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Carlos Areces y Gerald B. Fillmore dan vida a Dámaso Carrillo y Abel en la segunda temporada de 'Muertos S. L.' Movistar Plus+
«En comedia no podemos tener líneas rojas»

«En comedia no podemos tener líneas rojas»

Alberto y Laura Caballero regresan a Movistar Plus+ con la segunda temporada de 'Muertos S. L.'. «Está muy bien, pero la tercera está aún mejor», aseguran los responsables de 'La que se avecina' y 'Machos alfa'

Iker Cortés

Madrid

Miércoles, 15 de enero 2025, 18:51

'Muertos S. L.' llegaba el 4 de abril del pasado año a Movistar Plus+. La ficción, una sitcom con capítulos de media hora, ambientada en una funeraria familiar –«una especie de 'Succession' en miniatura», tal y como describía Alberto Caballero, uno de sus creadores–, daba comienzo cuando fallecía Gonzalo Torregrosa, propietario y fundador de la funeraria que lleva su nombre. Dámaso Carrillo (Carlos Areces), que hasta entonces había sido su mano derecha, trataba entonces de asumir el negocio, pero no contaba con que Nieves (Ascen López), la viuda del difunto, se iba a poner al frente de la empresa.

Las traiciones y las zancadillas estuvieron a la orden del día en una primera temporada cuya recepción, destaca Alberto, fue «muy buena» entre el público de una plataforma en la que Contubernio, los creadores de éxitos como 'La que se avecina' o 'Machos alfa', hacía su primera incursión. La segunda temporada llegará este jueves al servicio de telefónica y ya avisa: «No nos hemos cortado, pero es que en la comedia estamos obligados a no tener líneas rojas porque cuando las tienes, la desvirtúas». En su opinión, aunque el negocio en torno al que gira la ficción sea la muerte, no deja de ser «una circunstancia». «Haces humor en algunos momentos concretos sobre alguna situación grotesca, pero lo que sostiene la estructura de la serie es una pyme familiar y sus miserias, y eso coloca la muerte en un punto chulo de cara al espectador, que no tiene la sensación de que la esencia de lo que está viendo es descojonarse de alguien que ha perdido la vida o a un ser querido», reflexiona. Y va más allá: «Todos hemos tenido perdidas y también nos hemos sentido mal porque nos han contado un chiste en mitad de un velatorio y estábamos jodidos por la perdida. La forma en la que el ser humano gestiona psicológicamente estos temas es muy interesante: nuestro cerebro esta diseñado para sobrevivir y ante un dolor potente hay gente que se desmaya y otros cuentan un chiste».

«Esta segunda temporada es mejor y, suena feo que lo diga, pero la tercera, que la estamos grabando ahora, es todavía mejor, lo cual no significa que la segunda no esté muy bien», revelaba hace unos meses el también productor ejecutivo en el South International Series Festival de Cádiz, donde presentó la serie junto a buena parte del equipo. Asegura Alberto que es lógico que este tipo de series mejoren de manera natural con el tiempo, al fin y al cabo los guionistas y los actores «conocen mejor a los personajes y van cogiendo confianza». En este sentido, dice con evidente sorna que han llegado a la conclusión de que el título «se refiere más a los empleados que a los clientes». Pese a todo, Dámaso no está muy muerto que digamos en esta segunda entrega. «Sigue siendo igual de miserable e igual de gris y quiere llegar a director de la funeraria, pero a partir de ahí hay una serie de cambios importantes», describe Alberto, entusiasmado con que 'Muertos S. L.' sea una sitcom que también atesore tramas horizontales. «Lo interesante es poder hacer convivir ambos mundos».

Adriana Torrebejano, que da vida a Manuela, una tanatopractora de la funeraria, coincide con Alberto. «Hemos disfrutado mucho más porque los personajes ya estaban más cogidos, los guionistas han ido más a la puntillita y han sido más ácidos». Su personaje es el de una revolucionaria que en la pasada temporada –atención, espóiler– fue víctima del #MeToo. «En esta, va a sufrir las consecuencias de su propio #MeToo y ella, que estuvo clínicamente muerta durante seis minutos, se va a atrever a investigar por qué mueren sus novios», señala. Es, dice Alberto, el personaje que tiene una conexión más esotérica con la muerte.

Tres fotogramas de la segunda temporada.
Imagen principal - Tres fotogramas de la segunda temporada.
Imagen secundaria 1 - Tres fotogramas de la segunda temporada.
Imagen secundaria 2 - Tres fotogramas de la segunda temporada.

Por otro lado, Vanesa, a la que encarna Amaia Salamanca, va a crecer conforme avance la temporada. «Vanesa -cuenta Salamanca- tenía ese pique con Dámaso, que continúa en esta nueva entrega». Fue becaria del propio Dámaso, hasta que saltó a la funeraria de enfrente, desde la que les hace la competencia. «Le conoce a la perfección, así que sabe cómo putearle», continúa la actriz. A través de las hijas de la dueña de Torregroso, pondrá en marcha varios tejemanejes para torpedear a Dámaso. «Había tan poquito de Vanesa en la primera temporada, que yo misma me he sorprendido de su evolución», avanza acerca de un personaje que en la tercera temporada «cogerá carrerilla».

En el caso de Nino, personaje interpretado por Salva Reina, «sigue intentando sobrevivir y saldar todas sus deudas. No es que no sea empático, es que no tiene tiempo para serlo o que tampoco lo comprende», dice entre risas.

Uno de los mejores castings

Con unos decorados espectaculares, distribuidos en dos enormes platós de 1.500 y 1.200 metros cuadrados, Alberto está convencido de que la serie no solo funciona por unos guiones medidos al detalle, sino también por el buen trabajo de los actores. «Es uno de los mejores y más afinados castings que hemos hecho. No hay ningún personaje para el que puedas decir: 'Ay, este actor igual no va bien'. Y en una comedia, los actores son un gran porcentaje del éxito. Además por ahora se llevan bien», apostilla. A su lado, Laura Caballero, directora, asegura que 'Muertos S. L.' «Es la serie menos ensayada de la historia de la ficción porque desde la primera lectura de guion dijimos: «Ah, ya está. ¿Por qué no lo hemos grabado?».

En el último año han surgido noticias relacionadas con el sector que bien podrían haber formado parte de un capítulo, como aquel conductor que acudió a una carrera ilegal en O Porriño con un coche fúnebre. «Cuando ponemos en marcha un nuevo proyecto, partimos de premisas realistas, y luego según va evolucionando nos vamos volviendo más locos de acuerdo con el público. Cuando tú te cortas un poco y ves que la realidad va más loca y enferma, te da una rabia...», dice Alberto.

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