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Un fotograma de 'The Good Fight'.
Crítica de 'The Good Fight' en Movistar: despedirse a lo grande

'The Good Fight': despedirse a lo grande

Los capítulos, que parecen escritos la noche antes de emitirse, reflejan la locura del siglo XXI: los algoritmos, la posverdad, la cultura de la cancelación, las 'fake news', la pandemia...

Martes, 4 de octubre 2022, 08:24

«Una película debe empezar con un terremoto y, desde ahí, ir hacia arriba», decía Cecil B. DeMille. Eso es justo lo que hace 'The Good Fight': comenzar con Diane (Christine Baranski) mirando alucinada cómo Trump se convierte en presidente, continuar subiendo a través de ... todo tipo de cataclismos profesionales, políticos y personales (lo personal es político, ya saben) y terminar con una revolución callejera. Si eso no es seguir el consejo al pie de la letra, que venga el señor DeMille y lo vea.

Entre el seísmo y los disturbios, seis temporadas de la mejor televisión que se hace hoy en día. Quién nos iba a decir que 'The Good Fight', 'spin off' de 'The Good Wife', iba a superar a su antecesora. Y quién nos iba a contar que Michelle y Robert King tendrían ese olfato para incluir en sus tramas, a tiempo casi real, todo lo que está pasando en EE UU y, por tanto, en el mundo, Los capítulos, que parecen escritos la noche antes de emitirse, reflejan la locura del siglo XXI: los algoritmos, la posverdad, la cultura de la cancelación, las 'fake news', la pandemia (la incluyeron, junto con la pérdida de las elecciones de Trump, el asesinato de George Floyd y el asalto al Capitolio, en el brillantísimo resumen del primer episodio de la quinta temporada), el sistema judicial, la violencia policial, el racismo o la política espectáculo. Y lo hace con una capacidad de análisis que ya quisieran para sí muchos periodistas de postín.

Para reflejar ese caos, los King inventan los casos más extravagantes. Y, para darle cuerpo, crean personajes episódicos y alucinantes interpretados por actores más alucinantes aún: Margo Martindale, Jane Lynch, Mandy Patinkin o Michael Sheen pasan, antes o después, por Reddick y Asociados. Pero, además, en esta última temporada han recuperado a los secundarios que más añorábamos de 'The Good Wife', como la genial Elsbeth Tascioni, a cargo de Carrie Preston, o Eli Gold, el gran Alan Cumming, que no puede volver de mejor manera: entra en escena (en el ascensor, mejor dicho) con un «Motherfucker». Decir tacos es una de las ventajas de que 'The Good Fight' se emita en CBS All Access y no en abierto, como 'The Good Wife'.

Sobre ese desconcierto, unos han reinado varias temporadas, como Lucca Quinn (Cush Jumbo), Maia Rindell (Rose Leslie) o Adrian Boseman (Delroy Lindo), y otros siguen reinando hasta el final; es el caso de la pizpireta Marissa Gold, interpretado por Sarah Steele, o de Liz Reddick, a la que da vida la descomunal Audra McDonald. Pero, por encima de todos, la reina madre es Diane. Diane y su risa. Diane y su inteligencia. Diane y sus modelazos. Diane y su tipazo. Diane y el feminismo. Diane y su estupefacción ante lo que la rodea. Diane y su hastío. Diane y sus coqueteos con las drogas. Y Diane y su historia de amor con Kurt (Gary Cole), un republicano amante de las armas que representa todo lo que una demócrata como ella detesta. Pero, además, en la última temporada aparece nuestro zorro plateado favorito, John Slattery, para ronear con Diane. Un regalo más para los espectadores de la serie.

Vídeo.

Porque, desde 2017 hasta ahora, los King nos han dado un producto inteligente y lleno de guiños. Y han jugado con nosotros porque a nosotros nos encanta jugar con ellos; por eso han hecho lo que les ha dado la gana: desde un capítulo que analiza qué hubiera ocurrido en EE UU con el #MeToo si hubiera ganado Hillary Clinton hasta pequeños cortos de dibujos animados con temas compuestos por el cantautor Jonathan Coulton. 'The Good Fight' es un parque de atracciones, una diversión mordaz, satírica y, a veces, histriónica que se aleja de lo previsible.

En este final de serie, las calles de EE UU están revueltas. Mucho. Es el resultado de una sociedad polarizada, enfrentada, cansada, harta. Mientras escuchan los gritos de los manifestantes, los sortean para llegar hasta el despacho o soportan las amenazas en forma de granadas falsas que llevan escrita la fecha del 10 de noviembre (día en el que se emitirá el último episodio), Lockhart y sus compañeros trabajan a destajo. El mundo se derrumba y ellos siguen litigando. 'The Good Fight' termina y nosotros ya la estamos echando de menos.

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