Crítica de la temporada final de 'Better Call Saul': Algo pasa con Kim

Como recompensa al esfuerzo, la serie todavía nos regala algo más, el premio gordo: los protagonistas y su evolución. O su involución, según se mire. Por un lado, Jimmy McGill, al que conocimos como Saul Goodman en 'Breaking Bad', un tipo que comienza como un estafador de poca monta y llega a convertirse en un abogado de ética cuestionable y de estética más cuestionable aún. Por otro, Kim Wexler, la compañera de Jimmy en el bufete Hamlin, Hamlin & McGill. Podría parecer la historia de chico conoce a chica, sí. Pero, si te la cuentan Vince Gilligan y Peter Gold, ya sabes que no va a ser una comedia romántica.

A priori, Jimmy y Kim no pegan, no hay química aparente entre ellos. Pero ahí están. Juntos. La extraña pareja. Ella es silenciosa, discreta, formal, trabajadora, atractiva; él es un charlatán, un marrullero, un vendedor de aspiradoras a domicilio feo y hortera, capaz de lo mejor y de lo peor. También es verdad que todas hemos tenido novios que harían vomitar a una cabra. Y que nos gustan malotes. Pero, en este caso, la antítesis es especialmente llamativa.

Por eso, y porque en 'Better Call Saul' importa más lo que se adivina que lo que se ve, es interesante averiguar cuál es la corriente subterránea que une a ambos personajes. Y esa corriente es que Jimmy le va a mostrar a Kim quién es en realidad. Ella todavía no lo sabe, pero lo intuye. Jimmy es ese colega que te pone un cubata en las manos por primera vez, o te mete un perfume caro en el bolso cuando vas por los pasillo de El Corte Inglés; es quien que te enseña el lado salvaje de la vida. Y descubres que ese lado salvaje te gusta más de lo que piensas, que no eres ni tan recta ni tan monolítica, que quieres dejar de responder a las expectativas, a las propias y a las ajenas, que no soportas más seguir llevando un traje de buena chica que te queda pequeño, y te aprieta, y te oprime. Y llegas a tu casa y te arrancas el traje y te contemplas desnuda ante el espejo. Y ves tu celulitis, tu barriga, tus brazos flácidos. Y decides que esa eres tú. Con todas las consecuencias.

Mientras llega ese momento, la lucha interna para dejar de ser la aplicada señorita Wexler y convertirse en una Kim implacable y vengativa no es fácil. La abogada sigue llevando casos de oficio para expiar sus culpas, igual que yo me salto la dieta los fines de semana y el lunes intento compensar el desparrame con pollo a la plancha. Pero no hay forma de adelgazar los dos kilos que te has pillado entre el sábado y el domingo a base de cerveza. O de mula de Moscú, la bebida de Kim. Y si ella acaba rindiéndose ante la evidencia de asumir quién es, Jimmy McGill hace otro tanto para dejarse devorar por Saul Goodman.

La deconstrucción que hacen Gilligan y Gold de ambos personajes es relojería de precisión, pero Kim es la verdadera protagonista de esta temporada final. Porque algo pasa con Kim, aunque aún no lo sepamos: de Saul conocemos el final de su historia gracias a 'Breaking bad', pero no el de su compañera. Y lo que le pueda suceder a Kim es el 'cliffhanger' más audaz de una serie que, aparentemente, carecía de ellos. Por ello, y porque todavía estamos aturdidos por el último golpe en este fin de la primera parte, esperamos impacientes que llegue julio, mes en el que se emitirán los capítulos finales de una serie que nos ha dado mucho más de lo que nos pedía.

La sexta temporada de 'Better Call Saul' está disponible en Movistar Plus+.