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Protagonistas de 'Blue lights'. RC
¿Por qué nos gusta tanto 'Blue lights'?

¿Por qué nos gusta tanto 'Blue lights'?

La serie policial, que en España ofrece Movistar, engancha porque es capaz de enternecer y de crear tensión

Viernes, 10 de noviembre 2023, 08:30

Este drama inglés de seis episodios ha sido una de las sorpresas de la temporada. 'Blue Lights' presenta a tres agentes novatos que inician su labor en una comisaria de Belfast, una ciudad hostil con la policía. La serie ha sido renovada para una segunda ... temporada. En España la emite Movistar. Tres redactores de Pantallas ofrecen las claves de su éxito.

  1. BORJA CRESPO

    Una buena serie con grandes personajes

De nuevo acudimos al audiovisual británico -está detrás la BBC, con Irlanda como escenario- para encontrar una de las mejores series policiacas del año. 'Blue Lights' emociona, conmueve, te pone en tensión, te roba una sonrisa… y también alguna lágrima. Con una primera temporada de tan solo seis entregas, una duración que debería de ser ya estándar, excepto en algunas producciones procedimentales que se miran en la televisión de siempre, la propuesta consigue que empaticemos con los personajes hasta el punto de que suspiremos si alguno está a punto de perder la vida, algo que no ocurre con otros proyectos que lucen un número mucho mayor de capítulos a sus espaldas. Situada en la línea de la igualmente recomendable 'Line of Duty', de similar procedencia, con la cual hace un excelente programa doble -triple con 'Happy Valley'-, logra humanizar tanto a los agentes como a los criminales. La acción se centra en un grupo de policías en periodo de prueba que patrullan las calles de Belfast, con los peligros que ello conlleva por razones más allá del simple delito contra la propiedad ajena, el escándalo público, el narcotráfico o la violencia entre seres humanos. Un marco ideal para tratar temas de peso, poner en cuestión los protocolos de mando, las jerarquías y el sentido de la justicia a lo largo de un arco argumental con multitud de subtramas de interés.

En 'Blue Lights' hay intriga, mucho drama y política, con algunos momentos en los cuales se plantean dilemas morales, diluyéndose los límites entre el bien y el mal. Al margen de la estimable puesta en escena y un guion que atrapa, focalizándose en los diferentes roles, la llamativa labor del reparto eleva una serie que sabe describir la psicología y circunstancias de un puñado de personajes que importan al espectador. La historia se atreve a hurgar en temas peliagudos, llegando a cuestionar el sistema y lo que por estos pagos se ha bautizado mediáticamente como «cloacas» del estado, algo que no es fácil de tratar en la ficción que se rueda en nuestras fronteras. 'Antidisturbios', por citar un ejemplo, no ha logrado continuar con una nueva sesión al mostrar con visceralidad algunas sombras de nuestro régimen. Hay más censura de la que creemos por cauces silenciosos.

La serie nos engancha como ninguna porque es creíble, con rico matices en los personajes ante lo que viven y cómo reaccionan. Al día a día vigilando la ciudad se unen los problemas de cada cual en su entorno, no solo familiar, con el peso del dramón político que todavía late en Irlanda del Norte. El conflicto sigue enquistado en algunas zonas, con la complejidad que esta situación implica. 'Blue Ligts' está escrita por Declan Lawn y Adam Patterson y describe a los personajes principales de tal manera que pueden pasar de resultar antipáticos a todo lo contrario, y viceversa. La audiencia les acompaña en su evolución, con sus inevitables contradicciones. Un pasatiempo mayúsculo que plantea más de una sugestiva refexión.

  1. ROSA PALO

    La receta de una serie de éxito

¿A quién no le va a gustar una policíaca británica del siglo XXI? O, incluso, del XX: desde 'Principal sospechoso', la mitiquísima serie protagonizada por Helen Mirren, esperamos con ansia viva y seriéfila la llegada de cualquier 'thriller' policial que venga con denominación de origen. No es para menos: vistas 'Happy Valley', 'Sherwood', 'La caza', 'Broadchurch' o la incontestable 'Line of Duty', la cosecha es extraordinaria.

Una de las últimas series que nos alegra el invierno de nuestro descontento es 'Blue Lights'. Y sí, claro que no solo de policíacas británicas vive el hombre, pero podría. Sobre todo si son del Club del Gourmet. Por ese motivo, vamos a repasar los ingredientes que convierten a esta serie en una de las ficciones más golosas del panorama actual.

-El entorno: 'Blue Lights' se desarrolla en Belfast, un «marco incomparable», pero no en el sentido joseluismorenesco del término, sino porque su complejidad y peculiaridad no admiten comparación, ni tampoco el plus de tensión que añade a la serie: aunque el Acuerdo del Viernes Santo puso fin al conflicto, sus secuelas aún salpican a la Policía de Irlanda del Norte, heredera de aquel antiguo Royal Ulster Constabulary que siempre fue visto por los católicos como una extensión de las fuerzas británicas de ocupación. Esa animadversión ha pasado de padres a hijos, y no es raro que la presencia policial sea recibida a golpe de botellazo en esos barrios de clase obrera que, católicos en su mayoría, son una ratonera no solo para los agentes, sino también para sus habitantes, que no cuentan con recursos suficientes para salir de ellos.

-Los creadores: Declan Lawn y Adam Patterson saben de lo que hablan. Son dos periodistas de investigación que crecieron en Irlanda del Norte y que, además de trasladar las experiencias vividas, han sido capaces de crear una trama que va ganando en tensión y complicación con el transcurrir de los capítulos.

-Los novatos: recién salidos de la academia, cuatro nuevos policías se ven en medio de una ciudad que siempre parece a punto de estallar. Van a experimentar, en carne propia, la diferencia entre la teoría y la práctica. Y, nosotros, con ellos.

-Los veteranos: llevan años peinando canas y calles, están desencantados y, frente a los que llegan con la ilusión intacta, ellos lo dan casi todo por perdido. Sus interacciones con los novatos y la manera en la que intentan abrirles los ojos son algunos de los mejores ingredientes de 'Blue Lights'.

-Los secundarios: en 'Blue Lights' no hay personaje, por pequeño que sea, que no esté magistralmente dibujado, desde la madre del joven camello de poca monta hasta el borracho que deambula por las calles mendigando un poco de conversación para mitigar su soledad y su dolor.

-El drama humano: hace ya muchos años que la ficción abandonó la figura del policía heroico y monolítico para convertirlo en un personaje más realista, con debilidades y conflictos, con problemas dentro y fuera del trabajo. La peculiaridad es que, en su caso, los problemas laborales pueden costarle la vida.

-El reparto: es la guinda del pastel. Los actores más jóvenes (a destacar la presencia de Hannah McClean, a la que no solo hay que admirar por su fiel de porcelana) están acompañados por viejos conocidos del negocio, como Richard Dormer, que interpreta al personaje más entrañable de todos, Gerry Gliff, el rocoso John Lynch, que da vida a un antiguo militante del IRA que se ha reconvertido en el jefe de un pequeño grupo mafioso, o la siempre efectiva Joanne Crawford en la piel de McNally, la sargento dura y exigente, sí, pero también capaz de empatizar con la gente que tiene a su cargo.

Los seis episodios de la primera temporada de 'Blue Lights' están disponibles en Movistar Plus+ para pegarse un atracón. Y sin engordar. ¿A quién no le va a gustar?

John Lynch en 'Blue lights'. RC
  1. MIKEL LABASTIDA

    Los británicos lo han vuelto a hacer

¿Qué tienen los británicos que saben retratar el cuerpo policial como nadie? Ninguna otra industria audiovisual es capaz de diseccionar así las fuerzas del orden y de dibujar agentes con tantas aristas y tan reales. Ahí está la sargento Catherine Cawood, de 'Happy Valley', que es una institución. O la superintendente Stella Gibson, fría y enigmática en 'The Fall'. O el detective Harry Clayton, con poderes para atraer la suerte en 'Stan Lee's Lucky Man'. O la antipática unidad AC 12, de 'Line of duty'. Muestran un organismo complejo, que marca y desgasta al que pertenece a él; que no está formado por seres angelicales ni perversos.

Ahora lo han vuelto hacer. Todo el mundo habla de 'Blue lights'. Merecidamente. Otra vez una producción inglesa se aproxima a una comisaría, esta vez para mostrar cómo es el periodo de pruebas de tres policías recién llegados. De nuevo son personajes confusos, que no se dejan adivinar fácilmente, a los que cuesta entender hasta que no avanza la trama. No son blancos, no son negros, pero tampoco grises. Un muchacho tímido que debe respetarse a sí mismo para imponer respeto. Una joven rebelde a la que le cuesta adaptarse a las normas. Una extrabajadora social que busca nuevos retos. Atrapan enseguida y cuesta abandonar sus periplos hasta que no se han consumido los seis capítulos de los que consta la primera temporada.

Estos jóvenes van a convivir con los veteranos y en esa relación vamos a descubrir el modo en que trabaja el cuerpo policial, sus miserias y miedos, los problemas a los que han de enfrentarse en su día a día. La llegada de los nuevos agentes permite destapar vicios, contrastar maneras de actuar, aflorar inseguridades. Es una convivencia que da juego y seguramente no necesitaríamos mucho más para deleitarnos como espectadores, por las dinámicas que se establecen entre ellos. Aún así agradecemos verles en acción, en los casos que investigan y en los que se ven involucrados de manera paralela.

Otro acierto es ubicar el relato en Belfast, ciudad oscura, en la que el cine y la televisión se ha detenido en ocasiones para plasmar a su clase trabajadora o las pasiones más escondidas de sus habitantes. Esta vez nos cuentan que es un lugar donde el trabajo policial resulta complicado. Belfast nos permite conocer otros aspectos de los protagonistas, por el vínculo que establecen con distintos barrios de la ciudad. Desde el primer capítulo nos damos cuenta de que no es una serie policiaca al uso. Otra vez. Que esto va más allá de protagonizar persecuciones y de acallar revueltas y que trata de desenmascarar un sistema corrupto.

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