A favor y en contra de 'La sociedad de la nieve'

'Valiente', según la definición de la RAE, es aquel «capaz de cometer una empresa arriesgada a pesar del peligro y el posible temor que suscita». Y Bayona, sin duda, lo es. Porque si volver a contar una historia mil veces contada es una empresa arriesgada, lo es más aún si esa historia conlleva unas extraordinarias dificultades técnicas y narrativas. Pero Bayona arriesga y gana, y nos regala una película donde huye de lo morboso, de lo sensacionalista y de lo truculento para centrarse en la solidaridad y el compañerismo, donde hay emoción sin almíbar y donde la acción está narrada con tal fisicidad que uno acaba muerto de frío y de angustia.

Las dotes como director de Bayona están más que reconocidas en nuestro país; no en vano tienes sendos Goyas al Mejor Director por 'Lo imposible' y 'Un monstruo viene a verme', y uno al Mejor Director Novel por 'El orfanato'. Pero, este año, se merece tanto el impulso de la Academia en su carrera a los Oscar como el reconocimiento al coraje que le ha llevado a levantar una película de estructura sólida, irreprochable en cualquier aspecto técnico (¡ese accidente, esas avalanchas!), que consigue mantener la tensión durante dos horas y media aunque sepamos el final y en la que hay escenas que podrían haber sido filmadas por los grandes maestros del cine norteamericano.

Bayona, además, no solo añade veracidad al relato al apostar por actores anónimos, sino que consigue que los supervivientes de la tragedia acepten entrar en el juego y ser parte activa de la película (es emocionante ver a Carlitos Páez interpretando a su padre, o a Nando Parrado abriéndose la puerta a sí mismo). Lo consigue porque 'La sociedad de la nieve' es una película extraordinariamente respetuosa con los vivos, sí, pero, sobre todo, con los muertos. Y el respeto y la dignidad con los que Bayona afronta una empresa tan arriesgada bien merecen un Goya.

Vaya por delante que los méritos de Juan Antonio Bayona a la hora de recrear la tragedia de los Andes están más que claros. Con una atención minuciosa al detalle y desde un punto de vista relativamente original, el cineasta catalán retrata las vicisitudes y penurias que sortearon los pasajeros del avión Fairchild FH-227D que se estrelló a 4.000 metros de altura en 1972. Bayona relata la cruel historia pegado a la verdad, dejando espacio a la reflexión y al dilema moral cuando la trama así lo requiere -vaya papelón se marca el elenco actoral- y alejándose del efectismo y el espectáculo más inverosímil. El enfoque es inteligente: ¿Para qué exagerar la 'aventura' si lo que sucedió a lo largo de aquellos 72 días fue tan salvaje y brutal?

Y sin embargo hay ciertos elementos que juegan en contra de 'La sociedad de la nieve' a la hora de alzarse con el Goya a la mejor película. Quizá el principal de ellos es la falta de factor sorpresa y lo harto conocida que es la historia. Resulta difícil inyectar tensión y suspense en un largometraje cuando todos los espectadores saben cuál es el desenlace final y eso lo hace menos interesante. A eso hay que sumar que Rob Marshall ya llevó la tragedia a la gran pantalla en 1993 con '¡Viven!', uno de los grandes 'blockbusters' de la época. Es pues, inevitable, que quien más quien menos tenga la sensación de que le están volviendo a contar la misma historia, a pesar de que las diferencias entre las dos películas son muy reseñables.

Tampoco han sido los Goya muy de premiar cintas que aborden una gran gesta de superación, aunque lo hagan desde un punto de vista más intimista y reflexivo. Un vistazo a las últimas películas premiadas -'As bestas', 'El buen patrón', 'Las niñas', 'Dolor y gloria', 'Campeones' o 'La librería'- así lo corrobora. Pero es que Bayona ya estuvo nominado con 'Lo imposible' en 2013, una cinta de corte muy similar, y el gato al agua se lo llevó Pablo Berger con 'Blancanieves'.

Y no podemos olvidar que 'La sociedad de la nieve' es una película de Netflix. Sí, ha contado con una distribución en cines mucho mayor de la habitual, pero bastante menor de lo que se espera para una producción de este estilo y eso puede hacer mella en la decisión de los académicos. Por último, y si me permiten ponerme quisquilloso, está el vaho digital presente en algunas de las secuencias, que sacará a más de uno de la intensidad de esta historia.

Los redactores de Pantallas analizan las posibilidades de todas las nominadas a ganar el galardón a mejor película en los Goya 2024.