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Nos gustan las cárceles (al menos cuando están detrás de la pantalla). Hay títulos excelentes con este escenario en el centro de sus tramas, como las clásicas 'Cadena perpetua' o 'La milla verde', o la más reciente -y española- 'El hoyo'. El drama carcelario actúa ... como un imán para el espectador. Pocos géneros (porque las películas y series que transcurren en prisión se merecen esa catalogación) resultan tan infalibles en taquilla y atrapan de un modo tan efectivo al público.
¿Por qué nos atraen los conflictos entre barrotes? Posiblemente porque el encierro altera nuestra adrenalina y descbre la claustrofobia que ni siquiera sabíamos que teníamos dentro. La combinación de ambas nos predispone a favor estas tramas. Ocurrió con 'Prison Break', con 'Orange is the new black' y con 'El marginal'. Las tres se caracterizaban, además, por su capacidad para mantener la tensión en todo momento y por la eficaz construcción de personajes con los que nos identificamos a pesar de ser delincuentes.
'La noche más larga', la última apuesta española de Netflix, ha tomado nota de las tres citadas. Tiene el ritmo de la primera, el compadreo de la segunda y la acción y dosis de violencia de la tercera. Se fija en lo que les funciona para llevarlo a su terreno y repetir suerte. La trama se sitúa en una prisión psiquiátrica, a la que trasladan a un peligroso criminal. Hasta allí llega un grupo de hombres armados, que rodea el edificio con la intención de liberarlo. Sin embargo, los funcionarios y algunos de los reclusos no se lo pondrán fácil.
Hay otros referentes anteriores en el propio catálogo de Netflix que se reconocen en la ficción que han escrito Xosé Morais y Víctor Serra. El más evidente es 'Bajocero', la película dirigida por Lluís Quilez y protagonizada por Javier Gutiérrez y Karra Elejalde que la plataforma estrenó el año pasado. En aquella, la acción se ubicaba en el interior de un furgón policial blindado que era asaltado durante un traslado de presos cuando circulaba por una carretera despoblada para acceder a uno de los reclusos. Y luego está 'La casa de papel', que no es un thriller carcelario al uso pero contiene similitudes, puesto que sus protagonistas son presos de su destino, no pueden salir de un recinto y permanecen vigilados por un grupo de policías. Son una banda de atracadores capaces de cometer algunas atrocidades para conseguir su objetivo, pero consiguen que la audiencia se solidarice con ellos y quiera que se salgan con la suya. Aquella presentaba un sistema en el que poder estaba corrupto, algo que también sucede en 'La noche más larga' en la que los policías representan el peligro y no la salvación. Fuera del universo Netflix la otra cinta con la que podría compararse en 'Celda 211', con la que Daniel Monzón demostró que también en nuestro país se pueden rodar largometrajes de este tipo.
Con todo esto quiero decir que 'La noche más larga' es un producto muy, muy bien pensado. Y eso es bueno. ¿Es original? No, ni lo intenta. ¿Es una obra definitiva que marcará un antes y un después en la ficción nacional? Tampoco. Sus intereses son otros. Quiere enganchar durante seis horas, quiere que sus personajes caigan en gracia y quiere dejar al espectador con ganas de más. No son malos propósitos. Lo mejor de todo no es que quiera, es que lo logra. La serie se consume del tirón y apenas presenta altibajos. Los creadores han acertado en el ritmo y en el modo en que van dosificando la información sobre lo que sucede dentro y fuera de la cárcel. Van presentando poco a poco a los internos y guardianes, advierten que ninguno es imprescindible -por lo que todos pueden caer en la batalla-, no se precipita en desvelar las motivaciones del asalto y cuenta con un villano formidable, de los que habla poco pero cuya permanente presencia en escena, en segundo plano, perturba. Qué bien está Luis Callejo (que es quien lo interpreta). Y el resto del reparto le sigue a la zaga, nadie desentona.
Morais se ha curtido en ficciones efectivas como 'Acusados' o 'Neboa'. En esta última figuraba también Sierra. Ambos han construido un sólido y entretenido guion que da de sí para sus seis entregas (podía hacerse repetitivo y no lo es), con las concesiones justas (algún romance hay que aporta poco) y donde las carreras y peleas se suceden sin parar para deleite de los amantes del género, que para eso han acudido ahí. Da lo que promete. Se le puede sacar una pega. Y es que el final no está del todo resuelto y deja la puerta entreabierta a que haya una segunda temporada. Que seguramente la habrá, porque la serie se ha colado entre lo más visto de Netflix en España, solo por detrás de 'Stranger Things'.
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