

Oskar Belategui

San Sebastián

Viernes, 27 de septiembre 2024, 15:13

Ella se apellida Torres y él Gorosmendi; ella nació y creció en una barriada obrera de Zorroza, él en una familia con dinero de Bilbao. Viven en un pisazo de la Gran Vía y tienen dos hijos. Ella acaba de venir de la comisaría de la Ertzaintza tras denunciar a su marido, con el que lleva treinta años casada, por violación continuada. Hace las maletas apresuradamente. Se quita la alianza, elige una foto de los hijos. Llega el esposo.

'Querer' arranca como un thriller que agarra por las solapas al espectador y ya no le suelta a lo largo de cuatro episodios de 50 minutos que la mayoría querrá ver de un tirón, pero no podrá: Movistar Plus estrenará la serie el 17 de octubre y cada jueves emitirá un nuevo episodio hasta completar los cuatro. 'Querer' demuestra el talento de Alauda Ruiz de Azúa (Barakaldo, 1978) como una narradora nata y su obsesión por la familia como generadora de un material dramático de primer orden. La ganadora de tres Goyas por 'Cinco lobitos' aborda cuestiones tales como el consentimiento, la masculinidad tóxica y las herencias familiares. Lo hace sin didactismos, efectismos ni subrayados en la que está llamada a ser la serie española del año.

Tráiler de la serie 'Querer'.

Programada en la sección oficial del Zinemaldia, 'Querer' trata de responder a una pregunta que todavía provoca extrañeza en la sociedad: ¿qué lleva a una mujer a denunciar a su marido por violación? La extraordinaria composición de Nagore Aranburu transmite el terror y el desamparo de una mujer que ha dicho basta. Sin embargo, un ambiguo Pedro Casablanc no encarna, en apariencia, a un villano al uso, a un gañán violento. Nos tocará desentrañar cómo ha sido la convivencia a lo largo de tres décadas sin que la serie salte al pasado en ningún flashback. Nos ayudará a entenderlo la personalidad de los hijos. El mayor (Miguel Bernardeau), casado y burgués, ha heredado las maneras y el estatus del padre. No entiende nada. El pequeño (Iván Pellicer), bisexual y rebelde, sabe que su madre no miente.

'Querer' habla con crudeza de sexo. Su primera escena es un polvo en el que una mujer disfruta, algo que no ha experimentado la protagonista, que ha estado sometida en una relación donde se ha dado un desequilibrio de fuerzas. Sin independencia económica, con la amenaza del qué dirán en una ciudad pequeña como Bilbao, ha fingido durante 30 años en un ambiente familiar clasista. «¡Qué se puede esperar, viniendo de donde viene!», suelta una familiar del marido. El juicio provocará una catarsis en todos ellos. Tan conmovedora resulta la lucha de Miren contra el miedo y la culpa como el viaje que emprende el hijo mayor, desprendiéndose poco a poco de una masculinidad tóxica que heredamos sin darnos cuenta.

Nagore Aranburu y Pedro Casablanc en 'Querer'.

«El tema del consentimiento en el matrimonio está sin explorar, a mí me surgieron muchas preguntas», reconoce Alauda Ruiz de Azúa. «¿En qué momento pasas de un noviazgo tradicional, con dos personas enamoradas y relaciones consentidas, a la violencia sexual? ¿Cuándo dejas de consentir y se prioriza el deseo del otro frente al tuyo?». La directora y guionista realizó una labor de investigación con asociaciones de víctimas, jueces, abogados y psicólogos. «Me sirvió para derribar muchos prejuicios, para responderme esa pregunta que siempre se hace: ¿por qué tardó tanto tiempo en denunciar?».

La sentencia del juicio, que se ventila en el tercer episodio y sucede tres años después, no es el culmen de la serie. Alauda Ruiz de Azúa describe «con rigor antropológico» la mecánica policial y procesal en estos casos, el apoyo que recibe la mujer por parte del Servicio de Atención a la Víctima. No es fácil desvelar la intimidad ante extraños, demostrar que este hombre de la vieja escuela la ha eclipsado, dominado, anulado, invisibilizado. Los hijos, que han carecido de educación afectiva, también juzgan a una madre que busca, al fin, su propia identidad. Conflictos morales apasionantes en una serie cuyo título, 'Querer', lleva un asterisco, porque ese término significa muchas cosas según sea nuestra formación afectiva.

«He querido hablar de algo estructural y político desde la intimidad de la cocina de un hogar», apunta la realizadora baracaldesa. «Existe una conciencia colectiva sobre la violencia sexual contra las mujeres como algo estructural y sistemático, pero se diluye al juzgar casos concretos. Todo es más complejo cuando entra en juego el afecto y la familia». Que la acción transcurra en Bilbao y los protagonistas tengan orígenes distintos «añadía capas a la historia». «La margen derecha y la margen izquierda, el poder económico, las relaciones de poder y de miedo... Esta familia tradicional con patrimonio y prestigio social a perder es de Bilbao porque allí visualizo antropológicamente mis historias».

Nagore Aranburu y Miguel Bernardeau, madre e hijo en 'Querer'.

La aprobación hace un par de años de la 'ley del sí es sí' (Ley de Garantía Integral de la Libertad Sexual), que pone el foco en el consentimiento, fue el detonante de la serie. «De pronto, actos que podíamos considerar 'normales' podían ser constitutivos de delito. Una mujer podía darse cuenta de que el sexo dentro de su vida conyugal era sexo no consentido», relata el productor Koldo Zuazua. Movistar ha permitido a la directora de 'Cinco lobitos' que ruede en un estilo cinematográfico sobrio y contenido, «del Norte», como si 'Querer' fuera una película de casi cuatro horas.

«Quería plasmar cosas invisibles que sin embargo son tangibles, que nos duelen, y para eso está el lenguaje cinematográfico. Además, el formato de serie permitía hacer elipsis bruscas y radicales para que el espectador llene los huecos», describe la cineasta. Sin un solo flashback, sin una sola escena de abuso, la secuencia inicial de sexo explícito es toda una declaración de intenciones. «Se rodó con una coordinadora de intimidad. En una serie sobre los límites del consentimiento muestro a dos personas gozando de manera sexy y divertida».

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