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El de las sagas familiares es un género en sí mismo. El de las sagas familiares ricas, claro. Porque para ver a familias pobres alrededor de una mesa ya tenemos la nuestra. Hay algo aspiracional en ello, de soñar con lograr algo parecido a lo ... que nos muestran en pantalla, con esos coches, esas casas, esas joyas… Y hay algo despiadado también, les vemos sufrir y nos regodeamos en sus tormentos, pensando en que atesorarán mucho dinero, pero las pasan canutas como el común de los mortales.
La televisión lleva décadas retratando este tipo de clanes adinerados y relatando sus desavenencias y luchas de poder. Los ingleses lo hicieron con sofistificación en los años 70 con los Bellamy, que vivían en la zona de arriba de 'Arriba y Abajo', una tradición que mantuvieron más tarde los Crawley de 'Downton Abbey'. Los estadounidenses dieron lustre a los culebrones que llegaban de Latinoamérica y se sacaron de la manga sus propias familias opulentas. Primero fueron los Ewing, de 'Dallas', y más tarde los Carrington de 'Dinastía' y los Agretti y Gioberti de 'Falcon Crest'. A la zaga de aquellos han llegado más recientemente los Darling de 'Dirty Sexy Money', los Rayburn de 'Bloodline', los Grayson de 'Revenge', y, por supuesto, los Roy de 'Succession'.
¿Y en España? Pues no nos hemos quedado atrás y también hemos sacado a relucir sagas patrias con secretos ancestrales, cuentas corrientes boyantes y ningún escrúpulo. Y a la audiencia les han gustado también. Debemos retroceder hasta mediados de los 70 para encontrarnos con los Rius, que tenían al frente al actor Fernando Guillén, pero seguramente los espectadores tendrán más recientes a los Cortázar y los Reverte de 'Gran Reserva', a los Acosta de 'Motivos personales', o a los Orozco, de 'Herederos', cuyas fortunas venían de los vinos, los fármacos y los toros, por ese orden.
De estas es deudora 'Galgos', producción recién estrenada en Movistar, con los Somarriba como protagonistas al frente de una empresa especializada en bollería y chocolates, que les ha enriquecido. Ahora se encuentran en un momento delicado, por los cambios en los hábitos saludables, las modificaciones legislativas en torno al azúcar y las propias ambiciones de algunos familiares. Eso provoca una situación de crisis financiera que hay que atajar como sea. Ese es el punto de partida y a partir de ahí vamos a ser testigos en primera fila de los rifirrafes para ganar posiciones en el tablero de poder. También vamos a comprobar cómo la estampa idílica que nos presentan en los minutos iniciales del primer capítulo nada tiene que ver con la realidad, la relación entre unos miembros y otros presenta serias grietas. Esta última cuestión nos reconforta -y ayuda a entender el éxito entre el público de estas propuestas-, corrobora la idea de que las imágenes de ricos que vemos muchas veces en la tele o en las revistas son impostadas y esconden verdaderas miserias.
¿Qué hereda esta serie de todas las anteriores que hemos citado? El perfil de los personajes, por ejemplo, con hermanos que han de pelear para llamar la atención de alguno de sus progenitores, padres más preocupados por salvar sus bienes que por reconciliar a sus seres cercanos, y ovejas negras que pretenden destacar a costa de quien sea. 'Galgos' también incorpora a sus tramas las diferencias generacionales que se plantean a la hora de modernizar la empresa familiar con el fin de que siga rindiendo como debe y eso desemboca en luchas internas.
Consciente de que esos fueron los ingredientes que hicieron triunfar a todas las otras la serie de Movistar repite patrones. Hay un matrimonio que lleva 40 años juntos pero que todavía no se conoce lo suficiente entre sí -lo encarnan Óscar Martínez y Adriana Ozores-. Hay cuatro hijos con perfiles bien diferentes (la arribista que quiere dirigir la empresa como sea, el alelado al que nadie tiene en cuenta, el díscolo que regresa como salvador, la bohemia que no demuestra demasiado interés por el imperio de sus padres) -a cargo de Patricia López Arnaiz, Jorge Usón, Marcel Borràs y María Pedraza-. Y hay intereses cruzados de otros personajes para sacar tajada como sea. Con ese cóctel se cocina esta propuesta que deja resultados desiguales.
Estamos en otra época en lo que a series se refiere. Antes este tipo de producciones acumulaban un buen número de capítulos por temporada porque se emitían en cadenas en abierto que necesitaban garantizarse la fidelidad de la audiencia y ahora han recalado en plataformas de pago, que no quieren renunciar a viejas fórmulas que propiciaban véxitos. Aunque pretenden darles una pátina de modernidad. Por eso al frente de 'Galgos' hay directores y guionistas reputados cuya misión es lustrar los guiones y la puesta en escena.
Tras las cámaras se colocan Félix Viscarret, impulsor de 'Bajo las estrellas', 'No mires a los ojos' o más recientemente 'Una vida no tan simple', y Nely Reguera, que tiene en su haber películas como 'La voluntaria' o 'María (y los demás)'. En la sala de guiones han coincidido Clara Roquet, nominada al Goya el año pasado por 'Libertad'; Francisco Kosterlitz, que coescribió con Mikel Gurrea la premiada 'Suro'; Pablo Remón, que ha firmado 'Intemperie' o 'No sé decir adiós'; y Lucía Carballal, autora de libros como 'Los pálidos' o 'Una vida americana'. Un equipo de escritores de lujo, que aún así no consiguen que en los guiones no se cuelen estereotipos y lugares comunes y que se topan a lo largo de seis capítulos con problemas de ritmo. Algunos acontecimientos de los que se habla constantemente no terminan de suceder (la amenaza de trabajadores ante el cierre de sedes) y otros se precipitan sin razón alguna (la boda que se cancela y se reanuda de manera abrupta). Son decisiones narrativas que en esta clase de producciones se perdonan porque buscan golpes de efecto y mantener al espectador enganchado, pero que en esta ocasión cuesta más de justificar.
Por lo demás 'Galgos' sirve momentos y estampas que los espectadores habituales de películas y series con intrigas familiares agradecerán. Como todas las escenas de Adriana Ozores, que cumple a la perfección en ese papel que tanto nos gusta de la matriarca que controla todo (a la estela de Angela Channing o de Carmen Orozco, aunque esta no es tan perversa como aquella). O las ocasiones en que la familia al completo se reúne en ambiente de cordialidad y que se palpa en el ambiente el mal rollo (que solo se pueden solventar con temazos de Franco Battiato o Pet Shop Boys). O las localizaciones elegidas, el Palacio de Sobrellano de Comillas, la Finca Marqués de Valdecilla de Solares o el Palacio de la Magdalena de Santander, que nada tienen que envidiar a otras mansiones y emplazamientos utilizados con idénticos fines, como el castillo de Highclere, que se hizo famoso gracias a 'Downton Abbey', o Drayton House, visto recientemente en 'Saltburn'.
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