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Hay algo pueril y simplón en la forma en la que 'Mr. Bates contra Correos' cuenta una historia, por otro lado, indignante y con la que resulta muy fácil empatizar. Basada en hechos reales, la serie de cuatro episodios, ya disponible en Movistar Plus+, aborda cómo un error informático en una compañía de correos acabó causando 900 despidos «injustificados», sumió a buena parte de sus trabajadores en una angustia atroz y condujo a cuatro personas al suicidio.
La compañía es Post Office y el error obedecía al gigante Fujitsu, que entre 1999 y 2015 desplegó por todas las oficinas de la empresa un equipo informático llamado Horizon IT, con el que los responsables de las sucursales hacían la contabilidad. Sin embargo, aquel 'software' estaba plagado de errores que llevaban, en muchos casos, a que fuera imposible cuadrar las cuentas, mientras el servicio técnico daba largas a sus sufridos usuarios y la empresa informática tejía una red de mentiras para librarse del problema. ¿El resultado? Saldos negativos de miles de libras que llevaron a Post Office a acusar a 900 empleados de «robo, fraude y contabilidad falsa», mientras los responsables de las sucursales trataban en vano de que los directivos de la compañía y las autoridades atendieran sus demandas y preocupaciones.
Setecientos fueron hallados culpables ante la justicia, más de doscientos sufrieron penas de cárcel y cuatro subdirectores se quitaron la vida. Todo ello, pese a que no habían cometido ningún delito. Algunos, incluso, se declararon culpables para evitar la prisión, aunque perdieron su trabajo, sus ahorros e incluso muchos de ellos acabaron viviendo en la calle. Fue el tesón de Alan Bates, uno de los subdirectores de una de las sucursales afectadas, que consiguió reunir a más de quinientos afectados, lo que llevó a reaccionar al Gobierno, que se comprometió a compensar y exonerar a los inocentes.
Precisamente, por su historia comienza esta ficción creada por Patrick Spence, ganador del Bafta y responsable de series como 'Litvinenko' o 'Un espía entre amigos'. Drama coral construido en torno a actores veteranos británicos, es Toby Jones, a quien hemos podido ver en películas como 'El topo' o 'Indiana Jones y el dial del destino' quien encabeza el reparto dando vida a Bates, responsable de una oficina en Llandudno, una localidad situada en Gales del Norte. Hasta su sucursal se acercan varios responsables de Post Office, en tres lujosos coches negros -será una constante a lo largo de la serie-, con la intención de cerrar la oficina, pero lo han hecho un día antes de que su contrato termine, así que Bates se niega y los hombres de la compañía reclaman la presencia de la Policía.
«No me llaman ladrón, no se atreverían. Dicen que el dinero de esta sucursal ha desaparecido, lo que no es cierto, y que tengo que devolverlo, pero no lo haré. Así que demuestren que me equivoco y que me enseñen las cifras, pero no pueden, por eso me cierran, para mantenerme calladito. No quieren que todos sepan lo que ya sé, que el deslumbrante sistema informático que ha costado una millonada es defectuoso», explica Bates a los dos agentes de policía que se han personado en el lugar. «Nadie más nos ha informado de problemas con Horizon», contesta uno de los hombres de negro. «¿Cuál es el delito?», pregunta uno de los agentes. «Ninguno, salvo que me quitan la compañía, mi sustento, mi sucursal, mi trabajo, mi hogar, todos mis ahorros y mi reputación», sentencia Bates.
Lo dicho: es una introducción un poco tosca, que da todo demasiado mascado al espectador. Lo hará varias veces más en un primer episodio que se centra en explicar los casos a los que se tuvieron que enfrentar algunos de los acusados. Ahí está Jo Hamilton (Monica Dolan), responsable de otra sucursal en South Warnborough, que incapaz de cuadrar el balance llamó al servicio técnico de la compañía y, siguiendo los pasos de la operadora, vio cómo las 2.000 y pico libras que debía se convirtieron como por arte de magia en 4.000. Sin entender qué había hecho mal, la presión por las falsas deudas la llevarían después a falsear la contabilidad. O Lee Castleton (Will Mellor), casado y padre de dos niños, a quien Post Office suspendió de empleo y sueldo hasta que pagara las 26.000 libras que le reclamaba, mientras sus dos pequeños sufrían bullying en el colegio debido a las acusaciones que la compañía vertía sobre su padre. A todos ellos les decían que eran los únicos que habían tenido problemas con el sistema, pero la realidad era otra.
A partir de ahí la narración se hace algo más compleja y, afortunadamente, también más natural. Poco a poco, algunos casos fueron saliendo a la luz, gracias a que las víctimas denunciaron lo sucedido a algunos medios de comunicación y ante la pasividad de la compañía y de la propia Fujitsu, que insistía en que su 'software' era inquebrantabable. Post Office, claro, contaba con recursos financieros ilimitados para hacer frente a las denuncias, por eso muchos de los afectados se echaban atrás. La serie desmenuza el trabajo de Bates a la hora de reunir a las víctimas, su petición de auxilio a los diputados del Parlamento británico o cómo la unión de todos los afectados dio finalmente resultados.
Con una fotografía más bien plana, es en el estupendo trabajo de los actores y en la capacidad que la historia tiene para hacer sentir en las propias carnes del espectador el sufrimiento, la ansiedad y el dolor a la que se vieron sometidas las víctimas de este escándalo donde están los aciertos de una producción sencilla pero efectiva, que se ha convertido en una de las series más vistas del año en Reino Unido con récord de audiencia en su emisión en ITV de casi 10 millones de espectadores y más de 12 millones en streaming. El caso, por cierto, aún sigue dirimiéndose en los tribunales.
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