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Imagen de 'Grotesquerie'. RC
'Grotesquerie', lo nuevo de Ryan Murphy: un noir pasado por vodka

'Grotesquerie', lo nuevo de Ryan Murphy: un noir pasado por vodka

Una serie de sucesos escabrosos tejen una curiosa amistad entre una detective en horas bajas y una monja periodista. La apuesta de Disney está muy bien hasta que deja de estarlo

Martes, 7 de enero 2025, 13:38

Los hábitos son tendencia en la ficción a la hora de crear personajes memorables que se mueven en el terreno de la intriga, el fantástico y el terror. A la hermana Andrea, cazadora de demonios excéntricos en la más que recomendable 'Evil', cuya cuarta y última temporada ya está disponible (MoviStar +), se une otra monja entrañable, la hermana Megan Duval, co-protagonista de 'Grotesquerie', una propuesta ya completa en Disney + que comienza con una fuerza inusitada que va perdiendo capítulo a capítulo. Si la extraordinaria 'Seven', un retorcido thriller que hizo historia en el noveno arte, lo hubiera dirigido el ínclito John Waters, el resultado podría acercarse sobremanera a este proyecto de diez episodios que pega un giro excesivamente brusco, no del todo comprensible, en su ecuador. Esta discutible decisión, un volantazo inesperado, no quita el apreciable interés de la atmósfera de la serie y la colección de personajes que despliega , a cual más grotesco, valga la redundancia atendiendo al título de una de las últimas iniciativas del prolífico Ryan Murphy, un creador especializado en plantear ideas sugestivas que rara vez se desarrollan con mano firme. De hecho, el lanzamiento que nos ocupa podría ser, perfectamente, una temporada descartada de 'American Horror Story', con doce sesiones en cartera. Explota la misma fórmula, elevada al cuadrado, salpicando más de la cuenta en un puré de referencias que deja un sabor agridulce.

En tiempos del auge del true crimen, un género sensacionalista que el propio Murphy ha alimentado con títulos como 'Monstruo: La historia de Jeffrey Dahmer' o 'Monstruos: La historia de Lyle y Erik Menendez', se permite el lujo de reírse de los seguidores acérrimos de una moda, basada en hecho reales, que se nutre el morbo. Así, en una escena de 'Grotesquerie' una monja y un cura conversan entre risas, en una hamburguesería típicamente americana, sobre asesinos en serie, enumerando a sus favoritos, entre ellos la religiosa Mariam Soulakiotis, también conocida como La Madre Rasputín, una abadesa causante de la muerte de más de 150 infantes. El sacerdote, un individuo con comportamientos masoquistas, es fan de Ed Gein, el tipo que inspiró 'La matanza de Texas'. Una situación rocambolesca que indica que no hay que tomarse muy en serio este ácido thriller sui géneris, con cierta carga crítica, que también protagoniza una detective agonizante, hundida en el alcohol, madre de una hija con serios trastornos de alimentación que tiende a la autodestrucción y sueña con participar en un reality. El rol crepuscular de la poli adicta al vodka y el exceso de sinceridad lo defiende con carácter Niecy Nash, vista en 'Claws'. El reparto en general cumple con nota con su función, huyendo del cliché pactado, en un mundo perversamente absurdo, demasiado parecido a la realidad del país de las barras y estrellas, cuyo sueño tiene grietas cada vez más evidentes.

Una monja y una policía

La decadente investigadora y la luminosa monja periodista, entregada a una página web de información, la cabecera religiosa 'Catholic Guardian', que está consiguiendo el aumento de los feligreses de su iglesia –excelente la casi debutante Micaela Diamond en su papel-, unen fuerzas, e ingenio, para desvelar la causa de un alubión de crímenes siniestros sin aparente explicación lógica. Entre escenario y escenario de los horripilantes asesinatos florecen sus traumas, demonios internos y fantasmas del pasado. También los pecados ocultos y una curiosa amistad. 'Grotesquerie', probablemente la serie donde salen representados más policías vomitando de la historia de la televisión, se mira de soslayo en un clásico del género como 'El silencio de los corderos', bajo el prisma de la cultura popular.

Hay tensión, destacando especialmente algunos diálogos sin filtro que llaman poderosamente la atención. Palabras fantásticas que brillan por momentos en un relato macabro expuesto con finura, gore incluido, que echa andar con buen pie, con cuidados encuadres y una fotografía loable, para pinchar en su evolución, reafirmando la sensación de que hay obras audiovisuales por entregas que ganarían con la mitad de duración. Es perturbadora cuando tiene que serlo, pero también desesperante en su ritmo final. No hace dar tantas vueltas para llegar a la meta, la especialidad de Murphy, aficionado a estirar sus ideas hasta la extenuación. El que esto escribe vuelve a recordar la genialidad de la inquietante y sublime 'Evil'. Quizás lo suyo era llevar a buen puerto una serie procedimental con la intrigante monja periodista y la burlesca agente como reinas de la función, resolviendo un caso extraño diferente en cada capítulo. ¿Quién compra?

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