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El dramón de sacarse el carnet de conducir. Sudores fríos, noches sin dormir, pastillazos, ansiedad, nervios desatados y rabia contenida. El tema da para un buen relato de terror que se enfatiza si la persona que se apunta a las clases, y el dichoso examen, ... teórico y práctico, tiene más de 40 años, una situación rocambolesca que cada vez ocurre más, a tenor de las estadísticas. Esta premisa terrorífica se convierte en una desopilante comedia costumbrista en manos de Borja Cobeaga, cuyo interés por reírse del lado más absurdo de la especie humana, de nuestras miserias, queda bien reflejado en sus excelentes cortometrajes, como el genial 'Éramos pocos', nominado a un Oscar, y en películas como la refrescante 'Pagafantas' o la valiente 'Negociador'.
En su obsesión por escarbar en nuestra cotidianeidad existencial, mostrando su cara más inquietante, no ha temblado a la hora de darle un repaso al terrorismo y más de un tema espinoso. Basándose en su propia experiencia, le toca el turno a un escollo en el camino de nuestro vivir cada día que no todo el mundo supera. Un trámite vital que, curiosamente, se lleva poco en el mundo de la farándula. Son pocos los directores de cine que se han sacado el carnet, a no ser que no les quede otro remedio. Por ejemplo, cuando tienen que llevar a su hijo al colegio por las mañanas.
Con algunos elementos recogidos de su periplo real como estudiante aplicado, centrado en el manual de tráfico, el máximo responsable de 'Fe de etarras' vuelca sus ideas sobre un personaje que actúa como su sosias, salvando las distancias, con notables licencias creativas. Juan Diego Botto borda su papel de madurito con ínfulas, profesor de universidad, que, por causas del destino, se ve abocado a pasar por la autoescuela. Recién estrenada en emisión en el canal TNT, ya disponibles los dos primeros capítulos en Movistar+, 'No me gusta conducir' está arrasando en el maravilloso mundo de los galardones que tanto gustan a algunos creadores que no necesitan corroborar su valía con una amplia carrera a sus espaldas. Tiene cuatro nominaciones a los premios Feroz, incluyendo mejor comedia, y acaba de llevarse tres trofeos importantes en el Festival Internacional de Cine de Almería (FICAL). No es para menos, el trabajo actoral presente en la serie, sus chispeantes -y punzantes- diálogos y un loable sentido del ritmo sitúan al invento de Cobeaga, producido por Nahikari Ipiña (Sayaka Producciones), como uno de los títulos nacionales de la temporada. El realizador donostiarra ha dejado el guion de algunos capítulos, seis en total, en manos de colegas de profesión como Juan Cavestany, Mar Coll, Borja Glez. Santaolalla, Diana Rojo y Valentina Viso.
El desarrollo de los personaje principales es una de las bazas fundamentales de la serie, ideal para pasar un buen rato de evasión y carcajearnos a gusto. El rol de Botto, un tipo gruñoncete al que, supuestamente, se le ha pasado el arroz a la hora de ponerse al volante, carretera y manta, vive sus pequeñas aventuras acompañado por una joven estudiante, culta y motivada, que le pone en su sitio, interpretada con algarabía y exultante eficacia por una luminosa Lucía Caraballo, vista en 'La reina del pueblo' y 'Encrucijada'. Una actriz a tener en cuenta, cuyo papel sirve de contrapunto al agrio profesor, al que poco a poco le cambia la vida, celebrando segundas oportunidades.
El personaje que más llama la atención, entrañable y tronchante, es el del profesor de autoescuela, elaborado con un gracejo exorbitante por David Lorente ('El reino', 'Los hombres de Paco'), cuyas bromas y juego con el lenguaje son un festival. Leonor Watling encarna a la ex del protagonista, que no puede con él, pero nunca pierde la sonrisa, mientras Carlos Areces y la colaboración de Javier Cámara (al que Cobeaga dirigió en 'Vamos Juan', también del catálogo de TNT), redondean un reparto en estado de gracia. 'No me gusta conducir' aprovecha algunas imágenes de archivo del programa televisivo de seguridad vial 'La segunda oportunidad', emitido a finales de los años 70 por TVE y fuente de más de un trauma infantil.
Como es habitual en las comedias con el sello Cobeaga, no solo resulta divertido lo que se dice, también las propias situaciones en las que se ven envueltas los personajes, sobre todo cuando lo están pasando realmente mal. Reírnos de las desgracias ajena es un deporte popular. El peso de la figura patena, los problemas de familia y las relaciones sentimentales e interpersonales también están presentes en esta divertida propuesta, bien interpretada y dirigida. Perfecta para consumir en las fechas de Navidad.
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