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18 millones de visitantes pasaron por la isla de La Cartuja en 1992. La web tal como la conocemos acababa de nacer, no existían 'smartphones' y lo de la Inteligencia Artificial era cosa de ciencia-ficción. España entraba en la modernidad y Sevilla era su escaparate, junto a los Juegos Olímpicos en Barcelona. Pasada una generación, la historia sanciona que aquello fue un éxito, pero también hubo contratiempos que Álex de la Iglesia y su guionista habitual, Jorge Guerricaechevarría, aprovechan en la ficción. ¿Y si hubo una mano negra detrás del vuelco de la nao Victoria en su botadura? ¿Y si el incendio en el Pabellón de los Descubrimientos fue una tapadera para ocultar algo más turbio que la mera chapuza?
A diferencia de su serie anterior, '30 monedas', confusa y barroca, la trama de '1992' arrastra al espectador a lo largo de seis episodios que se ven de un tirón. Álex de la Iglesia nunca ha hecho cine social, pero en pocas ocasiones se ha filtrado tanto la realidad como en este thriller donde el villano no es el pobre monstruo que busca venganza armado con un lanzallamas, sino los políticos corruptos como los que siguen abriendo las noticias en nuestros días.
Las máscaras de Curro, el pájaro de pico y cresta multicolor diseñado por Heinz Edelmann, el dibujante del Yellow Submarine de los Beatles, ocultan bajo su falsa sonrisa negocios millonarios, comisiones y prostitutas. La Expo del 92 queda reservada a los flashbacks de una intriga que transcurre en un Madrid lluvioso, casi apocalíptico, y que tiene en su pareja protagonista uno de sus mayores logros.
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Marian Álvarez es una actriz habitual de cierto tipo de cine de autor, a la que nunca hubiéramos imaginado en una película de Álex de la Iglesia. Dota de humanidad y 'normalidad' a una viuda dispuesta a todo por saber quién mató a su marido, víctima colateral de la trama. A su lado, quédense con el nombre de Fernando Valdivielso. Nominado al Goya por 'No matarás' y visto en series como 'Señoras del (H)ampa' y 'Cuéntame', este actor de físico poderosísimo y singular, que recuerda a un joven Ron Perlman, se come la cámara en la piel de un expolicía reciclado a su pesar en vigilante de seguridad. Un tipo atormentado por la culpa, que perdió el éxito deportivo y la vida familiar, y que lucha cada minuto por no volver a caer en la bebida. ¿Hay tensión sexual no resuelta entre ambos? No hagamos spoilers.
Por '1992' desfilan policías machistas en una sobremesa interminable de copa de Soberano y taxistas cuñados con el cerebro comido por los bulos que reciben por WhatsApp. También lo borda un actor que siempre está impecable, Carlos Santos, que está pidiendo a gritos un papelón en una película a su altura. Álex de la Iglesia rueda la acción y la violencia con la pericia marca de la casa y dota de ritmo un entretenimiento que es también espejo de un país desquiciado.
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