Crítica de 'Mr. & Mrs. Smith', cuando Smith encontró a Smith

En este relanzamiento, con pocas escenas de acción, el planteamiento es muy diferente, aunque las estrellas de la función sean también una pareja condenada a entenderse. Los nuevos Smith no son contratados para que uno mate al otro desde el primer minuto. Ambos se conocen y se ven obligados a cambiar su identidad y juntarse como si fueran un matrimonio para cumplir con diferentes misiones especiales. Al final, como cabe esperar, el roce hace el cariño y lo importante no son los objetivos de la agencia, cumplidos por los pelos, ni las labores de espionaje. El interés viene, más bien, por cómo evoluciona la relación entre los dos variopintos personajes, interpretados por Donald Glover y Maya Erskine, entre los que hay una química evidente. A él le hemos visto como el joven Lando en 'Han Solo: Una historia de Star Wars', mientras ella es la voz principal de la genial serie de animación 'Samurái de ojos azules' en su versión original.

'Mr & Mrs. Smith' es una propuesta que pulveriza cualquier primera impresión conociendo el material del que parte, aunque cuenta con un inicio que busca el despiste –con Alexander Skarsgard y Eiza González dándole al gatillo–. El resultado es como si la película de Pitt y Jolie hubiese sido contaminada por el cine 'indie'. Los protagonistas no paran de charlar entre ellos para conocerse, a veces con diálogos aparentemente banales, siempre inteligentes, que predominan en escena en detrimento de las misiones secretas. Los encargos de la agencia están de fondo, los van cumpliendo, no siempre con éxito, mientras evolucionan emocionalmente. El matrimonio empieza siendo algo artificial para, a posteriori, no querer hablar de divorcio ni en pintura. Este tono desconcertará a más de un espectador desubicado que le da al play en el menú de Prime Video con la intención de ver un thriller de acción. Es un thriller emocional, con un reparto luminoso que no para de hablar. Un singular sentido del humor atraviesa toda la serie, que hay quien ha calificado, no sin cierta razón, como «sexy».

Glover y Erskine funcionan muy bien en un entretenido toma y daca continuo. La labor de escritura de los diálogos es reseñable. El propio Glover figura como co-creador de la serie, al alimón con Francesca Sloane ('Seven Seconds'), mientras un tipo con oficio, Hiro Muray ('Barry'), se emplea a fondo detrás de la cámara, compartiendo las ocho entregas con Amy Seimetz ('She Dies Tomorrow') y el mismo Glover, que firma el clímax de la temporada. El casting sobresale, con grandes nombres, algunos con sonadas apariciones en un episodio concreto, según el caso que deba resolverse: Paul Dano, John Turturro, Ron Perlman, Wagner Moura, Sarah Paulson, Michaela Coel, Parker Posey… y nuestra internacional Úrsula Corberó.

'Mr. & Mrs. Smith' corre lejos en cuanto ve la posibilidad de tropezarse con algún topicazo. Salta por encima de cualquier piedra en el camino que signifique manido. Casi dos décadas después, la serie explota con mayor conciencia una idea divertida que da para numerosos enredos y algo más que una ensalada de tiroteos. Más cerca de Richard Linklater que de Michael Bay, puede incomodar a los puristas del cine de acción mientras esgrime la capacidad de encandilar a espectadores libres de prejuicios. Ojo, hay estallidos de violencia, a veces inesperada, que chocan con el ritmo a fuego lento de una propuesta que no se olvida de algunos lugares comunes del género de espías, como los viajes por diferentes escenarios y los gadgets letales.

La construcción de los personajes es la mayor virtud de 'Mr. & Mrs. Smith', hábil radiografía de nuestras relaciones afectivas. Hay quien la ha relacionado, con razón, con 'Killing Eve'. De hecho, por ahondar en el dato, la actriz y guionista Phoebe Waller-Bridge estaba en la alineación inicial de la serie, escribiendo e interpretando, pero la lengua afilada de 'Fleabag' abandonó el barco por diferencias creativas. Curiosamente, el llamativo matrimonio artístico se desmoronó y dio a lugar a este proyecto igualmente sugestivo. Por cierto, ¿alguien se acuerda de 'Citadel'?