'548 días: captada por una secta', un 'true crime' familiar con final feliz

La historia, que saltó a los medios de comunicación en dos ocasiones –la primera, cuando unos padres, atónitos ante el desamparo en el que se encontraban, llevaron la historia por las televisiones españolas; la segunda, con el feliz rescate– acaba de llegar ahora a Disney+ de la mano de Olmo Figueredo y José Ortuño, los responsables de 'El Estado contra Pablo Ibar' y en forma de serie documental de tres episodios que se inspira en el libro 'Hágase tu voluntad' de la periodista Vanesa Lorenzo.

Con un ritmo trepidante y un pulso magnífico a la hora de dosificar los giros de guion, las sorpresas e incluso los testimonios, '548 días: captada por una secta' arranca con la huída de la joven y el inicio de la pesadilla para sus padres, Alberto Aguilar y Rosa Poveda. Fueron ellos quienes, rebuscando en su cuarto, descubrieron que aquella chavala tímida e introvertida, que siempre vestía de negro, escuchaba música metal, veía anime y dibujaba, llevaba meses trazando un plan para escaparse de casa y conocer a 'G', un tipo con el que había entablado relación por redes sociales.

Fotos de carné de adultos, un documento que certificaba su soltería, simbología esotérica, rezos e instrucciones para realizar diversos rituales, en decenas de papeles que había repartidos por la habitación, pusieron a los asustados progenitores sobre la pista. Había sido atrapada por alguien que decía ser un gnóstico y que aseguraba tener el conocimiento absoluto e intuitivo, especialmente en lo divino. Para obtenerlo, aseguraba que había que hacer todo tipo de ritos sexuales para «purificar y destruir el yo corrupto». Ya junto a él, y sus otras dos esposas y los hijos de estas, Patricia fue iniciada en la ayahuasca, en el alcohol y el sexo en esos más de quinientos días de tormento, en los que vivió en situación de pobreza e, incluso, tuvo un bebé.

Trufada de notas de audio, conversaciones telefónicas y mensajes de WhatsApp, la docuserie no se queda ahí y describe cómo fue captada y el estado emocional en el que se encontraba el paso a paso de la investigación familiar.

Cuenta Figueredo que la idea de llevar esta historia a la televisión surgió cuando ambos se encontraban trabajando en 'El Estado contra Pablo Ibar' y él en plena producción de 'La trinchera infinita'. «Recuerdo que un día mis hijas, a la vuelta del cole, me dijeron que estaría bien que hiciera historias para ellas y en ese momento le dije a Jose que había que encontrar historias más luminosas, más en femenino y sobre todo que hablaran más a los adolescentes».

Figueredo siempre tuvo claro que la de '548 días: captada por una secta' era una historia perfecta para Disney. «Yo se lo planteé directamente como un 'true crime' familiar y con final feliz y esperanzador. Un 'true crime' formativo, divulgativo, que ayudase a padres y adolescentes a entender de los peligros de las redes sociales y de la persuasión coercitiva», afirma. Un asunto, este último, para el que piden en España un cambio legislativo. «Queremos que se introduzca el delito de persuasion coercitiva. Patricia fue secuestrada no física pero sí psicológicamente. Fue sometida a un sistema de creencias diferente y fue manipulada, convirtiéndose en un títere de Manrique», explica.

Y pese a que puede parecer difícil, el documental no se deja llevar por el lado amarillista y morboso de la historia. «Queríamos centrarnos más en la unión familiar, en la resistencia de todos ellos, en la cooperación España-Perú, hablar de maternidad, hablar de salud mental...», apunta Ortuño. En ese sentido, la historia lo tenía todo. «Cuando encuentras una historia que tiene el componente de un thriller a contrarreloj, en el que una familia agoniza por encontrar a su hija, a la vez tiene el componente emocional de un melodrama y tiene un final ultra luminoso, en el que las víctimas terminan volviendo a ser ellas y a reconstruirse... Porque Patricia hoy es una mujer nueva, que ha sido completamente desprogramada».

Sorprende la forma en la que toda la familia se abre. «Es cuestión de paciencia y de darles tiempo, dejándoles claro que solo iban a contar lo que ellos quisieran, pero que nosotros también esperábamos que lo contasen todo», explica Figueredo. Para ello construyeron un set en el que ninguno de los entrevistados vio nunca la cámara, ni los micrófonos, ni tampoco las luces. «Construimos un set 100% oscuro, en el que lo único que entraba era una silla, el fondo y delante tenían un espejo. Detrás estaba la cámara, pero ese espejo estaba puesto en diagonal y nos refejaba a José y a mí», desvela Figueredo.

De todos ellos destacan la «valentía» a la hora contar su historia y de hacer autocrítica –el padre de Patricia asume, por ejemplo, que durante mucho tiempo estuvo más pendiente del trabajo que de su hija– y la necesidad de «advertir que si desatiendes a tus hijos, puede haber otra persona que te supla».

Resulta curioso que los creadores hayan optado por no dar voz a psicólogos, un papel que de alguna manera suple Noelia Bru, prima de Patricia, implicada en su búsqueda desde el principio y miembro de RedUNE, la red de prevención del sectarismo. «Los entrevistamos, pero al final pensamos que empatizar con el experto era más difícil que hacerlo con los protagonistas», cuenta Figueredo. «Decidimos que la historia queríamos contarla solo con ocho personas, cuatro de España y cuatro de Perú. Amí también me obsesionaba esa idea de que ese mensaje tenía que estar y afortunadamente Noelia es nuestro vehículo», concluye Ortuño.